25/04/2024

Incendio en el Museo de Rio de Janeiro. Austericido,  negligencia  y crimen cultural  

Por Revista Herramienta

Los museos son lugares donde el tiempo se transforma en espacio”. Orhan Pamuk

 

El tiempo: 200 años, el espacio: el del Museo Nacional de Rio de Janeiro (MNRJ).

Este domingo 2 de septiembre, un enorme incendio devasto el museo, destruyo  una de las joyas culturales más preciadas de Brasil, con un acervo de más de 20 millones de valiosas piezas.

El fuego comenzó alrededor de las 19.30 y sólo fue controlado alrededor de las 3 horas del día siguiente. Los bomberos estuvieron casi dos horas sin poder actuar porque los hidrantes no tenían agua, tuvieron que buscarla  en un lago. El rector de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), Roberto Leher declaro. ”Reconocemos el trabajo valeroso del Cuerpo de Bomberos, pero la forma de combatir el fuego no fue de la misma proporción y escala del incendio. Percibimos claramente que faltó una logística y una capacidad de infraestructura"

Austericidio, negligencia  y crimen cultural, son  el resultado de los planes de recortes presupuestarios y ajustes que se aplican a las instituciones culturales y educativas en la mayoría de los países latinoamericanos. Argentina es un  triste ejemplo de estas políticas destructivas.

El MNRJ no recibía la asignación que necesitaba para su manutención desde hace cuatro años. Al menos 10 de los 30 espacios de exposición estaban cerrados y solo 1% de la colección estaba expuesta al público. En este año, la institución llegó a cerrar sus puertas durante 10 días después de una huelga de los empleados responsables de la limpieza del local que reclamaban sueldos atrasados. Desde 1946, el Museo Nacional está asociado a la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), que también estaba sometida a recortes de presupuesto. La dirección del museo negociaba con el Banco Público de Fomento (BNDES) fondos para su manutención, que incluía la instalación de un sistema anti-incendio, actualmente inexistente. Pero el fuego llegó antes que la ayuda.

Luiz Fernado Dias Duarte, subdirector del Museo Nacional declaro  “Son 200 años de memoria, ciencia, cultura y educación, todo perdiéndose en el humo por falta de apoyo y conciencia de los políticos brasileños”. Su desahogo encuentra apoyo en la realidad. Cuando el museo cumplió 200 años, el pasado junio, ningún ministro de Estado aceptó la invitación para asistir a la ceremonia” “Todos quieren dar apoyo ahora. Nunca tuvimos suficiente apoyo”. Dijo sentir una "inmensa rabia" por todo lo que lucharon y que "fue perdido en la fosa común"

La SBPC (Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia) de Río de Janeiro señalo:” el incendio es símbolo del descuido del gobierno de Michel Temer con ciencia, cultura y patrimonio” Pero admite que esa indiferencia viene desde la gestión petista del gobierno de Dilma Russef. "Desde 2014 el gobierno federal no hace la transferencia de los recursos apropiados para el mantenimiento del museo".

La curadora e investigadora académica Ivana Bentes, ex secretaria de Ciudadanía y Diversidad Cultural del Ministerio de Cultura, clasifica el incendio de "barbarie" y no "accidente" producto de  la precariedad de sus instalaciones. "El museo sobrevive con el mínimo de recursos del Estado, el público hacía contribuciones para  ayudar en el mantenimiento", recuerda.

Marco Aurelio Caldas, un museólogo que  trabajo en la institución durante más de nueve años, llegó al museo tan pronto como se enteró del incendio. "Son 200 años de trabajo de una institución científica, la más importante de América Latina. Todo está terminado. Nuestro trabajo, nuestra vida estaba allí"

El urbanista Washington Fajardo, que fue presidente del Consejo Municipal del Patrimonio Cultural de Río de Janeiro declaro. “Que las generaciones futuras nos perdonen. Somos la gran nación desmemoriada, vagando por el cosmos sin saber lo que fuimos, o que podemos, o soñamos. Ahora son cenizas aquello que debería inspirar a los jóvenes a guiar la nación”.

