28/03/2024

Desplazamientos en las condiciones sociales en pandemia en el Gran Córdoba

Por Revista Herramienta

Los días de confinamiento, colapsos sanitarios, económicos y sociales nos han planteado desafíos vitales inesperados. Si en la primera mitad de los 2020 numerosos pensadores discutieron con bastante optimismo sobre sus posibilidades (Žižek, 2020) o hicieron llamamientos para cambios profundos (Svampa, 2020), hoy, a un año medio de su ”comienzo oficial”,  debemos admitir que la configuración del mundo aparece aún más perturbadora: la devastación de la naturaleza, el ensanchamiento de las brechas económicas y sociales en la humanidad , la miseria del mundo se acentúan mientras los debates de la “opinión pública” se banalizan. En términos de correlación de fuerzas, hay un retroceso de la clase trabajadora –en su sentido amplio– que se expresa en las condiciones de reproducción de su vida.         

En Argentina, desde las tendencias estructurales del capitalismo dependiente hasta experiencias concretas de la vida de las y los trabajadores se desplazaron de forma significativa en relación a la prepandemia. Desde el punto de vista estructural se profundiza una economía extractivista y primarizada que recupera en forma desigual la rentabilidad capitalista y presiona hacia la pauperización a las y los trabajadores sometidos a la doble presión del deterioro de ingresos y la pérdida de puestos de trabajo. La inflación actúa como una suerte de “paritaria del capital” que supera salarios, jubilaciones o ayuda sociales (Anino, 2021). Tendencias que se traducen en penurias para las clases subalternas.[1]

Por otra parte, el ciclo de luchas en el mundo que arrancó a fines de 2017 hizo pausas, pero continuó. En Chile, Colombia, Palestina, Líbano, Túnez, Myanmar, pero no tan solo allí. Son revueltas heterogéneas, pero explorar lo común y lo diverso y la pregunta por las condiciones, el alcance y posibilidades para las luchas de signo transformador en un sentido anticapitalista (aunque no sea explícito) en Argentina, en Córdoba en particular, adquiere un sentido indicial. En efecto, el 2020 fue contencioso aunque el peso de la protesta se recostó mayormente en sectores que desbordaron cauces institucionales. Fueron mayormente  las y los trabajadores que defendieron la continuidad de la producción y reproducción de su vida como los esenciales de la salud, del transporte, de la limpieza y los repartos.[2]               

En nuestra propia experiencia como docentes universitarios devenidos de forma veloz y caótica al teletrabajo, con cambios en el modo de relación con los estudiantes, superposición del ámbito doméstico y laboral, la sobrecarga laboral, salario en caída libre[3] y gremios en la los cuales la discusión resultó difícil o sencillamente impracticable, hemos generado  instancias de autoconvocatoria. Insuficientes, sí, interesantes, también.    

En este terreno conflictivo en donde aún es difícil reconocer los trazos gruesos y los finos nos proponemos poner algunas marcas –o más bien signos de interrogación–   sobre el mapa del  trabajo en el gran Córdoba. Para ello realizaremos un análisis exploratorio sobre algunos desplazamientos en las condiciones de vida en pandemia, a partir de comparar elementos de la base de microdatos de las EPH 4º trimestres 2019 y 2020.  El instrumento tiene límites, pero también posibilidades. Se trata de un análisis de situación que contribuye a reconocer algunas dimensiones estructurales de “alcance medio” –son resultado de las lógicas de acumulación de mayor amplitud en esta formación económica social, pero a su vez son marcos para comprender prácticas concretas de las clases subalternas y su incidencia en la subjetivación política. Como ha sido tantas veces discutido las condiciones materiales no permiten sacar conclusiones lineales sobre modos específicos de politicidad, pero tampoco autonomizar la agencia de sus condiciones.

Nos interesa, pues, la clase trabajadora que en su complejidad y su amplitud produce y reproduce la vida en el capital y tiene el potencial de subvertirlo.

En este trabajo, luego de una mirada general, nos concentramos en algunas aristas de la reproducción social, en particular aquellos ligados a los hogares –la unidad doméstica–   y algunos sectores públicos. Esperamos continuar en una próxima entrega con el abordaje de los “asalariados pobres” y el atravesamiento de la juventud y el género en esa categoría.

El recorrido será:

1) El marco de los datos generales de la EPH, a partir de los cuadros regulares, que nos refrescan sobre el deterioro social producido: pauperización y precarización son sus signos. En este marco las mujeres y los jóvenes han sido especialmente golpeados.

 2) Los cambios en la estructura familiar: las “jefaturas de hogar” y sus desplazamientos, la composición de los ingresos, el crecimiento de  familias monoparentales, las modificaciones en la situación laboral de los “jefes de familia” según género y edades.

3) Algunas caracterizaciones, siempre de modo provisorio, sobre condiciones y luchas de algunos sectores de la esfera reproductiva en el espacio público: salud y educación.

Junto con la utilización de los microdatos de la EPH, ponemos en juego entrevistas y actividades hechas a lo largo de estos meses con trabajadores y trabajadoras de la salud, la educación, el territorio, feriantes, trabajadores de aplicaciones, obreros y obreras industriales y del transporte. Aunque no se sistematicen en este trabajo, sus relatos y sus luchas operan de trasfondo, como claves interpretativas. La Teoría de la Reproducción social (TSR) tal como la trabajan Arruzza y Bhattacharya nos brinda elementos teóricos en la comprensión de los desplazamientos en el ámbito reproductivo.   

 

 Desocupación, precarización, pobreza

El 14 de mayo de 2020, publicábamos una nota en el blog del Observatorio de Conflictividad Laboral (OCL) titulada “Córdoba en números que duelen” (Roitman y Visintini) donde mostrábamos las graves condiciones sociales con las que entrábamos en pandemia. Como sabemos, éstas se han deteriorado aún más en el año 2020. Achacar solo al virus la crisis social es ignorar la historia argentina y en particular la reciente. Tampoco es posible desconocer como la relativa contingencia del COVID-19 catalizó la catástrofe social.

Por ejemplo, comparando la EPH del último trimestre de 2019 con la del mismo período 2020 nos encontramos que en el Gran Córdoba hay 7.000 ocupados menos y 28.027 desocupados más. En términos porcentuales la Población Económicamente Activa (PEA) aumentó un punto   pero el número de ocupados bajo en 3, mientras el de desocupados subió en cuatro.  Los inactivos también aumentaron, pero levemente. Es decir, hay más trabajadoras y trabajadores buscando trabajo sin encontrarlo y algunos ya desalentados.

Veamos en números absolutos y porcentaje la diferencia entre los 4tos trimestres de ambos años.

Cuadro Nº 1 – Composición de la población total del Gran Córdoba según posición en el mercado de trabajo. 4to trimestre 2019 – 4to trimestre 2020

 

2019

2020

Diferencia

Porcentaje

Ocupados

659.730

 

652.829

 

-6.901

 

-1%

Desocupados

69.555

 

97.582

 

+28.027

 

+40%

Inactivos

617.072

 

623371

 

+6.299

 

+1%

Menores de 10 años

210.152

 

191.920

 

-18.232

 

-9%

Otros

 

1.572

 

+ 1.572

 

 

Población total

 

1.557.747

 

1.567.274

 

+9.527

 

+1%

Fuente: Elaboración propia en base a Cuadros Regulares de la EPH – 4to Trimestres 2019-2020

Tomando los indicadores clásicos nos encontramos en esta situación:

Gráfico Nº 1. Tasa de población económicamente activa, ocupación y desocupación en el Gran Córdoba. Comparativo 4to T. 2019- 4to T 2020

Esto es, el porcentaje de la población involucrada en el mercado de trabajo –Población Económicamente Activa (PEA)– aumentó en un punto porcentual, pero disminuyó en tres el porcentaje de ocupación sobre la PEA y aumentó en cuatro la proporción de desocupados.

