28/03/2024

Paro agropecuario y Post-Kirchnerismo

Por , , Correa Juan

Mayo de 2008

En la Argentina, el enfrentamiento entre el gobierno de Cristina Kirchner y los productores agropecuarios representados por la Federación Agraria Argentina (FAA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), CONINAGRO y la Sociedad Rural Argentina (SRA), ha provocado una crisis política, que mereció y merece distintas interpretaciones.

La dimensión de la crisis puede medirse en la repercusión mediática, dado que ocupó las primeras planas de los medios en los últimos dos meses, y en la estadística: ha sido la principal responsable de que, entre enero y mayo de 2008, se hayan producidos mas cortes de rutas que en el año 2001 y 2002.

La interpretación sustentada por "el campo" de que la cuestión se reduce a la expoliación del interior productivo con impuestos confiscatorios, por parte de centros urbanos parásitos que no respetan las normas constitucionales y subsidian a los que no trabajan; es la contracara de la propaganda engañosa del gobierno, que pretende presentarse como defensor de los intereses populares y a favor de la distribución de la riqueza, frente al " campo" dibujado como la encarnación de la egoísta oligarquía terrateniente, de pasado golpista y antidemocrático.

Lo primero que hay que decir es que la palabra "campo" siempre fue una palabra vidriosa, porque encubre una variedad de intereses, y hoy lo es mucho más que hace 50 años.

En un modelo económico de explotación agropecuaria dominada por los agronegocios, en el vértice de la acumulación de las ganancias están los exportadores de granos y los proveedores de insumos, todos grupos fuertemente cartelizados y de propiedad transnacional (Monsanto, Nidera, Dreyfus, Cargill, etcétera); un escalón mas abajo los grupos de la industria (aceiteras, usinas lácteas, molinos, frigoríficos exportadores), los feed lots (corrales de engorde), y pools de siembra. En este segundo segmento hay capitales nacionales (Urquía, San Cor, Grobbopatel) y extranjeros (la totalidad de los frigoríficos exportadores y los principales feed lots son de capital extranjeros). Podemos incluir en este segundo sector a los grandes terratenientes de capitales extranjeros (Soros) o nativos. Estos dos primeros segmentos del modelo de agronegocios, que han sido socios privilegiados de los gobiernos post-devaluación, tuvieron conductas diferentes frente al conflicto. Mientras los grupos mas concentrados no participaron en la protesta, algunos grupos del segundo escalón participaron con posiciones más tibias, que se traducen en el perfil adoptado por los dirigentes de Coninagro y la Sociedad Rural. La caracterización de socios privilegiados no es gratuita: se llevaron la parte del león de los agronegocios, pero además gozaron de los beneficios de una política impositiva regresiva centrada en gravar el consumo, y no el capital y la ganancia.

La política de sojización que ahora denuncia el gobierno para justificar sus medidas, fue impulsada por las mismas autoridades durante los cuatro años de anteriores. Precisamente las retenciones eran una herramienta que le permitía orientar la actividad agropecuaria hacia la producción de alimentos. Oportunidades de negocios favorables a la soja, impulsaron que quienes sembraban esta oleaginosa, desplazara a las verduras y a la producción de cereales y de carne; destruyeran rodeos y majadas, liquidaran a medieros y pequeños propietarios rurales que alquilaban campos para mantener sus rodeos, destruyeran bosques, desalojaran a miles de familias campesinas poseedoras.

En un país en el que, desde 1976, se esta produciendo una reforma agraria al revés, estos dos segmentos han sido los principales beneficiarios.

Pero los mas de 300 cortes de ruta diarios sostenidos durante semanas no podrían explicarse sino se incorpora y considera como parte del "campo" a los pequeños y medianos productores.

El ministro Lousteau precisó que 62.000 productores son los que producen el 20 % de la soja; en el conflicto de la carne se identificó a 120.000 productores que tenían rodeos inferiores a 200 vacas. Cruzando estas dos cifras podemos estimar que existen entre 150.000 y 180.000 mil productores que constituyen nuestra pequeña burguesía agraria.

Alfredo D´Angelis procede de ese sector y su propio recorrido es representativo de los de su clase. En los 90 estaba fuertemente endeudado y hasta llegó a perder sus 200 Ha. Se hizo contratista y ahora ha recuperado su tierra y explota en alquiler 600 Ha.

