La “Revolución de los Paraguas”, como la ha bautizado la prensa internacional ha llevado al movimiento de los indignados a Hong Kong, a las puertas de la República Popular de China, en lucha por el sufragio universal y la justicia social. Lo que comenzó la semana pasada como una huelga de estudiantes de secundaria, convocada por la Federación de Estudiantes de Hong Kong y Scholarism -un movimiento dirigido por un estudiante de 17 años, Joshua Wong-, se ha convertido en un gran movimiento ciudadano que, bajo una casi continua lluvia, ocupa desde el lunes todo el centro financiero de Hong Kong. Un movimiento que ha sido capaz de superar la represión de la policía antidisturbios y cuestionar el pacto oligárquico negociado en 1987 entre el Reino Unido y la RP China para asegurar bajo la consigna de “una nación, dos sistemas” la estabilidad financiera, la falta de derechos ciudadanos y el poder político y económico de la oligarquía millonaria de Hong Kong.
En este dossier de urgencia, hemos recogido artículos de Ming Chun Tang, Joe Meadway, Wu’er Kaixi y el llamamiento de la Confederación Sindical de Hong Kong, que permiten una primera aproximación al movimiento democrático-popular de Hong Kong, que iremos ampliando.
La lucha de Hong Kong contra el Neoliberalismo
Ming Chun Tang
Mientras los manifestantes inundan las calles de Hong Kong exigiendo elecciones libres en
2017, la prensa internacional aporta su interpretación habitual, caracterizando la lucha como un
enfrentamiento entre un Estado autoritario y unos ciudadanos que quieren ser libres. La
izquierda, por su parte, ha mantenido un notable silencio sobre el tema. No es claro todavía si
se trata de incapacidad para comprender la situación, de falta de voluntad para apoyar unos
valores supuestamente liberales, o renuencia a criticar a China. Las noticias sobre Occupy
Central inundan las primeras páginas de los principales medios de comunicación y tanto la
BBC como la CNN han publicado "argumentarios" que confunden más que explican, sin hacer
ningún esfuerzo real por profundizar en las raíces económicas de descontento. La "BBC" ha ido
"1La lucha por el sufragio universal en Hong Kong. Dossier www.sinpermiso.info
tan lejos como para preguntarse si "el futuro de Hong Kong como centro financiero", está
"amenazado" – lo que nos da una idea de cuáles son las prioridades del establishment
mundial.
Pero independientemente de lo que la BBC quiere que el mundo crea, Occupy Central no es
tanto una lucha por la democracia como una lucha por la justicia social. Es cierto que los
hongkoneses están molestos por la interferencia de Beijing en sus asuntos internos, ya sea la
inmigración desde China, los atentados a la libertad de prensa, o los programas nacional-
propagandísticos de "educación moral y nacional". Estos problemas, si bien son graves,
palidecen en comparación con la difícil realidad de la vida cotidiana en Hong Kong. Como el
profesor de la City University de Hong Kong Toby Carroll señala, uno de cada cinco habitantes
de Hong Kong vive por debajo del umbral de pobreza, mientras que la desigualdad ha
aumentado hasta uno de los niveles más altos del mundo. Los salarios no han aumentado en
línea con la inflación - lo que significa que han caído en términos reales, el salario mínimo, que
no fue introducido hasta 2010, se ha fijado en HK$ 28 (US$ 3.60) la hora - menos de la mitad
que en los Estados Unidos. No hay derecho de negociación colectiva, no hay prestaciones de
desempleo ni pensiones. La semana de trabajo promedio es de 49 horas – cómo si no fueran
suficientes las 40 horas habituales. Los precios de la vivienda se encuentran entre los más
caros del mundo. Incluso el neoliberal The Economist sitúa a Hong Kong en lo más alto de su
índice de capitalismo de amiguetes a una cierta distancia de los demás.
La lista de personas que se han pronunciado en contra Occupy Central es particularmente
reveladora: el oligarca Li Ka-shing, el HSBC, las cuatro firmas contables más grandes del
mundo, entre otros en los círculos de negocios. El principal problema con la administración
hongkonita de CY Leung no es el hecho de que no fuese elegido democráticamente, sino su
servilismo ante todo a dos grupos: Beijing, por un lado, y las élites locales, por el otro. En otras
palabras, está muy lejos de ser democrático y representativo. No es difícil ver por qué las
grandes empresas y los oligarcas están aterrorizados ante Occupy Central: cualquier
movimiento hacia una democracia auténtica les haría perder poder y su control sobre Hong
Kong. El status quo, por otra parte, les conviene.
Los habitantes de Hong Kong no son precisamente un grupo de ideólogos. Nunca hemos
podido votar – ni durante los 17 años de dominio colonial chino, ni durante los cien años de
dominio colonial británico antes – pero éramos buenos súbditos coloniales y nos quedamos
tranquilos porque nos iba bastante bien la vida. Pero a medida que la clase media y trabajadora
comienzan a sentir la crisis, la clase dominante está empezando a darse cuenta de que no
puede simplemente dejarles un trozo más grande de pastel. La batalla por la democracia no es
una batalla por el voto, sino una batalla por una democracia auténtica: por el derecho del
"2La lucha por el sufragio universal en Hong Kong. Dossier www.sinpermiso.info
pueblo a auto-gobernarse. El voto no es más que el punto de partida de un largo proceso de
reformas que le quite el poder de las manos a las élites hongkonitas y chinas y, por primera
vez, lo ponga en las de la gente común.
Ming Chun Tang es un escritor nacido en Hong Kong, estudiante en la universidad de Hamilton (Nueva York), en la
actualidad en la London School of Economics. Publica el blog Retirar los escombros .
Publicado en www.sinpermiso.info