Por otra parte, según la EPH en el Gran Córdoba los hogares pobres en el segundo semestre del año 2020 fueron 29,5% y las personas que viven en esos hogares alcanzaron el 40,8%, de la población mientras que la indigencia alcanzó el 5,1 % y el 7% respectivamente. En el segundo semestre 2019 los indicadores habían sido 25,5% para hogares; 37,4% para personas y 3,7% y 5,7% para hogares y personas indigentes. Se ve entonces que hay más de un 3% de individuos que se incorporaron como “nuevos pobres”.

Hay que hacer dos salvedades: la primera es que la línea de pobreza es un indicador controvertido y de aplicación más compleja que lo que habitualmente dicen los medios con títulos tales como “Una familia tipo necesitó xx para no ser pobre”, ya que las “familias tipos” son poco típicas y se necesita hacer una tabla de equivalencias para definir la pobreza en una familia y en segundo lugar por los problemas metodológicos que se presentaron en las encuestas de 2020.[4]

Hechas estas aclaraciones, trabajaremos marcando las diferencias entre tendencias generales y la especificidad de los sectores pobres que incluyen los “pobres estructurales” y los “nuevos pobres” que provienen de sectores medios pauperizados por la desocupación y/o la caída salarial. La diferenciación entre “sectores pobres” y “no pobres” es “estratificadora” (a lo Weber) antes que relacional y con potencial político (a lo Marx), pero da pistas para el trabajo de “alcance medio” estructural que nos proponemos.

Si recurrimos a la base de microdatos, podemos ver como la situación de género, edad y pobreza afecta desigualmente el mercado de trabajo.

Cuadro Nº 2. Impacto de los indicadores laborales en distintos sectores de la población

 

General

Mujeres

Jóvenes 18-30

Población pobre

Mujeres pobres

jovenes pobres 18-30

mujeres pobres 18-30

Año

2019

2020

2019

2020

2019

2020

2019

2020

2019

2020

2019

2020

2019

2020

PEA

47%

48%

41%

43%

66%

62%

39%

38%

34%

36%

69%

58%

60%

55%

Tasa de desocupacion

10%

13%

11%

16%

17%

20%

17%

25%

22%

29%

27%

36%

31%

36%

Tasa de inactividad

40%

40%

47%

46%

33%

38%

40%

43%

18%

16%

30%

41%

40%

45%

Fuente : Elaboración propia en base a microdatos de la EPH

Si miramos la tasa de desocupación es evidente que hay un “crescendo” entre la población en general, las mujeres, los jóvenes entre 18y 30 años, los pobres, las mujeres pobres, los jóvenes pobres y las mujeres pobres Uno de cada cuatro personas pobres en condiciones de trabajar busca trabajo sin encontrarlo, al igual tres cada diez mujeres pobres y casi cuatro entre los jóvenes pobres y las mujeres jóvenes pobres.  Claro que se trata de un círculo. La desocupación es uno de los afluentes de los “nuevos pobres”, junto con los que cambiaron de condición de asalariados a cuentapropistas y el crecimiento de “asalariados pobres”.

Por otra parte, el año de pandemia profundizó la heterogeneidad. Observemos que, si la tasa de desempleo creció el 3% entre la población en general, lo hizo el 5% entre las mujeres, el 8% entre la población pobre, el 7% entre las mujeres pobres   y el 9 % entre jóvenes pobres.

Otro dato relevante es el crecimiento de la tasa de inactividad entre los jóvenes. La tendencia a terminar de estudios frente a la pérdida de otras oportunidades parece ser la causa central en general. Este dato motiva un cúmulo de preguntas que se deben abordar con estudios específicos, ya que como denuncian los docentes entre los niveles primario y secundario la tasa de desgranamiento es muy alta: por falta de conectividad, de espacio, las dificultades de la modalidad virtual y una situación económica y social de dificultad que desenfoca la educación del primer plano. En los estudios superiores o universitarios, la situación parece ser distinta. Hasta donde sabemos, no hay aún números orientadores que den razones de estos números. Solo podemos afirmar que entre los jóvenes de 18 a 30 años un porcentaje importante de jóvenes inactivos – 65% en 2019 y 72% en 2020 - atribuye su inactividad al cursado de estudios. Entre los jóvenes pobres la suba es aún más notoria pues pasan del 35% al 62% de los inactivos.  

En cuanto a la población ocupada, se observa, además de la ya mencionada disminución general el desplazamiento de los asalariados hacia los cuentapropistas[5] . En términos generales, mientras más vulnerable la población más amplia es la variación en la relación entre cuentapropistas y asalariados, lo cual indica la heterogeneidad de esta precarización, siendo las mujeres pobres las que han crecido en mayor número en la categoría ocupacional cuentapropista y han disminuido menos el porcentaje de asalariamiento.

Gráfico Nº 2- Modificaciones porcentuales de la cantidad de cuentapropistas y asalariados entre últimos trimestre de  2019 y 2020

Fuente: Elaboración propia en base a microdatos EPH

Por otra parte, si comparamos los asalariados con descuento jubilatorio entre los distintos sectores de la población se ve un aumento porcentual de la formalidad. Esto no significa, por supuesto, que se hay una tendencia a blanquear los puestos de trabajo, sino que los despidos se hicieron sobre aquellos con condiciones contractuales más precarias.

En el próximo cuadro mostramos como se da el declive del número de asalariados en distintos sectores de la población.

Cuadro Nº 4. Diferencias entre asalariados general y en sectores de la población entre 2019 y 2020 (en miles y porcentajes). 4º T 2019 – 4ª T 2020

 

Asalariados (miles)

Diferencia (miles)

Porcentual

General

2019

482

32

7%

2020

450

Mujeres

2019

222

13

6%

2020

209

Población pobre

2019

133

11

8%

2020

122

Mujeres pobres

2019

61

2

3%

2020

59

Jovenes 18-30

2019

173

37

21%

2020

136

Jovenes pobres 18-30

2019

54

17

31%

2020

37

Fuente: Elaboración propia en base a Microdatos EÇPH 2019-2020

Hay 32 mil asalariados menos en tan solo un año en el Gran Córdoba, lo que representa el 7% del total. El porcentaje se acrecienta notablemente entre los jóvenes y los jóvenes pobres, en menor cuantía entre las mujeres.  Es para un trabajo más detallado y con series más largas, pero solo como ejemplo, podemos observar que en el rubro que más cayó –transporte– los varones que quedaron afuera del trabajo asalariado son más del 50%, mientras que en el que más creció –sanidad– las mujeres incorporadas fueron mayoría. 

En el siguiente gráfico se puede ver la relación de  asalariados con descuentos y sin descuentos jubilatorios en los distintos segmentos de población.

