“Lo que vivimos en Lisboa y unas veinte ciudades portuguesas solamente puede compararse con la Revolución de 1974-1975”
Antonio Louçã es escritor, periodista y trabajador en la Radio-Televisión de Portugal. Nació a la vida política en las postrimerías de la Dictadura zalazarista y participó intensamente en los vertiginosos acontecimientos de la llamada “Revolución de los claveles”. Entonces lo conocí, cuando llegué a Portugal allá por agosto de 1974. Fuimos compañeros en la militancia y en la redacción de un semanario socialista revolucionario publicado en Lisboa. Después, la vida y los compromisos políticos nos llevaron por diversos senderos, marcados por acuerdos y desacuerdos sobre tal o cual cuestión, sin que eso afectara jamás ni la amistad ni el común compromiso emancipatorio. Por eso valoro tanto estas cartas que tuvo la gentileza de hacerme llegar, y la autorización a difundirlas. Cuando Antonio dice que lo que está ocurriendo en Portugal “sólo puede compararse con la Revolución de 1974”, sabe muy bien de lo que habla. Vale la pena leer, y tomar debida nota.
Aldo Casas, septiembre de 2012.
Primera carta
… el último sábado (el 15 septiembre 2012), también hubo importantes manifestaciones en otras varias ciudades europeas, puesto que era un día de movilización internacional. Pero lo que nosotros vivimos en Lisboa y unas veinte de ciudades portuguesas solamente puede compararse con la Revolución de 1974-1975. En todo el país, se estima el número de manifestantes en un millón, y medio millón en Lisboa. La Asociación de Oficiales de las Fuerzas Armadas llamó a sus miembros a rechazar toda represión. La organización de soldados llegó el punto de exigir l renuncia del Gobierno. Esta vez, la policía se mostró prudente, y a pesar de haber sido atacada en varias ocasiones, ni siquiera respondió a las provocaciones.
El más pequeño de los partidos que constituyen la actual coalición gubernamental, el CDS (Centro Democrático Social) democratacristiano, había declarado en la víspera de las manifestaciones se opondría a la principal medida que había sido anunciada por el Primer Ministro de Portugal la semana anterior.
Esta medida consiste en el aumento de la cotización volcada por los asalariados a la seguridad social. Hasta ahora, nuestra cotización se elevaba al 8%, y los empleadores debían pagar 23,5%. A partir de ahora, nosotros deberíamos pagar el 18% mientras que la contribución de los patrones disminuiría al 18%. Claramente, un regalo a los empleadores y un aumento considerable de la presión fiscal que pesa sobre nosotros. Esto significa que el Gobierno quiere reducirnos el salario próximamente un 8% más, cuando las medida que ya fueron adoptadas disminuyeron nuestra retribución aproximadamente un 30%, de modo tal que nosotros no ganamos actualmente más que un 70% del que lo que percibíamos hace un año. Y al mismo tiempo, todos los precios aumentan mucho: la electricidad, el agua, los productos alimenticios, el combustible, los transportes, y todas las tasas, pese a que estos precios estaban ya entre los más altos de Europa.
Incluso las organizaciones patronales criticaron severamente la medida anunciada por el gobierno considerando que el umbral de tolerancia de la población estaba superado y porque temen que esta nueva baja del poder de compra agrave la recesión. Se puede ilustrar la magnitud del ataque reciente con un ejemplo: alguien que gane un salario medio, digamos 1400 € en bruto, debía pagar hasta ahora 154 € para la seguridad social. A partir de ahora, debería destinar 252 € y al cabo de un año, la pérdida de ingresos equivale casi a un mes de salario.
Hasta aquí, la política autoridad ha sido tolerada pasivamente por la gran mayoría de la población. Pero el regalo de nuestras cotizaciones a los patrones parece ser la gota que hizo desbordar el vaso. Las manifestaciones del sábado último podrían representar un giro. La génesis de estas manifestaciones es interesante. La iniciativa fue tomada, a mediados de agosto, por una asociación de trabajadores precarios y desocupados. Esta asociación está influenciada por el Bloque de Izquierda y para éste último se trataba organizar nada mas que un encuentro para cortarle el pasto bajo los pies a una fracción que acababa de separarse del Bloque. Pero sorpresivamente, el Primer Ministro pronunció el discurso anunciando las medidas antes mencionadas, provocando una inmensa irritación. El llamado a manifestar y la fecha ya habían sido difundidos y, de golpe, todos quisieron participar. Lo que había comenzado como una convocatoria relacionada con una competencia entre partidos de izquierda se transformó en un gigantesco acontecimiento.
Por su lado, los niveles medios de los sindicatos se habían mantenido obstinadamente opuestos a las manifestaciones. En la empresa donde trabajo en Lisboa, la Radio- Televisión Portuguesa (RTP), en tanto que el Comité de Empresa llamó a salir a la calle, la burocracia sindical organizó una asamblea tres días antes del sábado 15 septiembre, proponiendo una serie de pequeñas acciones, pero sin convocar a la gran manifestación. La asamblea era relativamente pequeña (aproximadamente 120 personas) y no pudo contraponerse a las decisiones adoptadas por la asamblea que nosotros (el Comité de Empresa) habíamos organizado 10 días antes con aproximadamente 400 personas. Esto nos dejó entonces un margen de maniobra como para aceptar participar en las pequeñas acciones, pero sin renunciar a convocar a la gran manifestación. Y esta confirmó plenamente que nuestra orientación era correcta. Más de 200 miembros de la empresa desfilaron en nuestra columna y muchos otros en el resto de la manifestación.