Arruinado por la política de convertibilidad, acertó quedándose con herramientas de trabajo y no con hacienda (por eso no quebró). Fue beneficiario de la política de devaluación y entró en el embudo de la soja. Se ha recuperado económicamente, pero tiene el techo y la amenaza que le imponen los pools de siembra con quienes no puede competir con el precio de los alquileres, y es expropiado por los exportadores que se le quedan con un 15% y que descargan hacia abajo la totalidad de las retenciones.

Siendo el eslabón más débil de la cadena capitalista del modelo sojero, advierte que un aumento de las retenciones inestabiliza su recuperación económica y sale a la ruta.

Pero aquí no terminan los actores sociales que son parte del "campo": existen también decenas de miles de familias campesinas y de pueblos originarios, en su mayoría poseedores de las tierras que no solo no están dentro del circuito de la soja, sino que en los últimos años han visto avanzar a los sojeros derribando bosques y expulsándolos de sus tierras. Estas familias, que destinan la mayor parte de su producción al autoconsumo, han venido desarrollando organizaciones de base que desde hace años han estado denunciando al modelo de agronegocios, al monocultivo sojero y la desertificación producida por la tala de los bosques. Al contrario de lo que sucede en Brasil, no existe una alianza entre estas organizaciones de poseedores y los pequeños productores. Incluso en algunos casos, han sido pequeños productores la punta de lanza del modelo sojero. Es explicable entonces que estos poseedores pauperizados no apoyaron el conflicto "del campo", y que en algunos casos fueran utilizados por el gobierno que los presentaba como "los auténticos campesinos" ofreciéndoles el señuelo de participar en la Subsecretaria de Pequeños Productores. Esta situación protagonizada por el Frente Campesino donde participan el Movimiento Agrario de Misiones ( MAM), Movimiento Campesino de Formosa (MOCAFOR), el Movimiento Campesino de Jujuy (MOCAJU) y que se armó con la participación de FACTA (Federación de empresas recuperadas) y Madres de Plaza de Mayo, es una buena ilustración de que, aunque no comparten alianzas con los pequeños productores, comparten sí la debilidad estructural y política de sujetos sociales que, desde lo corporativo, no pueden plantearse políticas autónomas. Unos se alían con la Sociedad Rural y Coninagro y otros con el Gobierno. En los dos casos, tratando de sobrevivir, embretados en políticas ajenas.

Distribución de la riqueza

Una de las banderas esgrimidas por el gobierno en esta batalla es su voluntad de distribuir la riqueza. Pero la Argentina creció a tasas excepcionales del 8% durante los primeros cuatro años del gobierno de Kirchner sin que se achicara la brecha entre los que ganaban mas y los que ganaban menos. Mejoraron sí, los índices de pobreza e indigencia (avances que ahora empieza a deteriorar el proceso inflacionario). Por eso, mas allá de idas y venidas en torno a los índices, encarar con seriedad el tema, nos impone analizar algunas reglas del capitalismo global y echarle a un vistazo a nuestro sistema impositivo

Los grupos económicos más concentrados que dirigen la llamada globalización (antes se decía imperialismo) plantean fragmentar los derechos sociales y socializar las cargas sociales (sistema impositivo). Este es un principio que tiene directa relación con la cuestión del sujeto potencial. Si un derecho social abarca a millones de personas, existe la posibilidad que millones de personas se junten para reclamar su aplicación, o mejorar su aplicación sumando nuevas exigencias. Por eso, la orientación de los planes sociales financiados por el Banco Mundial y otros organismos de crédito internacional apunta a sujetos localizados y fragmentados: la madre soltera, la madre con mas de tres hijos, los adolescentes, los mayores de cuarenta y cinco años, etcétera, etcétera. La justificación es que la localización garantiza mayor eficacia.

Pero cuando se trata de cargas sociales el razonamiento se invierte: localizar o identificar sectores con mayor capacidad retributiva no es lo indicado. Se apunta a impuestos indirectos "que paguen todos". El sistema impositivo argentino, construido por la última dictadura militar, perfeccionado por el menemismo y continuado por los gobiernos que lo siguieron, cumple cabalmente con esas normas hasta el límite de lo grotesco (nos parecemos mas al África que a los países del primer mundo). Los impuestos al consumo constituyen el 42% de la torta impositiva; no hay discriminación entre consumos de alimentos básicos y consumos suntuarios, y la estrella de la recaudación es el IVA, que aporta el 30% a la torta impositiva. El IVA es un impuesto que solo no pueden compensar los que viven de un salario o un plan social.

