09/05/2025

Un triste centauro

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El Partido de los Trabajadores (PT) es hoy un triste centauro que intenta equilibrar el vigor de los movimientos sociales en los cuales tuvo origen con la política de alianzas en que se encontró enredado para mantenerse en el poder. Varias de estas alianzas terminaron por revelar la propia antítesis de las causas defendidas por diferentes sectores internos del partido en el pasado y actualmente.

Es cierto que ningún partido es monolitico y que, así, este puede ser un proyecto en disputa a lo largo del tiempo. Esta es la apuesta de muchos. Sin embargo, cada vez más, es preciso que se diga, la administración de la correlación de fuerzas, traducida en construcción de gobiernos compuestos por sectores conservadores de la sociedad, tuvo como resultado un distanciamiento cada vez mayor de las ansias de los sectores sociales que ayudaron a crear el partido. La apuesta comienza a presentar señales de cansancio.

El resultado es la producción de un monstruo, un extrañamiento por parte de alguien que no es mas capaz de reconocerse a si mismo y que retoma un poco del vigor del pasado y gana aliento apenas como reacción a las manipulaciones de los grandes medios de comunicación o de sectores de la derecha, que hablan como si estuviesen en el  pasado. En el nombre de “evitar un mal mayor” se fueron revelando, un poco aquí y otro allá, los equívocos deliberados y los involuntarios, hasta que un día el centauro no fue ya capaz de reconocer su imagen reflejada en el espejo. El PT viene operando en los últimos tiempos mediante una lógica pautada en dos polos: negación y transferencia. El problema es siempre el otro, el mal mayor a ser evitado a todo costo, perdiéndose en este proceso poco a poco, en etapas, la génesis de la lenta gestación del híbrido en que se transformó. 
 
Ejemplos emblemáticos pueden ser encontrados en la política de alianzas del partido, en las cuestiones ambiental, agraria y de derechos humanos. No nos olvidemos, por ejemplo, que el PT es parte de la composición del gobierno de Rio de Janeiro, tanto a nivel estadual como municipal, muestra local de un amplio espectro de aliados que incluyen empresarios, ruralistas e religiosos conservadores, entre otros. Claro que los  gobiernos tampoco son monolíticos, pero las balas de goma duelen más cuando son disparadas por quienes en otros tiempos acostumbraban rebelarse contra ellas. Y en las favelas y comunidades pobres, es importante que se diga, estas balas matan. Todo esto sin mencionar la política arbitraria de remociones de comunidades populares para la realización de los grandes eventos por todo el país, o la lógica desarrollista que justifica el gigantismo de obras que atropellan cualquier ponderación ambiental o derecho indígena.  
 
En relación a la cuestión agraria, João Pedro Stedile, dirigente del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), caracteriza al gobierno de Dilma como aquel que “va a entrar en la historia como el que menos contribuyó para la democratización de la propiedad sobre la tierra”. Sobre los derechos de las minorías hay por parte del PT un retroceso tan grande, que si continúan así, tendremos en breve a los grandes medios de comunicación defendiendo con mucho más desenvoltura los derechos de algunas de ellas, que el propio partido, para desesperación de algunos de sus militantes que, en el pasado, se hicieron notables por su combatividad en esta área.
 
No es fácil ser un centauro, este dimorfo que en cada una de sus partes está unido por extensión a la otra, pero para quien su contraparte es siempre una vergüenza. Cada una de estas partes considera las críticas que recibe profundamente injusta, ya que no se reconoce en ellas. Me parece, sin embargo, que el dolor debe ser mucho mayor para la parte inferior del animal.
 

Luis Dorville
Profesor de la Facultad de Formación de Profesores de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro, FFP-UERJ.
 

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