Otros trabajadores de museos, investigadores, académicos y pasantes también acudieron al barrio de Sao Conrado en Río. Muchos de ellos lloraron mientras observaban cómo las llamas consumieron el edificio.

 

El MNRJ, devorado por las llamas este domingo en Río de Janeiro, es el último de una larga lista de instituciones y entidades culturales que han sido parte de la desidia, abandono y  pasto de las llamas en Brasil en los últimos años.

En 2010, un incendio afectó al laboratorio de reptiles del Instituto Butantan, también en Sao Paulo y sede de una de las principales colecciones de cobras de Latinoamérica.

En 2011 el Palacio Universitario de la UFRJ, situado en playa Vermelha, también fue pasto de las llamas, que devoraron la capilla y el almacén de la Facultad de Educación.

En 2013, el auditorio del Memorial de América Latina, en el que se encontraba expuesto un enorme panel de la centenaria artista nipo-brasileña Tomie Ohtake en Sao Paulo, obligó a los bomberos a actuar durante horas en el local, proyectado por el célebre arquitecto Oscar Niemeyer.

.Por aquel entonces también se denunciaron los recortes acumulados destinados a la Secretaría regional de Cultura.

Por otro lado, el Museo de Ipiranga, dependiente de la Universidad de Sao Paulo (USP), está cerrado desde hace cinco años mientras se culminan una serie de reformas después de que un informe alertara sobre el riesgo de derrumbamiento del edificio, también de un gran valor arquitectónico e histórico.

En octubre de 2016, la octava planta del rectorado de la UFRJ fue calcinada y dos años antes, un cortocircuito en un aire acondicionado provocó otro incendio en el Centro de Ciencias de la Salud de la entidad.

En 2016, la Cineteca brasileña, en São Paulo, perdió una colección de 1.000 películas latinoamericanas por el fuego que llegó a uno de sus depósitos. Tres meses antes, el Museo del Idioma Portugues (Museu da Língua Portuguesa), también en São Paulo, había sido dominado por el fuego.

En agosto de 2017, hubo cuatro heridos en otro incendio en una residencia estudiantil de la universidad fluminense, que, con más de medio siglo de antigüedad, nunca pasó por una reforma y no contaba con salidas de emergencia, ni alerta de incendios.

Hace un mes  una explosión en el laboratorio de metalurgia del Instituto Alberto Luiz Coimbra dejó tres heridos. Dos meses antes, en junio, se prendió fuego uno de los pisos del Hospital Universitario Clementino Fraga Filho

 

3 de septiembre

 

Quemamos el quinto mayor acervo del mundo.

Quemamos el fósil de 12.000 años de Lucía, descubrimiento que cambio todas las investigaciones sobre ocupación de las Américas.

Quemamos murales de Pompeya.

Quemamos el sarcófago de sha amum en su, uno de los únicos en el mundo que nunca han sido abiertos.

Quemamos el acervo de botánica Bertha Lutz.

Quemamos el mayor dinosaurio brasileño ya montado con piezas casi todas originales.

Quemamos el angaturama limai, mayor carnívoro brasileño.

Quemamos algunos fósiles de plantas ya extintas.

Quemamos el mayor acervo de meteoritos de América Latina.

Quemamos el trono del rey adandozan, del reino africano de dahomey, del siglo XVIII.

Quemamos el edificio donde se firmó la independencia de Brasil.

Quemamos dos bibliotecas.

Quemamos la carrera de 90 investigadores y otros técnicos.

 

Lo que arde en el museo es parte de la historia antropológica de la humanidad. De la historia científica de la humanidad.

 Si pudieran, nos quemarían junto con las paredes del museo, con el edificio en sí, con las salas de donde d. Pedro ii reinó, con los corredores por los que pasaron los esclavistas de la primera Constitución de la República, si pudieran, nos quemaban.

Es inconmensurable lo que perdimos.

Me estoy tragando el llanto.

" todos los que pasen por aquí protejan esta losa, porque guarda un documento que revela la cultura de una generación y un hito en la historia de un pueblo que ha sabido construir su propio futuro Eso es lo que estaba escrito en el suelo, frente al museo nacional."

 

Rui de la Cruz jr - archivista, empleado del museo    

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