Las retenciones agropecuarias constituyen apenas un 10% de la torta impositiva, lo que denuncia una doble falacia: ni son el nudo de la distribución de la riqueza, ni constituyen por si solos impuestos confiscatorios. Pero las retenciones, como ocurre con los impuestos al consumo, tienen la mala leche de agrupar a quienes tienen distintas posibilidades contributivas. Y entonces Alfredo D´Angelis (y los de su clase), pelean contra las retenciones codo a codo con un poolista sojero, a quien afecta de forma diferente el impuesto. Porque cuando D´Angelis implanta su soja paga un costo del 20% superior al que paga el pool. Y cuando la vende lo hace a un precio que es 15 % menor que lo que cobra el pool.

Y allí esta la explicación de porque la combatividad en el conflicto agropecuario fue inversamente proporcional a la concentración del capital. En otras palabras: los grupos mas concentrados directamente no pelearon, los productores grandes pelearon tibiamente y al conflicto lo sostuvieron los productores chicos y medianos.

Aunque, como decía anteriormente, poner el cuerpo en la ruta no significa capitalizar la negociación.

¿Un conflicto buscado?

Si el objetivo del gobierno no fue redistribuir la riqueza, surge la pregunta de porqué se embarcó en este conflicto. Hay razones económicas y políticas.

La razón económica no vino dada por un cambio de filosofía con respecto al modelo productivo de agronegocios. No es que de golpe advirtieron que su política agropecuaria era un gigantesco embudo que destruía a los pequeños productores ganaderos y los pequeños arrendatarios, despojaba a los poseedores de tierras, destruía bosques nativos, liquidaba la producción de verduras y otros alimentos, y ponía en peligro la supervivencia de los suelos.

Lo que advirtieron fue un faltante de caja. Las divisas que ingresaban al gobierno por el embudo de la soja, se completaban con las que entraban por la explotación irracional de los hidrocarburos. La historia se complicó porque los suelos aguantaron un poco mas que las reservas de petróleo (porque las empresas que lo extraen se "olvidaron" de explorar) y entonces el torrente que era alimentado por dos bocas, quedó reducida a una.

Y no se les ocurrió otra cosa que aumentar un poco mas las retenciones a la soja y el girasol. Medida que desató la protesta de los productores de oleaginosas, pero también se extendió a las economías regionales, los tamberos, los ganaderos y los productores de cereales, que ya venían acumulando broncas advirtiendo que estaban siendo perjudicados por la alianza del gobierno con los exportadores, los proveedores de insumos y con la industria (vía subsidios, o superganancias).

La razón política es que, para ubicarse en el centro, siempre hay que identificar un enemigo por derecha. Al kirchnerismo le había ido bien con los militares genocidas, desprovistos de toda solidaridad por sus compañeros de armas en actividad y por los grupos económicos que los acompañaron en la dictadura; y algunos gestos, como el de no concurrir a los actos de la Sociedad Rural, había generado simpatías populares.

Pero evidentemente valoraron mal un entramado social muy complejo, y que cerró filas enfrentándolo en un escenario inesperado, las rutas, con un referente chacarero que resultó mucho más creíble y populista que la dama presidencial.

El Post-Kirchnerismo

El sueño de los poderosos es la perpetuidad en el poder. En la Argentina acunan esos mismos sueños sus protagonistas civiles y militares. Alguna vez Onganía soñó con quedarse 20 años; tuvimos militares genocidas "con objetivos sin tiempos"; Alfonsin se ilusionó con un Nuevo Movimiento Histórico y los Kirchner fantasearon con una reedición del PRI mejicano, que se conservó setenta años en el poder. Pero cada cual tuvo su Cordobazo, su Malvinas, su Semana Santa. Su Waterloo.

Parece injusto que socios privilegiados del crecimiento económico post-devaluación, se hayan convertidos en los aguafiestas del matrimonio presidencial. El enemigo menos pensado, a juzgar por los resultados electorales obtenidos por el kirchnerismo hace menos de un año en los lugares que fueron epicentros del conflicto. O por la circunstancia de que quiénes pedían mano dura para los piqueteros, terminaron protagonizando mas de cuatrocientos cortes de ruta; un delirio insurreccional solo

imaginado por febriles mentes de ultraizquierda

La Argentina es un país inesperado. Después del conflicto agropecuario, se empieza hablar de post-kirchnerismo.