Gráfico  Nº 3. Asalariados con descuento y sin descuento jubilatorio según distintos sectores de la población (4to Trimestre 2019- 4to. T 2020). En miles y porcentaje expresado en decimales

Se llega a la conclusión que en pandemia los puestos de trabajo perdidos corresponden casi  en su totalidad a asalariados sin descuento jubilatorio, esto es, en negro, excepto entre los jóvenes que perdieron tanto trabajos registrados y no registrados. En efecto en términos generales, los trabajos registrados incluso aumentaron –dos mil más–, mientras que los no registrados disminuyeron en 34 mil.  La legislación de prohibición de despidos durante la ASPO sostuvo en parte  los empleos formales pero los informales se pulverizaron.  Pero no hay buenas noticias: ¡El 2020 termina con la tasa de 38% de asalariados sin descuento jubilatorio!.  

Una vez más, tengamos en cuenta que  esto es solo una “foto” con la intención de mostrar números acotados a un año particularmente duro, pero es necesario  trabajar con series históricas más largas, además de comparar con otras fuentes.       

 Esto es, 2020 termina con un cuadro de pobreza y precarización, donde las pérdidas son heterogéneas dentro de las clases subalternas. Como sabemos también hubo grandes ganadores en esta pandemia y Córdoba no fue la excepción. Como informa Zaiat los productores de soja, maíz y girasol han experimentado en pandemia el margen bruto más alto en lo que va del siglo (Pagina12, 19/7/2021). La banca, las automotrices, las empresas de logística y la industria farmacéutica también han tenido pingües ganancias y en la Provincia de Córdoba no está ausente ninguno de estos componentes. Aunque sea un tema de discusión adherimos a la idea de que las políticas desplegadas en torno al salario, al empleo, a la producción, a la deuda externa y a la salud fueron agentes activos de la redistribución regresiva que emerge de la crisis. Algunos esfuerzos de atenuar los efectos fueron nítidamente insuficientes. Incluso discursivamente, aún el oficialismo de los sectores nominados como de izquierda, aunque hizo amagues de salirse de cauce, sintonizó en general con la idea de que no hay fuerzas para torcer la conducción del bloque dominante internacional y nacional. Como señala Rosso “la experiencia de la derecha cambiemita en la administración y el bloque de poderes fácticos en los que se apoyó, fijó los límites de lo decible, de lo discutible y hasta de lo pensable”. Tales los casos Vicentín, Guernica o el apoyo irrestricto a las exigencias de los grandes empresarios de Córdoba.

Con estos elementos nos encontramos que la diferencia entre los promedios de ingreso de los hogares entre el decil 1 y el 10 fue en el último trimestre de 2019 de 12, 65 veces y el de 2020 de 15, 2. Al mismo tiempo que los alimentos y los medicamentos, aumentaron en mayor medida que artículos de consumos no básicos, lo cual incrementa la desigualdad.

 

La reproducción social

En el capitalismo, la esfera de la producción y de la reproducción están íntimamente conectadas. La familia heteronormativa, la unidad doméstica, es el núcleo que garantiza la explotación y la acumulación capitalista porque posibilita la reproducción de la fuerza de trabajo. Más allá de la relativa aceptación discursiva de las disidencias y de otros modos de vivir la sexualidad, el predominio de lo binario subyace en el fondo de las estructuras profundas de la organización social, porque es el modo “confiable” que posibilita al capitalismo su continuidad. El capitalismo como orden social y normativo separa el ámbito productivo y el reproductivo, pero al mismo tiempo crea relaciones de dependencia entre ambas esferas y niega valor a productos e interacciones que se dan en el ámbito de la reproducción. El ámbito de la producción aparece en el primer plano y el de la reproducción de fondo, pero son inescindibles (Fraser y Jaeggi, 2019). Por su parte, Arruzza y Bhattacharya, autoras destacadas de la Teoría Social de la Reproducción (TSR), un feminismo interpretado en clave marxista, señalan que no se trata de establecer jerarquías entre explotación en la esfera  productiva  y  opresión en la reproductiva  para descubrir atrás el “sujeto” capaz de encabezar un cambio, pero sí reconocer la conexión y  el entrelazamiento entre esos ámbitos. No es posible la explotación laboral sin dominación tanto en el lugar de la producción como en el de la reproducción – la unidad doméstica, el hospital, la escuela, el barrio, la fábrica, la plaza. Así como no es posible pensar que estas dominaciones no sean resistidas, antagonizadas o subvertidas. Al mismo tiempo los trabajadores y las trabajadoras no son entidades abstractas sino cuerpos, emociones, subjetividades concretas. Por eso, la TSR se trata también de una teoría de la de la subjetivación donde la clase es el sustrato material y simbólico.

“Si pensamos la clase como un agente político, el género, la raza y la sexualidad deben ser reconocidas como componentes intrínsecos de la forma en que las personas concretan su sentido del yo y su relación con el mundo y, por lo tanto, son parte de la manera en que las personas se politizan e involucran en la lucha. En la realidad vivida, la clase, la raza, la desigualdad de género no son experiencias separadas ni fenómenos compartimentados que interseccionan externamente: su separación analítica es producto de un proceso de pensamiento, que no debe ser confundido o tratado como si fuera el reflejo de la experiencia” (Arruzza, 2018).

En este marco, la opresión machista o étnica y la explotación capitalista no obedecen a patrones separados que se interseccionan, sino a lógicas que se subsumen en la del capital.

Aunque hay una discusión al interior del feminismo no liberal sobre estos aspectos, a los efectos de este trabajo interesa ver como la familia fue remodelada y se remodela hoy de acuerdo a las necesidades de la acumulación capitalista, aunque la forma familia hunda sus raíces ancestralmente. Por otra parte, la reproducción social es organizada también de forma asalariada. El trabajo como docentes, enfermeras, médicas, trabajadoras de limpieza en espacios públicos; en servicios personales; en restaurants o clínicas privadas que son reproductivos al tiempo que producen valor.

En definitiva, la distinción entre productivo y reproductivo tiene consecuencias para reconocer las dinámicas estructurales del capital, pero en la medida en que retomamos la dimensión política sus límites se vuelven difusos, incluso en términos de “poder estratégico” (Woomack, 2007). Los y las trabajadores de la salud en Neuquén, por ejemplo, han mostrado como ganar esa dimensión al cortar las rutas del petróleo de Vaca Muerta desbordando los límites del sindicato. Pero también el triunfo de la lucha de los aceiteros –una apelación al poder estratégico y al trabajo desde las bases– mostró la vigencia de esa estructura clásica si se logra sostener la democracia sindical y la independencia política.     

En línea con la dominación y la resistencia, las crisis capitalistas, desde la perspectiva de la TSR son ocasión para la reconfiguración tanto de la esfera productiva como de la reproductiva   “…en tiempos de  crisis  de  acumulación  y  ganancias, el capital tratará de moldear y cambiar tanto la esfera de la producción como la de la reproducción. De allí que, en esos períodos, debamos esperar nuevas formas ideológicas, nuevos ataques, nuevos inventos del capital. Estamos hablando de tendencias y condiciones de posibilidad, lo que no significa que podamos decir puntualmente el modo en que esto se va a manifestar en Estados Unidos, en Italia, en India o en El Salvador. Pero lo que sí podemos decir es que, en períodos de crisis, el capital va a tratar de reformar la esfera de trabajo y la esfera doméstica para restituir su ganancia” (Arruzza y Bhattacharya 2020, 56).

Hemos señalado algunos indicadores del modo en que se reconfiguró en esta crisis sanitaria, económica y social la esfera del trabajo hacia la precarización, la fragmentación y la pauperización. Veamos algunas pistas sobre como lo hizo la esfera reproductiva.