En la semana siguiente, muchos participamos en las diferentes acciones previstas originalmente por la burocracia sindical para afectar la gran manifestación. Y nuevamente se dio la misma paradoja: lo que había comenzado como una maniobra sectarias, repentinamente ganó fuerza de atracción porque la gente que había vivido el éxito del sábado se sentía ahora alentada para continuar la movilización. (…)
Antonio
Segunda carta
… los acontecimientos siguen atropellándose día tras día. Tal vez hayas visto en los diarios lo que estaba ocurriendo por aquí. Pero tengo la impresión de que varios de los diarios que sirven como referencia han subestimado groseramente la dimensión del proceso que se desencadenó (
Le Monde,
El País, etcétera), pero dos o tres periodistas con los que intercambie algunos e-mail en los últimos días me dicen que el
Neue Zürcher Zeitung - NZZ reconoció la magnitud de la manifestación del 15 septiembre: varias centenas de millares en Lisboa, probablemente más de un millón en todo el país. Sólo quienes sean lo bastante viejos como para haber vivido la revolución conseguirían recordar haber visto una manifestación tan grande y tan eufórica:
la del 1 mayo de 1974. Incluso durante el PREC [
Proceso Revolucionario en Curso, así se denomina al período de dos años de la historia de Portugal que siguió a la Revolución de los Claveles], cuando hubo muchas manifestaciones y algunas bastante grandes, no se dio ninguna otra comparable a la de este 15 de septiembre. Tal vez puedas leer algo sobre esto en el periódico de
SolidaritéS, pues tradujeron una carta que les hice llegar.
Pero, como es característico de estas crisis muy agudas, los acontecimientos se precipitan y lo que puedas leer estará atrasado. La chispa que incendió la pradera fue el anuncio de Passos Coelho [Primer Ministro] de sacar más del 7% del salario de los trabajadores para ponerlo directamente en el bolsillo de los patrones. El clamor que esta medida provocó lo obligó, ayer, a retroceder desordenadamente: la medida queda sin efecto. Claro que, por otro lado, va a aumentar el impuesto al trabajo y dice tener “en estudio” un ligero aumento de impuestos sobre el patrimonio y sobre el capital. Pero, por ahora, fue la primera vez que el Gobierno se llevo un susto y tuvo que meter el rabo entre las patas.
El próximo sábado, las manifestaciones más o menos espontáneas llamadas por su facebook, dejarán lugar al movimiento obrero organizado. Esta vez la convocatoria es de la CGTP y creo que también vendrá mucha gente, aunque seguramente menos que a la de dos semanas atrás. Pero es interesante que sigue habiendo síntomas de disolución de las fuerzas represivas: así como varias asociaciones militares se habían solidarizado con la manifestación anterior, ahora son las asociaciones de policías la que llamaron a sus miembros a desfilar bajo las banderas de la CGTP.
A nivel micro-político, se refleja el cambio en el ambiente del país. En la RTP cayó el viejo Consejo de Administración. Habíamos conseguido reunir 400 personas en un plenario, ya el 29 agosto, y dos días después el Consejo renunció –por muchos motivos, pero seguramente también ayudado por nuestro éxito. Entonces se nombró un nuevo CA, al enseguida señalamos en un comunicado como dócil instrumento del Gobierno. A pesar de ese comunicado de “bienvenida”, el nuevo CA quiso cambiar de estilo con relación al anterior.
Un cambio, desde luego, en la cuestión de los ingresos (el anterior había pedido y obtenido una excepción a la ley, que les permitia poder ganar casi tres veces más que el Primer Ministro; el nuevo declaró en cuanto entró que se conformaría con el techo legal). Y cambió la retórica del diálogo (el otro CA no nos recibía desde enero, aunque legalmente estaba obligado a una reunión mensual; éste asumió el miércoles a las 9 hs, se reunió con los directores a las 9:30 hs y con nosotros a las 10:30 hs). En fin, cuando le manifestamos nuestra desconfianza porque no decía qué misión le había encomendado el Gobierno, el presidente del CA nos dijo que comprendía, que no quería un voto de confianza sino, “solo”, el beneficio de la duda. Claro que también eso es pedirnos demasiado…
La verdad es que, mientras tanto, debemos cuidarnos de un excesivo optimismo, porque las manifestaciones más pequeñas (no la gigantesca, del 15 de septiembre) han sido blanco de provocaciones. Los activistas de esta generación que no se horrorizan al ver aparecer por allí banderas monárquicas, encuentran normal cantar el himno nacional, etc. Pero de esto hablaremos después.
Espero que sigas bien y con ánimo. Pero, si así no fuera, sólo puedo recomendar que te vengas a visitarnos y darte aquí algún baño de multitudes.
Antonio