Isabel Perón en los funerales del transversalismo

La derecha mediática jugó fuerte en la coyuntura. Según sus editorialistas, los impuestos confiscatorios al "patriótico" empresariado rural confirmaba el regreso de los Montoneros asociados a Chávez y Fidel Castro. Pero si hubo una vuelta al pasado, no fue precisamente el regreso de los Montoneros y de las consignas por "la Patria Socialista".

El acto en Plaza de Mayo "en defensa del gobierno popular", revivió la ortodoxia justicialista, aquella de "la Patria Peronista". Las columnas más importantes fueron aportadas por el Sindicato de Camioneros y los punteros del conurbano. La presencia de un puñado de militantes de Derechos Humanos, Hebe de Bonafini y algún artista popular, no pudieron disimular que un puntero de José C Paz movilizó mas que todo el transversalismo junto.

Así como el alfonsinismo presumió ser mucho mas que " los radicales", el kirchnerismo prometió ser mucho más que "los justicialistas". La pureza en estos casos, no significa una apuesta mas elevada, sino la demostración de un fracaso, la comprobación de que la mascara ya no puede ocultar el retorno de los conocidos de siempre, y de que empezó el tiempo del retroceso. A Cristina Fernández le ha tocado lidiar con estos tiempos y empezó en desventaja. Queriendo emular a Evita consiguió parecerse Isabel, y solo pudo conseguir la mitad menos amable de lo acumulado por Evita: el odio de los oligarcas.

Las ultimas elecciones presidenciales mostraron una ruptura de las clases medias de las grandes concentraciones urbanas con el proyecto kirchnerista. En el interior, le había ido mucho mejor al compás del bienestar sojero. Ahora se rompió el idilio y las clases medias urbanas de las ciudades rurales estuvieron a la cabeza de los cacerolazos en el interior.

Pero no todo es malhumor "clasemediero", también hay crisis energética, pérdida de credibilidad e inflación.

Para enfrentar la crisis energética, la Argentina importará este año 1.800.000 metros cúbicos de gas-oil. Mas del doble que el año pasado. Pero apenas iniciado el invierno empezaron los cortes de gas a industrias, los bolsillos de los más pobres fueron golpeados por un nuevo aumento del precio de las garrafas y las redes eléctricas caminan al borde del colapso.

La abrumadora mayoría de la población piensa que el gobierno miente con las mediciones de la Inflación que publica el INDEC, y esa falta de credibilidad se extiende a otros aspectos de la gestión. La inflación llegó para quedarse y el mas optimista de los cálculos privados estima un 30% para 2008, lo que significa un aumento de dos millones y medio de pobres y de setecientos mil indigentes. Esos datos chocan con un discurso oficial que afirma la decisión del gobierno de distribuir la riqueza y hacer una sociedad más solidaria.

Y ya se sabe, cuando cruje el barco del gobierno, las ratas afinan el oído, estimulan el sentido del olfato y de la vista.

El síndrome de Boca Júnior

El ingeniero Macri pudo haber elegido ser Presidente de Unión Argentina de Rugby, o de la Federación Argentina de Tenis, o hasta incluso presidente de River ("los millonarios") pero eligió a Boca Júnior para proyectarse como figura pública. Cuestión de olfato, o de calculo matemático de los votos que se necesitan para ser Presidente. Los "bosteros" no tienen glamour pero dicen ser la mitad mas uno.

Con un partido inventado (el PRO) pudo ganar la Capital, pero su olfato le dice que para ser Presidente tiene que conducir al Boca Júnior de la política, es decir al Justicialismo.

Lo anterior viene a explicar porque, cuando los votantes de Mauricio en la Capital agarraron la cacerola, el dirigente se hizo el distraído cediéndole toda la iniciativa a Elisa Carrió. Mauricio sabe que el Justicialismo lo permite todo, incluso ser neoliberal. Pero nunca le perdonaría que fuera gorila. Y Macri respeta ese imaginario agiornado del justicialismo donde Miguens es gorila y Grobopatel es un emprendedor exitoso, acompañante viajero del matrimonio presidencial .

Macri apuesta a una implosión del matrimonio gobernante y se reserva la carta de ser el que ofrezca orden en el caos. Algo así como el Duhalde del 2002. Por eso sigue cultivando las viejas relaciones con el Justicialismo, con los punteros de Capital, con Scioli, con los ex menemistas: no se expone y espera su turno.