 

Jefas y jefes de Hogar

El INDEC define así la jefatura de hogar:

“Jefe o jefa de hogar: es la persona considerada como tal por los demás miembros del hogar. En cada hogar hay un solo jefe o jefa, por lo tanto, hay tantos jefes y jefas como hogares” (INDEC, glosario). Esto es, se trata de una categoría de reconocimiento por parte de los miembros de la unidad doméstica.

Si la figura de la mujer fue construida en algún momento histórico como “la reina del hogar”, el nivel de “jefatura”, en la “invención de la tradición” burguesa ha correspondido al hombre: conductor, proveedor, tomador de decisiones cruciales, no cotidianas.

Pero he aquí que la “familia tipo” ha quedado deshilachada y desde el mismo discurso dominante se apela a la “jefatura” femenina atendiendo a sus  “dones naturales” –a veces se concede “socialmente construidos–  para las tareas de cuidado.[6] De allí que a la doble o triple jornada en el ámbito laboral y doméstico debe adicionar el manejo de los subsidios estatales en los hogares pauperizados y la complementación de las tareas educativas y los cuidados de la salud. Ambas tareas extremadas en tiempos de COVID. Además, son las mujeres las que están al frente de los comedores y merenderos populares de las barriadas populares, sin los cuales la situación alimentaria sería aún más acuciante.

 Es decir, si el discurso dominante percibe a la jefatura masculina a la manera clásica de supervisión; la jefatura femenina se recuesta en la asunción de más y más responsabilidades. La tendencia a depositar la jefatura del hogar en las mujeres pegó un brinco en pandemia.

Veamos:

Ante todo, la cantidad en números absolutos de jefes y jefas de hogar. A primera vista se ve el incremento de hogares y de jefas de hogar. Según el INDEC los números de hogares y de hogares pobres son los siguientes:

Cuadro Nº 5. Comparativo entre cantidad de hogares en Gran Córdoba entre 4to T. 2019 y 4to T 2020

 

Hogares pobres

Hogares no pobres

Totales

4to. T 2019

137

400

537

4t.2020

163

390

553

Diferencia

26

-10

16

Fuente: Elaboración propia en base a EPH

Esto significa en primer lugar que el incremento de hogares en general se debe exclusivamente al crecimiento de hogares pobres más que a un crecimiento “natural” o vegetativo y en segundo lugar que este crecimiento se debe mayormente al corrimiento hacia la pobreza de sectores que en 2019 eran no pobres. Pobladores de asentamientos precarios también sostienen que hay desgranamientos en las familias pobres, lo cual explicaría en parte ese salto del 19% en cantidad de hogares pobres, el que hay que seguir con atención. Teniendo en cuenta las dificultades en el relevamiento de datos de 2020 y las distorsiones posibles por la ponderación.  

También se produce el crecimiento proporcional de las jefas de hogar en desmedro de los jefes, lo que se acentúa también en los sectores pobres, como se ve en el siguiente gráfico, en el que se ve que las jefas de hogares pobres se incrementaron del 59% al 66%.

Gráfico Nº  4- Relación entre jefes y jefas de hogar últimos trimestres 2019 y 2020 en porcentajes [7]

¿Cómo interpretar este salto? Planteamos tres hipótesis recordando siempre que la jefatura de hogar depende de la percepción de los miembros de la familia. Ya hemos mencionado la primera que indica que la  responsabilidad en la carga de tareas hace que percepción familiar se vuelque a la mujer como jefa del hogar.  La segunda está ligada a los ingresos monetarios familiariales tanto laborales como no laborales que se vuelcan crecientemente a la mujer. La tercera es la del crecimiento de hogares monoparentales que en su mayoría están conducidos por mujeres.

 

Ingresos monetarios laborales  

Si miramos el Cuadro Nº 6 las jefas de hogares pobres ocupadas aumentaron entre los dos últimos trimestres 2019-2020  de 37 a 55 mil, es decir 18 mil más, equivalente a un 50%, mientras que los jefes de hogar pobres ocupados disminuyeron 4 mil, es decir el 10%.

Cuadro Nº 6. Jefes y jefas de hogar ocupados – 4T. 2019 – 4T 2020

 

2019

 

2020

Total 2019

2020

 

Total 2020

variación interanual

Pobreza

Jefes de hogar

 

Jefas de hogar

Totales

Jefes de hogar

Jefas de hogar

 

jefes

jefas

total

Pobres

40566

 

36626

77192

32942

55112

91662

-10%

50%

19%

No pobres

95697

 

66586

162283

83138

61776

144914

-13%

-7%

-11%

Totales

169957

 

103212

239475

116688

116080

236576

-15%

13%

-3%

Fuente: Elaboración propia en base a EPH

Si apuntamos a los sectores “no pobres”, que incluyen una amplia gama de situaciones vemos que tanto varones como mujeres han disminuido su participación en el mercado laboral debido a los golpes de la crisis que por un lado ha desplazado a  sectores medios bajos a la pobreza –nuevos pobres– y por otro, aun sosteniendo su condición de pertenecer a familias “no pobres” –porque hay otros ingresos en el hogar– han sido empujados a la desocupación o al desaliento. El resultado general es que hay un 15% menos de jefes de hogar ocupados y un 13% más de jefas.

Se ahonda en el panorama si observamos el fenómeno por categoría ocupacional. Los jefes de hogar cuentapropistas y asalariados pobres decrecen y correlativamente aumentan las jefas. Observemos sin embargo que es entre los cuentapropistas donde la diferencia se hace más notoria. Las jefas de hogar cuentapropistas pobres se incrementan en un 130%. Entre los cuentapropistas no pobres decrecen los jefes y las jefas (allí se incluyen profesionales, pequeños comercios, etc.). Entre los asalariados pobres las jefas de hogar se incrementan el 21% mientras los jefes de hogar decrecen el 14%. El resultado será un 5% más de asalariados pobres. En tanto los no pobres disminuyen tanto entre los jefes como entre las jefas. Como resultado tendremos 2% menos de asalariados en total. Al final tenemos un 3% menos de ocupados menos entre los jefes de hogar pero con una estructura bien diversa en el año transcurrido entre mediciones.   

Cuadro Nº 7. Variación entre jefes y jefes de hogar según categoría ocupacional entre 4T 2019 y 4T 2020 (en números absolutos y porcentajes)

 

2.019

2.020

 Variacion

 

 JEFES

 JEFAS

 TOTALES

 JEFES

 JEFAS

 TOTALES

 JEFES

 JEFAS

 TOTALES

 Patrones pobres

          1.147

         1.369

          2.516

 

           1.627

            1.627

-      100%

         19%

-35%

 Patrones no pobres

          6.808

            720

          7.528

        2.268

 

