28/03/2024

Falleció el dirigente socialista Juan Carlos Coral

Por Revista Herramienta

En su memoria publicamos una entrevista que le realizara el Diario Popular en marzo de 2018.

Coral, un protagonista de la historia política argentina

Con apenas 30 años, Juan Carlos Coral ocupó una banca como diputado nacional en 1963, al lado de su admirado Alfredo Palacios. Dirigente del socialismo durante muchos años, hoy es un referente ineludible de la política argentina.

Hubo un tiempo en que la política no precisaba de managers, de marketing, de puestas en escena, cuando el capital que tenían los políticos- mejores o peores, de izquierda, centro o derecha- era la capacidad para transmitir sus convicciones, y hablar de programas y propuestas en lugar de participar de ciclos de TV donde la premisa es bailar, contar chistes o chicanear a los gritos en lugar de debatir.

Uno de los protagonistas de aquellos años donde las ideas prevalecían sobre la imagen es Juan Carlos Coral, recordado por una oratoria casi épica y por un atuendo que hacía recordar mucho a su compañero del Partido Socialista Alfredo Palacios, sin dudas uno de los mayores propulsores de leyes sociales en nuestro país.

Alejado desde hace varios años de la puja por llegar a algún puesto de poder en la política argentina, Coral, hoy a los 84 años, sigue siendo un referente, un hombre de consulta permanente, y un idealista que sigue defendiendo las mismas ideas que abrazó en su adolescencia, cuando el sufrimiento de los peones rurales encendió en él una conciencia de clase muy especial.

Elegido diputado nacional por el Socialismo Argentino en 1963, y orgulloso compañero de bancada de su admirado Palacios, Juan Carlos Coral volvió a postularse en 1973, como candidato a presidente del Partido Socialista de los Trabajadores, acompañado por Nora Ciaponne, una dirigente que tuvo el mérito de ser la primera mujer integrante de una fórmula presidencial. Si bien su partido obtuvo menos de 100 mil votos, producto de la gran polarización existente en esas elecciones que marcaron el regreso del justicialismo al gobierno, de la mano de Héctor J. Cámpora (quien tres meses después convocó a nuevas elecciones que permitieron el retorno al gobierno de Juan Domingo Perón), Coral logró mantener una imagen de político coherente y tenaz en la defensa de sus ideas.

Nacido en Quequén, un importante puerto cercano a Necochea, en la costa bonaerense, zona cerealera y ganadera por excelencia, Coral comenta que su padre era contador en un almacén de ramos generales, y detalla que “como mi madre era hija de un estanciero, desde chico tomé contacto con el trabajo de campo, charlaba con los puesteros, los peones, y viendo sus propios problemas y su precariedad laboral me hice socialista”.

Coral señala que “yo no solo leía clásicos como el Martín Fierro y Don Segundo Sombra, sino que también conocí los libros que los anarquistas distribuian en los almacenes de campo, ellos eran los únicos que se ocupaban de los trabajadores rurales”.

Cuando su familia se trasladó a Buenos Aires, el joven Juan Carlos comenzó sus estudios de Derecho. Pero la militancia pudo más y así se afilió al Partido Socialista Argentino. Señala que “queríamos renovar la política, y luchar desde adentro” y enfatiza que “el gran error del partido fue apoyar el golpe contra Perón y juntarse en la Unión Democrática, y los jóvenes no estábamos de acuerdo con eso”.

Con los comicios efectuados en 1963, que ganó el radical Arturo Illia, y que fueron muy polémicos porque el peronismo estaba proscripto (de hecho hubo gran cantidad de votos en blanco), Juan Carlos Coral fue electo diputado nacional junto a otros 5 candidatos de ese partido, tuvo el privilegio de compartir bancada con Palacios y presentó importantes proyectos durante sus tres años de legislador, hasta que llegó el golpe de 1966 que instauró una nueva dictadura encabezada por Juan Carlos Onganía, y recién volvió a la arena política en 1973 como candidato a presidente.

Reforma agraria y salario mínimo

Autor de varios libros sobre política e historia argentina, como “Palacios, el socialismo criollo” e “Indoamérica frente al imperialismo”, Coral se declara un lector apasionado, y expresa su pluralidad de lecturas al afirmar que Neruda y Borges están entre sus preferidos. Viudo hace algunos años, Coral tiene un hijo de 44 años, que compartió de chico con su padre el exilio en 1977, en Venezuela. Al respecto, Coral cuenta que “en la dictadura, mi amigo el actor Zelmar Gueñol me hizo un disfraz para que pasara inadvertido, y no puedo dejar de agradecerle a Ricardo Balbín, el líder radical, que me advertía por carta, que debía “abandonar el país, sin pánico, pero cuanto antes”, ya que para entonces ya habían matado a muchos compañeros. Recuerda que “yo planteé la reforma agraria, para conformar la unión de los trabajadores rurales en cooperativas”, y uno de los proyectos de los que se enorgullece Coral es la ley que reglamentó el salario mínimo, vital y móvil, pero con un artículo que establecía una canasta básica no solo alimentaria sino incluyendo medicamentos, esparcimiento y hasta la vivienda.

Aquellas charlas con Perón en Puerta de Hierro

Pese a sus diferencias ideológicas con Juan Domingo Perón, Coral rescata un par de anécdotas compartidas con el fundador del justicialismo. En 1967, luego de un viaje a Cuba, para participar de un congreso, al hacer escala en Madrid, Perón lo recibió en Puerta de Hierro, y tuvieron varias charlas de tono muy cordial.

“El era un hombre que evitaba la confrontación, hacia un chiste y tenía un trato amable. Pero le gustaba debatir de política. En una crítica al socialismo y a la doctora Alicia Moreau de Justo, me decía que “Alicia había perdido el tren y había tomado el que iba para el otro lado, como que había renunciado a sus ideas”, y “yo le respondí: ‘ojo, general, que los militares no le hagan tomar a usted también el tren que va para otro lado”.

Coral cuenta además que “ya en 1973 había subido Perón al gobierno, y todos los meses hacía asados y reuniones en Olivos con varios políticos, entre ellos Balbín, Alende, Perette, Sueldo, y yo entre otros. Resulta que un día yo voy al Banco Nación a solidarizarme con trabajadores despedidos, y mientras daba un discurso, entró la policía, nos detuvo a varios dirigentes, y estuve cuatro días en Devoto”.

“El caso - agrega - es que no sé si por intervención de Perón o no, me largan un día antes de la siguiente reunión en Olivos. Al llegar, el general se alegra de verme libre, y en vez de darme alguna explicación, me dice socarronamente: “Coral, ya tuvo que andar haciendo otra de sus aventuritas, ¿no?”, y todos se rieron mucho.

Pablo Quiroz, Diario Popular, 1 de julio de 2018

 

 

 

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