El regreso de la Alianza

En el clímax de las exageraciones mediáticas la tapa de Pagina 12 acusó a los dirigentes de las cuatro organizaciones que asumían la representatividad de los intereses rurales de ser "Los 4 Jinetes del Apocalipsis". En esa misma edición, el Sr. Verbitsky desgranaba sus argumentos vinculando el conflicto agrario con redes golpistas.

Sin desconocer que militares golpistas puedan operar delirando con capitalizar la movilización popular, la realidad está bastante lejos de las elucubraciones del diario oficialista y sus manipuladores mediáticos.

Así como los cortes de ruta incorporaron al reclamo y a la política a miles de trabajadores desocupados, los cortes de ruta del 2008 han incorporado al reclamo y a la política a miles de pequeños y medianos productores, profesionales e intermediarios ligados al " campo", que no tenían participación política alguna, salvo votar; que repudiaban a los piquetes y las movilizaciones; y que se caracterizaban por un fuerte individualismo y casi nula participación en las asociaciones gremiales. Su relación con el pasado hay que buscarla mas por el lado de un reverdecimiento de la Alianza (Buzzi fue un hombre del FREPASO) y del radicalismo. Elisa Carrió con su Coalición Cívica, aprovecha las vacilaciones del Ingeniero Macri y se ofrece como mascarón de proa del nuevo emergente social y político. La Carrió, como el Partido Radical, no tienen pretensiones de disfrazar su antiperonismo. Van a asentar sus posibilidades electorales en el descontento de las clases medias urbanas y rurales recreando una Alianza donde puedan convivir Alfonsin, Prat Gay, Miguens, Olivera, Buzzi, Binner, los radicales K, Toti Flores, Lanata y algún justicialista que se sienta desplazado como Reuteman o Schiaretti.

Sobre las nuevas formas de control social

La idea de ser depositarios del patrimonio de "la normalidad" alimentó la soberbia del Kirchnerismo. Estuvo presente en el discurso de Cristina, pero también estuvo presente en los barrios cuando los afectados por las inundaciones, o por un temporal fueron a pedir ayuda; cuando una cooperativa de trabajo no oficialista va a pedir trabajo en obras estatales. La realidad con que se encuentran en los dos casos es que solo hay apoyos para los que figuran en las listas de los punteros o las organizaciones oficialistas. La respuesta es: están con nosotros, o no hay nada. Y las víctimas salen a la calle, como salieron en Tucumán a reclamar por el cospel o en Gran La Plata, donde los cortes de calles, por vecinos afectados por la inundación y después por el temporal, son cotidianos.

Creo que es incorrecto reducir los cacerolazo que se produjeron en Plaza de Mayo y en el interior a manifestaciones oligárquicas. Seguro que hubo oligarcas pero también, y especialmente en el interior, muchos sectores de clase media que no soportan mas la soberbia oficial.

Cuesta calificar el desalojo a golpes de "la puta oligarquía" de Plaza de Mayo por parte de los piketeros K, como un acto de autodefensa popular. Mas bien están cercanos al accionar de la patota de Moyano, intentando desalojar cortes de ruta de productores. En su accionar hay puntos de contacto con quienes patotearon a trabajadores en el Hospital Francés, en el Casino, y en Subterráneos. Al matonaje de Milagros Salas, principal anfitriona de Cristina en Jujuy, que dieron una golpiza al dirigente popular Luca Arias en el 2006 y apretaron al Perro Santillán; la continuidad de apretes a referentes vecinales en villas de Capital y el conurbano donde grupos oficialistas hacen planes de vivienda aliados a los viejos punteros de todos los gobiernos.

Ya no se trata de la policía o la gendarmería, son grupos que movilizan personas de nuestro pueblo y que a veces consiguen referencia en casos resonantes, pero su objetivo no es cambiar la sociedad, sino ejercer nuevas formas de control y represión al pueblo.

No inventaron nada nuevo. Hay que volver a Walsh en Quien mató a Rosendo, para reconocer en estos nuevos protagonistas el retorno del Lobo Vandor, con las mismas trampas, las mismas mascaras, las misma funcionalidad a los poderosos.