            2.268

-  67%

-  100%

-  70%

 Total Patrones

                7.955

              2.089

             10.044

             2.268

                 1.627

                   3.895

-71%

-       22%

-61%

 Cuentapropistas pobres

        17.563

         9.897

        27.460

      14.153

         22.766

          36.919

-    19%

         130%

   34%

 Cuentapropistas no pobres

        25.572

       16.501

        42.073

      20.816

         15.227

          36.043

   -19%  

-      8%

-14%

 Total cuentapropistas

             43.135

           26.398

             69.533

          34.969

              37.993

                72.962

-    19%

        44%

  5%

 Asalariados pobres

        21.856

       25.360

        47.216

      18.789

         30.719

          49.508

-      14%

         21%

  5%

 Asalariados no pobres

        63.317

       49.365

      112.682

      60.054

         46.549

        106.603

-      5%

-       6%

-5%

 Total asalariados

             85.173

           74.725

          159.898

          78.843

              77.268

             156.111

-7%

         3%

- 2%

 Total general

          136.263

        103.212

          239.475

       116.080

           116.888

             232.968

-15%

         13%

-  3%

Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la EPH

En el siguiente cuadro se muestra que pasa con los jefes y jefas de hogar asalariados entre los últimos trimestres 2019 y 2020. Por una parte, disminuye el número de asalariados de ese segmento en 2, 4%, pero aumentan significativamente las asalariadas pobres, mientras disminuyen los asalariados pobres. Asimismo entre las jefas de hogar pobres aumentan significativamente las asalariadas con descuento jubilatorio –aunque ese indicador está lejos de hablar de desprecarización– y bajan en cambio los jefes con o sin descuento. En cambio, en los hogares no pobres baja el número de asalariadas con descuento que se mantiene estable entre los jefes. Al sumar ambos tipos de hogares vemos que los asalariados jefes y jefas de hogar con descuento jubilatorio se mantienen igual, más allá que haya un movimiento contrario entre los jefes y jefas con respecto al asalariamiento.

Al mismo tiempo, entre los asalariados, tanto entre jefes como entre jefas de hogar aumentan al igual que en general, ligeramente los porcentajes de jefes y jefas con descuento jubilatorio y disminuyen un 10% aquellos que no lo tienen. Con el mismo argumento que para los asalariados y asalariadas en general, las razones de este “blanqueo” hay que buscarlas en los despidos que afectaron en primer lugar a los más precarizados.

Cuadro Nº 8.Jefes y jefas de familia asalariados con y sin descuento jubilatorio. En números y porcentaje de variación interanual entre 4to. T 2019 y 4to T 2020.

 

2019

2020

Variación interanual

 

Jefes

Jefas

totales

jefes

Jefas

Totales

var. Jefes

variac. Jefas

variación total

Hogares pobres c/desc.

10942

9186

20128

8774

18267

27041

-19,8%

98,9%

34,3%

Hogares pobres sin desc.

10914

16174

27088

10015

12452

22467

-8,2%

-23,0%

-17,1%

Hogares pobres sin datos

686

2468

3154

 

6019

6019

-100,0%

143,9%

90,8%

Total Hogares pobres

22542

27828

50370

18789

36738

55527

-16,6%

32,0%

10,2%

Hogares no pobres c/desc.

50819

40678

91497

50843

34453

85296

0,0%

-15,3%

-6,8%

Hogares no pobres s/des

12498

8687

21185

9211

12006

21217

-26,3%

38,2%

0,2%

s/d

2236

2401

4637

3072

3499

6571

37,4%

45,7%

41,7%

Total hogares no pobres

65553

51766

117319

63126

50048

113174

-3,7%

-3,3%

-3,5%

totales c/d

61761

49864

111625

59617

52720

112337

-3,5%

5,7%

0,6%

totales s/d

23412

24861

48273

19226

24458

43684

-17,9%

-1,6%

-9,5%

Total general

85173

74725

159898

78843

77178

156021

-7,4%

3,3%

-2,4%

Fuente: Elaboración propia en base a microdatos  EPH 4to T 2019 – 4to T 2020

Veamos por fin como se han movido las horas semanales y los ingresos de los jefes y jefas de hogar ocupados.

Cuadro Nº 9. Horas trabajadas semanales jefes y jefas de hogar ocupados entre 4to T 2019 y 4to. T 2020

 

2019

2020

 

jefes

Jefas

promedio

jefes

Jefas

Promedio

horas trabajadas jefes hogar
 semanales general

42

31

37

37

28

33

Ingreso por
 hora/semana promedio

774

762

769

1016

809

830

 Fuente: Elaboración propia en base a microdatos EPH

En todos los casos las horas semanales de trabajo se han visto disminuidas pero este salto ha sido más significativo entre los jefes que entre las jefas de hogar -entre los jefes cinco y entre las jefas tres. Dicho en otros términos, mientras que los varones han perdido un 11% de las horas trabajadas semanales las mujeres lo han hecho solo en un 9%. Entiéndase que la disminución de las horas de trabajo en el mundo laboral no tiene nada que ver con la disminución de las horas de trabajo por el mismo salario como forma de aumentar el tiempo libre y disminuir ganancias capitalistas, como plantean programas electorales de izquierda.  Sencillamente, se trata de menos horas trabajadas y cada hora tiene un ingreso menor. A la inversa, la   brecha de ingresos por hora entre jefes y jefas que era en el último trimestre del 2019 de apenas el 2% saltó al 25% en el último trimestre de 2020. De hecho, el ingreso promedio por hora se incrementó entre jefes y jefas el 8% contra un incremento del IPC del 37% entre diciembre 2019 y diciembre 2020 (Indec, 2021). Pero mientras los jefes de hogar incrementaron el valor de su hora en un 33%, las jefas lo hicieron solo en un 6% ¡en todo el año! De nuevo, son datos que emergen de mediciones con probables distorsiones en los ponderadores, pero sin duda los trabajos de las mujeres han sufrido un retraso muy   importante respecto a la inflación por hora de trabajo. Sin duda la explosión de cuentapropismo y salarios de baja remuneración que se “asignan” a las mujeres se liga a esta problemática.   

 

El manejo de subsidios familiares

A la ocupación creciente de las mujeres en los ingresos generado por la  esfera laboral hay que sumarle  el  manejo de subsidios familiares. Aplicando el ponderador sobre aquellos jefes y jefas de hogar que recibieron subsidios encontramos que el número en 2019 es de 105 mil y crece a 140 mil en 2020. En 2019 el 56% de los subsidios otorgados a jefes y jefas de hogar en el Gran Córdoba, es percibido por las jefas de hogar, número que se incrementa al 69% en 2020.

 

La monoparentalidad        

La “jefatura de hogar” femenina no deviene tan solo del acrecentamiento de responsabilidades o de la participación mayor en la generación de ingresos de las mujeres sino también en el crecimiento de la monoparentalidad[8] entre las familias, es decir que la pareja de la “invención de la tradición” burguesa se ve crecientemente interpelada. Los datos de 2020 muestran que el 37% de las familias cordobesas son monoparentales y entre ellas el 65% es la componente femenina la presente y por lo tanto la jefa de hogar. Entre los sectores pobres el número de familias  monoparentales se eleva al 60%  y el 90% de ellas están conducidas por mujeres.

Cuadro Nº 10. Hogares monoparentales en número y variación porcentual entre 4to. T 2019 y 4to T 2020.

 

2019

 

 

2020

 

 

Variación interanual

 

 

 

Jefes

Jefas

Total

Jefes

Jefas

Total

Jefes

Jefas

Total

Hogares pobres

9103

47651

56754

7321

67759

75080

-20%

42%

32%

Hogares no pobres

29534

61314

90848

37040

46572

83612

25%

-24%

-8%

Total

38637

108965

147602

44361

114331

158692

15%

5%

8%

Fuente: elaboración propia sobre bases microdatos EPH

Noelia, de Barrio Las Lonjas, un asentamiento precario de larga historia, comenta que allí son casi todas mujeres las que conducen los hogares “muchos hombres están presos, se van sin aviso, son echados por las mujeres por violencia de género o las mujeres se van con los hijos  por esos mismos motivos”.       

