25/04/2024

Jacques Texier Un “gramsciano” francés que se enfrentó a Bobbio.

Murió en enero. Merece ser recordado, no sólo por su célebre disputa en el congreso de Cagliari (1967)[1] donde indaga sobre la complejidad del concepto de sociedad civil en Gramsci para refutar a uno de los “grandes interlocutores culturales”, como dice Stefano Petrucciani del Partido Comunista Italiano, sino por toda su obra filológica de interpretación de Marx y Engels.
“Espíritu indócil” dice Jacques Bidet, con quién compartió la dirección de Actuel Marx durante diez años. Fue Texier quien le puso el nombre, siendo ya miembro de CNRS y del Centre d´Etudes et de Recherches Marxistas, que animaban entre otros Georges Labica y Lucien Sève. 

Révolution et démocratie chez Marx et Engels, editado por PUF en 1998[2], es, quizá, su obra político-filosófica más importante, pero fueron innumerables sus trabajos en Actuel Marx sobre cuestiones de la teoría de la modernidad, el concepto de sociedad civil en Gramsci y la guerra de posiciones, la cuestión de la igualdad y la supresión del trabajo inmediato en Marx, la teoría de la racionalidad en Agnes Heller, su discusión con Jacques Derrida, sus reflexiones sobre el concepto de libertad en Isaiah Berlin y, especialmente, sus estudios sobre los textos de Marx y Engels en la historia del marxismo.

Filósofo culto, recuerdo su desazón al leernos en su casa una página -creo que de Kipling- donde se afirmaba que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen. Académico acostumbrado a los congresos, evoco su asombro en Rosario -en el Coloquio Internacional sobre el Nuevo Orden Mundial (1993)-, donde expuso sobre Hayek y el mercado, frente a más de mil asistentes, entre el humo de los choripanes del patio de Humanidades. Tan asombrado como cuando, habiendo sido traducido a tantos idiomas, en DOXA publicamos el dossier Pensar Texier[3].  
Este hombre indócil renuncia al PCF en 1982 y, como dice Petrucciani, otro animador de Actuel Marx, vio venir –acertadamente- la caída del socialismo real.
 
Respiraba “la alegría de vivir”, dice Bidet. La respiró cuando ya impedido de escribir en el ordenador, me comentó que lo hacía a mano comunicándose por el sistema de la vecchia posta. En italiano, porque sabía de mi pésimo francés. Con la misma alegría que nos anunció que había logrado que me invitaran al congreso de Urbino en 1994  sobre Lenin y el Novecientos. Allí donde, provocativamente, como era otro de sus rasgos, fue realistamente cruel en su análisis de La revolución y el Estado, sosteniendo que Lenin había hecho una mala lectura de Engels. Así como también, a modo de provocación, afirmaba que el sindicalismo era obra de la “iniciativa privada”.
Honesto, cuando públicamente confesaba que sentía vergüenza porque aun no había leído a Trotsky. Irónico, cuando lo llevé a la Isla Maciel y preguntó si eso era la Argentina de la doppo guerra.
Cálido, afectuoso. Lo conocimos en el Coloquio de Siena por el cincuentenario de la muerte de Gramsci, en 1987. Después de la última sesión iba al hospital a visitar a un amigo enfermo y mientras lo acompañábamos, antes de despedirnos, nos dijo que no dejáramos de ver los murales de los Lorenzetti que están allí. La imagen que tuvimos con Leandro Ferreyra fue, vaya a saber porqué, la de un estudiante porteño. Un viejo camarada que se va caminando con las manos en los bolsillos, como pateando tachos, pensando en el amigo y en la Alegoría del buen y el mal gobierno. Las Consecuencias de tales gobiernos, su preocupación.
Hijo de obreros comunistas miembros de la Resistencia, vive el choque del 68. No abandona la nave, pero entiende que puede tener más de una bandera. Francés althusseriano en Italia, gramsciano italiano en Francia. Puente político e ideológico. La riqueza de la perspectiva de la sociedad civil chez Gramsci abre un camino que permite liberarse del obrerismo a todo trance. Es el que abordó, con Bidet, tanto en la Revista, como en los Congresos Internacionales Actuel Marx y Confrontation. Se trató no sólo de reencontrar las diversas corrientes de la tradición marxista sino de trabajar con otras formas de pensamiento y las ciencias sociales contemporáneas. Un camino que no nos es ajeno. 
 
Febrero 2011. 
                                                                                                                            

[1] Copia de sus escritos en la polémica obran en el CEDINCI.
[2] Una síntesis de sus tesis, correspondientes a un trabajo en Actuel Marx, basadas en su traducción italiana, fueron publicadas en Buenos Aires por k&ai en 1994, con el título Democracia y Revolución.
[3] “¿Qué cultura para que concepto de política?” Revista Doxa, Año III, nº 7, Bs. As. 1992, pág. 5.

 

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