La política barra-brava

En el pico del conflicto agropecuario se escucharon algunas voces que alertaban sobre los inconvenientes de que en la Argentina se empiece a imponer una cultura política de "barras-bravas". Es decir que los conflictos de intereses se diriman en espacios abiertos: rutas cortadas, plazas movilizadas. Esas voces surgieron de voceros que expresaban al gobierno, pero también de los grupos mas concentrados de inversiones en agronegocios. La cuestión no es menor para quienes desde hace años se han acostumbrados a resolver sus conflictos a través del lobby. El "lobby" es una palabra inglesa que designa la antesala de los edificios, los parlamentos y los despachos ministeriales donde, subrepticiamente, circulan tráficos de influencias, valijas persuasivas, regalías y aprietes. Por extensión el lobby ha sido la forma preferida de nuestros gobernantes y los grandes empresarios, para disputar o conciliar sus intereses.

En la política del lobby, el gran público no se entera lo que se discute. En la política hecha en rutas cortadas y movilizaciones masivas, algunos temas salen a la luz, y se eleva la discusión política del conjunto de nuestro pueblo.

Por ejemplo a raíz del conflicto agropecuario se puso en discusión que en políticas impositivas se puede hacer una distinción entre pequeños propietarios y grandes terratenientes. Se trata de retenciones que representan el 10% de la recaudación impositiva.

¿Que ocurriría si se discutiera en las rutas y en las plazas la cuestión de que se grava mas el consumo que el capital o la ganancia. ¿Que podría suceder si se empezara a cuestionar el IVA, que es el impuesto a los pobres, que afecta directamente a los alimentos y a la canasta básica y representa el 30% de la recaudación impositiva?

Tiene razón este gobierno "empeñado en distribuir la riqueza" y los empresarios "sometidos a una insoportable presión impositiva" que la política " barra-brava" es un lamentable error y un pésimo ejemplo para la ciudadanía.

"No hay que avivar giles", recuerda un dicho popular. La izquierda se pierde en el oportunismo o duerme la siesta del conservadurismo, pero no vaya a suceder que alguien se avive y eche la primera piedra a rodar.

La vocación marginal

Alguna vez alguien dijo que se vive como se piensa, o se termina pensando como se vive. La cita es muy apropiada para echar a una mirada a nuestra izquierda que, desde la realidad de vivir en la marginalidad, empieza a pensar marginalmente. Convierte así una circunstancia histórica, una mala racha, que puede explicarse en el contexto mundial, en una vocación política.

¿Hay oportunidad histórica para la izquierda en el post-kirchnerismo?

Desde lo objetivo se abre una oportunidad muy interesante. El problema no es si hay posibilidad de entrar en el juego grande de la política y tener incidencia efectiva. El problema es si hay decisión de hacerlo desde una posición de autonomía política.

La actuación de la izquierda en la coyuntura estuvo por debajo de sus posibilidades en sus dos variantes: el oportunismo y el conservadurismo.

El oportunismo se expresó en salir corriendo con apoyos críticos detrás de uno de los polos del conflicto. Unos apoyando al "campo", caracterizando su movilización como rebelión agraria; otros corriendo detrás del gobierno con la excusa de defenderlo de un golpe antidemocrático y las fuerzas de la reacción. Los dos justificando su accionar en nombre de que concurrían a esas trincheras sin bajar sus banderas de la reforma agraria. Las carcajadas que se escucharon en Olivos son iguales a las de la Sociedad Rural; pero como corresponde a mariscales que solo plantean agrupar fuerzas, les contestaron a ambos que su planteo era muy interesante, pero lo discutirían mas adelante.

La otra variante del pensamiento marginal se expresó en el conservadurismo. La correcta negativa a sumarse en el conflicto "campo" vs. gobierno, sumándose a uno de los bandos en pugna, no fue acompañada por propuestas alternativas que expresaran una posición autónoma. Desde el conservadurismo cualquier iniciativa es mirada con desconfianza y la resistencia a los cambios está bonificada. Se privilegia conservar el prestigio sobre arriesgar políticamente. En consecuencia la intervención política es siempre tardía, de bajo perfil y parte de grandes enunciados ideológicos. Esta claro que hacer historia o docencia es mucho menos riesgoso que hacer política.

Resulta paradójico que cuando se cumplen 100 años del nacimiento del Che, la izquierda argentina se debata entre el oportunismo y el conservadurismo. Y en consecuencia el perfil del militante de izquierda políticamente correcto es aquel que encarna las prevenciones ante lo nuevo. Porque precisamente, el Che (y la revolución cubana) encarnaron la ruptura con el oportunismo y el conservadurismo de la izquierda latinoamericana de su época, fueron diferentes por su vocación de poder para transformar la sociedad.

 


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