 

En síntesis, podemos decir que las jefas de hogar han ocupado nuevos espacios en el mundo laboral y buscan ampliarlos, no por decisiones culturales sino por supervivencia, como consecuencia de la reestructuración hacia la precarización y pauperización del mundo del trabajo, inescindible de la reconfiguración de la esfera reproductiva. Al mismo tiempo que se han ampliado sus responsabilidades en la gestión de los subsidios en las familias pobres, la monoparentalidad femenina acentúa la opresión y la explotación en un mundo donde la familia burguesa es la norma. 

También el año de pandemia las encontró como las organizadoras más activas de los comedores solidarios en los barrios, ingeniándose entre donaciones y apoyos estatales, que han sido fluctuantes y clientelares. Los dichos de Emilio Pérsico dirigente del movimiento Evita y secretario de Economía Social (Infobae, 2 de julio 2021) sobre el “control matriarcal” dan cuenta del desvío discursivo de los problemas de fondo que sufren mujeres, varones y disidencias por parte de funcionarios y dirigentes prominentes.  Desde nuestra perspectiva, observar y seguir estos desplazamientos a nivel de estructuración familiar, ayudan a comprender como el capital moldea las esferas productiva y reproductiva para evitar su colapso frente a la crisis y emerger con sectores dominantes fortalecidos, como plantea Arruzza (2018). Hasta hoy, las repuestas de las clases subalternas son defensivas y aunque permiten acumular fuerzas para no retroceder aún más,  no consiguen remontar los particularismos y la disgregación.

 

El ámbito reproductivo público    

Las tareas reproductivas se extienden al espacio público que el capitalismo intenta mercantilizar y las luchas sociales desmercantilizar.

Veamos solo dos  aspectos de la esfera  reproductiva en el espacio público en pandemia: salud y educación.

Salud: Devenidos los más esenciales, el colectivo de la salud es el único que acrecentó  sus integrantes en el año de pandemia. Según el ministerio de finanzas, la planta de los hospitales públicos pasó de 11.506 a 12.660 trabajadores, es decir se incrementó el 10%. No obstante y pese a los aplausos y a la esencialidad resultan ser los más precarizados. En efecto de cada diez trabajadores de salud cuatro eran contratados a fines del 2020, mientras que en la administración pública en general el número era de 1,5 cada diez (La Voz, 12/4/2021).

Se trata de un colectivo femineizado –alrededor del 60% de los y las trabajadores son mujeres.  Sumando los trabajadores de la salud privada el 45,5 de las y los asalariados no tiene descuento jubilatorio, cifra que  alcanza el 55,5 entre las mujeres. A lo que hay que sumar un salario muy retrasado. Los trabajadores de la salud pública aumentaron sus haberes entre febrero 2020 y febrero de 2021 en apenas 19,7% para los trabajadores con aportes jubilatorios (La voz, 25/4/2021) con una inflación que más que duplicó esa cifra. La pandemia encontró un sistema de salud desquiciado y cada vez más privatizado y solo con parches y el esfuerzo titánico de sus trabajadores logró surfear a medias la crisis sanitaria.

En el sistema público hay una tradición de lucha en la que el obstáculo más inmediato y visible es el Sindicato de Empleados Públicos, un gremio que juega en equipo con el gobierno de la Provincia y forma parte de sus espadas legislativas. Trabajadores y trabajadoras con experiencia en luchas que conmovieron la provincia por lo menos de desde la primera Reforma privatista de 1995 de Mestre. Fue un sector de avanzada en las luchas de 2006 contra una nueva reforma regresiva promovida por De la Sota y en 2011 se fortalece la Asamblea interhospitalaria con acciones muy importantes de luchas y paros e intentos de la burocracia por quebrarlos. Durante más de 25 años se intentaron afiliaciones a gremios alternativos, grupos de autoconvocados, formas organizativas que a la vez que fragmentan logran expresar el reclamo desde abajo.  El resultado es la efervescencia permanente y fluctuante en las unidades hospitalarias, que a veces logran coordinación y otras no. El gobierno ejerció una fuerte presión disciplinar con caídas de contratos, traslados, descuentos, malos tratos. De hecho la primera movilización del año 2020 fue una caravana en contra de la imputación de un médico de Saldán, acusado falsamente por el Ministerio de Salud de propagar el virus. Los equipos de salud respondieron masivamente frente a esta afrenta que cargaba las responsabilidades de la mala política en salud sobre sus trabajadores. 2020 y 2021 son años durísimos para estos trabajadores y trabajadoras que sufrieron una cantidad importante de víctimas por COVID, un cansancio y una situación de stress de gran calibre, mientras que el Sindicato acordaba aumentos muy por debajo de la inflación. El colectivo fue avanzando en organización, desde las primeras caravanas contra la imputación de médicos, hasta las luchas por el salario, las condiciones de trabajo, contra la privatización y por la salud pública. Una Multisectorial de Salud fue la emergente de estas acciones.

Lo novedoso de esta Multisectorial es que ha logrado la amalgama de sectores diversos, sindicales y no sindicales – colegios profesionales, por ejemplo - que no lograban encontrar un cauce común y es interesante que se ha aplanado en la lucha las divisiones internas estimuladas por la patronal estatal: entre enfermeros, auxiliares de salud, médicos y entre las propias especialidades de la medicina. Sin embargo, no se logró como en Neuquén el apoyo concreto de la comunidad, de los pacientes.  En el sector privado recién en 2021 despuntaron acciones de lucha, rápidamente acalladas.

              

Educación: los y las docentes y los y las estudiantes “pasaron” como pudieron las tareas educativas al mundo virtual. Para ambos grupos y sus familias se trató de un stress mayúsculo y desigual. Sabemos, la presión segmentadora neoliberal hizo añicos la escuela homogeneizadora, que con distintos matices y por adecuación a los modelos de acumulación prevaleció desde el nacimiento del Estado-Nación hasta los 90. Aunque discursivamente el reemplazo vino de la mano de la explosión posmoderna de las diversidades y la autonomía, lo que resultó fueron desnudas desigualdades que se cierran sin reconocerse ni conectarse. Pese a ello, la escuela opera como contención, como espacio de encuentro y de intercambio y también como proveedora de alimentación de niños y adolescentes. Otra vez, docentes, casi todas mujeres, sostienen como pueden esos vínculos que fueron virtualizados en 2020. Entre tanto se instaló otra discusión que aparentó ser de principio, entre presencialidad o no presencialidad, justo cuando la pandemia hacía los peores estragos. Los agravios contra la docencia han sido múltiples: desde la aprobación entre gallos y medianoches de una reforma jubilatoria regresiva, en una caja donde el número de aportantes mayor es el de los docentes, hasta suspensión de la Lista de Orden de Mérito (LOM) con lo cual se perdieron 4000 puestos de trabajo, casi todos de suplencias, quedando cientos de chicos sin clases y docentes sobrecargados. Asimismo se procuró cerrar cursos de terciarios y reglamentar exigencias de trayectos pedagógicos para titularizar, sumiendo a las y los trabajadores en mayor precarización y control ideológico (Mattas y Roitman, 2021). Eso no fue todo y una larga lista de reivindicaciones se desplegaron en el año de pandemia (Falvo y Cutro, 2021). La  conducción eterna de un gremio que se mueve sin dificultades entre los distintos niveles  del estado,  obturó cualquier “desborde” y las oposiciones y las  autoconvocatorias, si bien profusas, no lograron estabilizar una resistencia persistente ni el apoyo de las comunidades de padres y estudiantes. Según Luciana Echevarría, legisladora de izquierda y docente “el Ministerio está ocultando la verdadera situación de las escuelas, no sólo en relación al estado edilicio y sanitario, sino también en relación a los aprendizajes de los estudiantes. El grado de desconexión que hubo en 2020 fue altísimo, quienes estamos en escuelas sabemos que el nivel de desgranamiento fue superior al 60% en la mayoría de los casos” (eldiarioar, 27/2021). También la repitencia es alarmante “Por ejemplo, en una división de 30 alumnos que cursó primer año en 2020, al día de hoy, viernes 26 de febrero, tenemos 19 chicos que repiten. Estamos con este proceso de recuperación de contenidos para que puedan pasar de curso la mayor cantidad de alumnos” (Ibíd.). En cambio en el nivel universitario, la situación parece ser diferente: retención, abandono y retoma de estudio de estudiantes que al parecer habían abandonado son fenómenos que requieren un abordaje sistemático.   

 

Final con preguntas

Hemos mostrado como en un año de crisis sanitaria, social y económica, la pauperización y precarización se han producido de manera heterogénea entre las clases subalternas.

Nos concentramos en este trabajo en cómo se han desplazado hacia las “jefas de hogar” las responsabilidades de todo calibre tanto en el plano laboral como no laboral, al mismo tiempo que son las mujeres junto a las y los jóvenes los grupos más golpeados por la desocupación que atacó ante todo los puestos precarizados. Recordemos que entre las mujeres pobres la tasa de desocupación se incrementó por encima del doble de la de la población en general. Al mismo tiempo creció el número de jefas de hogar ocupadas y entre ellas lo hicieron también las asalariadas y cuentapropistas.  Es decir, que aquellas mujeres que estaban inactivas, como amas de casa por ejemplo, se han lanzado al mundo laboral en momentos muy adversos. Insistimos con Arruzza, que se trata de fenómenos que hay que verlos con las lentes de la reestructuración capitalista frente a la crisis a la que acompañan discursos que atacan o santifican el rol de la mujer. Aunque el análisis tiene un alcance limitado, deberíamos poder ligarlo con los fenómenos de concentración, financierización, extractivisimo, la mercantilización del suelo urbano y crisis climática que asolan el planeta. Rozamos en superficie los avatares de dos sectores reproductivos públicos, altamente femineizados –la salud y la educación– sus agravios y sus luchas.    

Pero 2020 fue un año contencioso en Córdoba aunque discusiones de superficie instaladas por la grieta invisibilizaran mediáticamente las luchas. Los trabajadores y trabajadoras del transporte urbano y de media distancia, los y las municipales, los y las precarizados de aplicaciones, algunas fábricas, docentes, trabajadoras y trabajadores de limpieza y especialmente la salud salieron a disputar la calle.  Casi siempre, a pesar del gremio, con formato de autoconvocados. También se movilizaron las barriadas populares, donde la crisis hizo estragos. En estas últimos, en las que en Chile o Colombia se recostó la revuelta con la unidad de los “perdedores relativos” y “absolutos” (Maiello, 2019) la cooptación vía “tridente de san Cayetano” (Movimiento Evita, Barrios de Pie y Corriente Clasista y Combativa), logró canalizar el reclamo hacia el salario social, la ayuda a los comedores, tarjetas, planes y cargos - legislativos o ejecutivos. Hubo en Córdoba también toma de tierras, Guernicas, que fueron rápidamente reprimidas o negociadas. La represión en Estación Ferreyra (La tinta, 30/7/2020) fue un ejemplo del lado disciplinador del centauro cordobesista de coerción y consenso que fue desarmando una a una las batallas dispersas, por las buenas o por las malas. El entramado provincial en tándem ahora con el municipal y en coqueteos sempiternos con los dos lados de la grieta, parece muy afiatado. Mientras, la unidad en la acción brilló por su ausencia, ahogando las posibilidades de las demandas particulares de crecer y anudarse con otras reivindicaciones.

Es interesante retomar la discusión de Bhattacharya con las autonomistas o post autonomistas  que bregan por  más espacios de autogestión. La autora, contrasta lo acotado de esta propuesta con el reclamo al estado al que en el capitalismo hay que arrancarle cuanto es posible en términos de salud, educación o cuidados públicos. Considera que es parte de la lucha “entre la privatización de la reproducción y el forzar al capital a pagar por la reproducción”. Pero ¿qué ha ocurrido aquí en la práctica?  Por su genealogía piquetera, hijas del 2001, muchas organizaciones sociales comenzaron su tránsito en la autogestión y fueron enlazando con reclamos al estado. Pero a la larga pasaron  a integrar en su mayor parte las filas del peronismo en diversas variantes, ocupando cargos y peleando lugar en las listas. Las razones que se esgrimen para este salto pasan tanto por la posibilidad de gestionar “estando adentro” las necesidades urgentes de los sectores populares más vulnerados como la de disputar en la arena de la estatalidad las orientaciones políticas, conociendo la versatilidad del peronismo.  El debate no es novedoso ni está cerrado. Aunque los resultados no parecen respaldar estas posiciones, siempre está vigente el argumento contrafáctico de “Podría haber sido peor”.  Pero con la debilidad política para tocar a los grandes ganadores ¿sigue siendo factible la idea de “pelearla adentro”, mientras se fortalecen las tramas clientelares? Y si no ¿qué otras vías son posibles para escalar desde los reclamos particularistas hacia la unidad de acción que se expresa en las revueltas que sacuden el mundo?  ¿Será la disputa electoral un ariete como lo está planteando la izquierda partidaria? Por ahora, solo queda claro, que la dispersión y desconexión de las luchas obtura las chances de plantar bandera contra el capital y encarar cosas tan simples (y complejas) como el no pago de una deuda fraudulenta.

Mientras tanto, el informe del INDEC del primer trimestre del 2021 nos dice que la tasa de desocupación del Gran Córdoba subió al 14, 8%, casi dos puntos más que el último trimestre del 2020.  Pero el ministro de Industria, Minería y Comercio Eduardo Accastello se muestra exultante con los números de crecimiento de la maquinaria agrícola, fabricación de autopartes, refinería y fundición de aluminio, industria del maní, industria láctea, el plástico y la madera (Córdoba en foco, 13/4/2021). Al mismo tiempo Bolsa de Cereales de Córdoba  estima que con la explosión de los precios de la soja el cultivo obtiene una rentabilidad de 129 U$ por hectárea en la campaña 2020-         2021, un 20% más (atención: en dólares) que la campaña anterior (Agrolink, 6/4/21).

 

Trabajo enviado por la autora para este número de revista Herramienta web 34.

Susana Roitman es docente de la Licenciatura en Sociología en la Universidad Nacional de Villa María, Córdoba, doctora en Ciencias Sociales e investigadora en temas de trabajo

 

Bibliografía citada

Anino, Pablo (2021) “El laberinto económico y la catástrofe social”. Buenos Aires: Rebelión. Disponible en: https://rebelion.org/el-laberinto-economico-y-la-catastrofe-social-2/

Arruzza, Cinzia (2018) “Del feminismo de la reproducción social a la huelga de mujeres” publicado en el blog  Marxismo crítico: praxis, conciencia y libertad. Disponible en: https://marxismocritico.com/2018/03/07/del-feminismo-de-la-reproduccion-social-a-la-huelga-de-mujeres/

Arruzza, Cinzia y  Bhattacharya, Titi (2020). Teoría de la Reproducción Social. Elementos fundamentales para un feminismo marxista. Archivos De Historia Del Movimiento Obrero Y La Izquierda, (16), 37-69. Disponible en https://www.archivosrevista.com.ar/numeros/index.php/archivos/article/view/251

Falvo Marina y Cutro Dumas Camila (2021) “Precarización y pandemia”. En: Paginas de la casa Nº 2. Disponible en https://observatoriodeconflictoscordoba.files.wordpress.com/2021/07/pandemia-y-precarizacion.pdf

Fraser, Nancy y Jaeggi Rahel (2019) Capitalismo: una conversación desde la teoría crítica. Madrid: Morata.

Maiello, Matías (2021) “Y si la rebeldía es de izquierda”. En: Semanario Ideas de Izquierda, 27-6-2021 Disponible en:  https://www.laizquierdadiario.com/Y-si-la-rebeldia-es-de-izquierda

Mattas, Laura y Roitman, Susana (2021) “Docencia provincial en Córdoba: afrentas y resistencias” Publicado en Observatorio de conflictos laborales de Córdoba. Disponible en https://observatoriodeconflictoscordoba.wordpress.com/2020/12/15/docencia-provincial-de-cordoba-afrentas-y-resistencias/

Modonesi, Massimo (2018)  “Consideraciones sobre el concepto gramsciano de ‘clases subalternas’” en Hemisferio izquierdo Nº 20. Disponible en https://www.hemisferioizquierdo.uy/single-post/2018/04/12/consideraciones-sobre-el-concepto-gramsciano-de-clases-subalternas

Rosso, Fernando (2021)  “El triunfo ‘estratégico’ de la derecha”. En: diario Tiempo Argentino, 16/5/2021 disponible en https://www.tiempoar.com.ar/politica/el-triunfo-estrategico-de-la-derecha/

Svampa, Maristella “Reflexiones para un mundo post-coronavirus”. Nueva Sociedad, abril 2020. Disponible en: https://www.nuso.org/articulo/reflexiones-para-un-mundo-post-coronavirus/?fbclid=IwAR0vISyljweY7iO8syuA87uX2pu2t5B_vARmBVBSiESyeqKVkHlS_VjT3GQ

Woomack, John (2007). Posición estratégica y fuerza obrera. México: Fondo de cultura económica

Žižek, Slavoj (2020) Pandemia. Nuevos cuadernos Madrid: Nuevos Cuadernos Anagrama.

 

Fuentes periodísticas

Agrolink  6/4/2021 https://agrolink.com.ar/rentabilidad-de-la-soja-en-la-campana-2020-2021/

Cordoba produce 13/4/2021  https://cordobaproduce.cba.gov.ar/wp-content/uploads/2021/04/Monitor-Actividad-Economica-Presentacion-2021-04-13-v04-1.pdf

El diario.ar 26/3/2021 https://www.eldiarioar.com/sociedad/cordoba-evitar-repitencia-masiva-extienden-periodo-recuperacion-26-marzo_1_7259873.html

Infobae 2/7/2021 https://www.infobae.com/politica/2021/07/02/emilio-persico-culpo-al-matriarcado-por-la-delincuencia-de-hombres-en-barrios-vulnerables/

La tinta  30/7/2020 https://latinta.com.ar/2020/07/toma-comunitaria-represion-terrenos-fiscales-estacion-ferreyra/

La Voz 12/4/2021 https://www.lavoz.com.ar/politica/empleo-publico-cayo-planta-provincial-pero-crecio-personal-de-salud/

 

Informes del IndEC

Glosario: https://www.indec.gob.ar/indec/web/Institucional-Indec-Glosario

Informes del mercado de trabajo 1er. trimestre 2021: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/mercado_trabajo_eph_1trim21F7C133BA46.pdf

Base de Microdatos: https://www.indec.gob.ar/indec/web/Institucional-Indec-BasesDeDatos

 

 


[1] Utilizamos “clases subalternas” en un sentido gramsciano, siguiendo a Modonesi (2018) quien sostiene “Si los trazos que caracterizan a las clases subalternas son los que van desgranando Gramsci -disgregación, desorganización, espontaneismo, subversivismo episódico y esporádico, estar siempre a la defensiva- debemos reconocer que es un concepto que nos interpela directamente en tanto parece describir nuestra época. La involución subjetiva en términos clasistas se presenta como nuestra cuestión meridional, nuestro límite epocal y nuestro punto ciego teórico-político” y continúa “En consecuencia, el desafío simultáneamente analítico y político-estratégico es, en el marco de una recuperación del análisis clasista de las sociedades capitalistas contemporáneas, asumir la cuestión de las clases subalternas como una fórmula que sintetiza el límite y el horizonte de posibilidad teórico-práctica, las tareas de conocimiento y de transformación para que los subalternos dejen de ser tales”. Nos referiremos a “clase trabajadora” cuando el potencial de subversión se enfatice más.

[2] Seguimos a Maiello (2021) en considerar que el fenómeno de influencers de derecha, bajo la conducción de personajes como Milei todavía no es significativo en la Argentina. Tampoco es despreciable y algunas movilizaciones donde se expresa el descontento de una base social golpeada y fogoneada por las redes son señales de alerta. Sin posibilidades de mensurar su peso político, nos centramos en las luchas que sostienen reclamos ligados a la defensa de la vida vía ingresos, tierra, vivienda o a la defensa de los bienes comunes, aquellos que cuestionan implícita o explícitamente los efectos del bloque de poder económico en el capitalismo dependiente argentino.     

[3] Según el trabajo elaborado por el laboratorio del Salario de la Docencia Universitaria el poder adquisitivo ha descendido desde julio 2015 hasta junio 2021 un 30,9%.

[4] Como señala el INDEC el número de teléfonos para contactar la encuesta disminuyó y las entrevistas se hicieron telefónicamente, por lo cual el número de hogares encuestados se redujo a la mitad. Aunque en sus notas metodológicas el INDEC parece salvar los problemas con recomendaciones internacionales para evaluar los sesgos y corregirlos, el efecto distorsivo puede ser disminuido pero no evitado    (https://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/menusuperior/eph/EPH_consideraciones_metodologicas_2t20.pdf)

[5] Usamos la misma categoría que el INDEC a sabiendas de la discusión dentro del campo de la Economía Popular sobre las diferenciaciones internas. El  INDEC distingue al “cuentapropista” del “patrón”, que por su baja incidencia aquí no hemos considerado. Según el INDEC es trabajador por cuenta propia aquel “que desarrolla su actividad utilizando para ello sólo su propio trabajo personal, es decir que, no emplean personal asalariado y usan sus propias maquinarias, instalaciones o instrumental” https://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/sociedad/Metodologia_EPHContinua.pdf El cuentapropista tiende a ser más precario y a tener ingresos más bajos que el asalariado.

[6] Hemos omitido entre las  jefas y jefes de hogar a las personas que viven solas, pese a que el INDEC las considera como tal, a fin de mostrar tan solo las jefaturas que coordinan  a más de un componente.

[7] En todos los caso se excluyen las familias de un solo componente, es decir, personas que viven solas que la EPH considera jefas y jefes de hogar.

[8] Son familias monoparentales aquellas que tienen más de un miembro y en donde no existe el componente “cónyuge”. Esto es, se excluyen  las personas que viven solas que igualmente cuentan en la EPH como jefes o jefas de hogar.

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