29/03/2024

Georg Lukács sobre la cuestión judía

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El concepto de "cuestión judía" no fue introducido por Adolf Hitler, sino por Karl Marx, quien en su panfleto de juventud Sobre la cuestión judía (1843/44) escribió la conocida frase final: "La emancipación social del judío es la emancipación de la sociedad respecto del judaísmo". El problema, sumamente complicado, acerca de "quién es judío" fue ya frecuentemente discutido. Incluso una fugaz visión de conjunto llenaría por sí sola una conferencia.

Max Weber escribió: "La ‘nación’ es un concepto que, si se considera como unívoco, no puede nunca ser definido de acuerdo con las cualidades empíricas que le son atribuidas", y continuó: "El problema de si podemos considerar a los judíos como una nación es antiguo. La respuesta ha sido casi siempre negativa, pero en todo caso de manera diversa según el modo [...]" (Weber, 1972, págs. 528-529 [Weber, 1964, págs. 679-680)[1]. En el Fischer Lexikon Staat und Politik [Enciclopedia Fischer sobre Estado y política] (1957) leemos:

El concepto de cuestión judía comprende problemas políticos, sociales, económicos, teológicos y -en tanto no se lleve a cabo una completa emancipación- jurídicos, los cuales fuera del Estado de Israel resultan de las relaciones de los miembros de este grupo minoritario, denominados "judíos", con el resto de la población (Fraenkel & Bracher, 1957, pág. 140).

La cuestión debe ser considerada histórica y sociológicamente. Por ejemplo, la cuestión judía para Marx significaba la emancipación de los judíos. La pregunta queda abierta: ¿cómo entender la definición?, y además, ¿qué hacer después de la emancipación? La cuestión judía a comienzos del siglo XX en Berlín y Budapest, según encuestas realizadas, nos conduce a la pregunta: ¿asimilación, simbiosis o fusión?

Para nuestro tema actual: ¿cómo se respondió a la pregunta por la cuestión judía a comienzos del siglo XX en Hungría? La cuestión estaba sin duda vinculada con el tema de las nacionalidades/minorías étnicas; sin embargo, fue tratada en forma separada. La revista de sociología 20. század [Siglo XX] organizó dos encuestas entre destacados intelectuales e investigadores sociales: una sobre la cuestión judía (1917), y otra sobre la cuestión de la nacionalidades (1918). ¿Por qué fueron necesarias encuestas separadas? Ambos problemas pueden ser entendidos como diferentes. Las minorías étnicas eran grupos populares con una lengua propia y aspiraciones de autonomía. Los judíos hablaban húngaro y alemán (¡no jiddisch!) y, por lo tanto, no eran considerados una minoría étnica. Tampoco en las estadísticas eran registrados como tal minoría. Además, los judíos tampoco formularon ninguna aspiración a un Estado propio en la región del Danubio. El propio Lukács aportó una interesante contribución sobre la cuestión de las nacionalidades, pero ninguna sobre la cuestión judía.

La ocasión para la encuesta arriba mencionada fue un libro de Peter Agoston A zsidók utja [El camino de los judíos] (Nagyvarad, 1917). El autor no era judío, sino que provenía de una familia suaba. Era una persona prominente en los círculos intelectuales judíos de Nagyvarad/Oradea, y tuvo un papel importante en la 2ª generación de la reforma (cf. Horváth, 1966). Un observador sionista denominó a Agoston en 1917 "un autor masón, progresista y, por eso, cuasi judío". Agoston era un socialista y atacó al capitalismo (judío), pero a través de su estilo daba la impresión de ser antisemita y generó el alboroto que dio ocasión a la encuesta.

Después de estas observaciones preliminares, pasamos ahora a Lukács. El tema "Lukács sobre la cuestión judía" es un importante aspecto en la obra del filósofo húngaro Georg Lukács (1885-1971), que abarca setenta años. Durante esos setenta años Lukács sobresalió como crítico burgués de la cultura, como comunista revolucionario, o bien como pensador marxista. Si se observa esta evolución en su contexto histórico, Lukács aparece como filósofo del movimiento marxista-socialista europeo. Coincido con Leszek Kolakowski cuando escribe:

La personalidad de Lukács y su papel en la historia del marxismo son, y sin duda serán por mucho tiempo, materia de una viva controversia. Sin embargo, se le considera en general como el filósofo marxista más destacado durante el período de la ortodoxia estalinista. En realidad, podemos ir aún más lejos y decir que fue el único filósofo marxista en aquella época […] (Kolakowski, 1983, pág. 249)[2].

No obstante el número casi incalculable de literatura secundaria sobre Georg Lukács, no hay hasta el momento ningún trabajo serio que haya examinado el tema "Georg Lukács sobre la cuestión judía" (cf. Lapointe, 1983). El propio Lukács hizo solo breves observaciones sobre este aspecto de su vida en entrevistas y esbozos autobiográficos. Ya el joven Lukács escribió: "Sócrates, el hombre, desapareció tras su filosofía", y el viejo Lukács observó: "Un erudito debe, como persona, desaparecer tras su obra".

Cuando le preguntaban por su "época religiosa", Lukács por lo general no respondía: él decidió no acordarse más. ¿Represión? Hay, sin embargo, conjeturas que nos autorizan a ocuparnos de este aspecto biográfico. George Steiner, el teórico de la literatura judío oriundo de Viena, y que conoció personalmente a Lukács, escribió:

Lukács tenía raíces profundas. Era elusivo en referencia a su propio judaísmo, pero un judío hasta la médula […] él es miembro de la constelación trágica -Ernst Bloch, Walter Benjamin, Adorno, Herbert Marcuse- de judíos abstraccionistas, poseídos por una furia mesiánica por la lógica, por el orden sistemático en la condición social del hombre (Steiner, 1982).

Como es sabido, luego de una visita en 1922 a Lukács en Viena, Adorno escribió a Sigfried Kracauer: "Mi primera impresión fue grande y profunda, un pequeño, delgado, torpe, rubio judío oriental (¡sic!) con una nariz talmúdica y unos maravillosos, insondables ojos […]" (cit. en Wiggershaus, 1986, pág. 92).

Las interpretaciones de la obra lukácsiana van en diferentes direcciones. Algunas lo ven como un erudito alemán, porque la mayor parte de sus escritos aparecieron en Alemania, en alemán y sobre temas alemanes. Las interpretaciones húngaras más recientes intentan recobrarlo para la vida intelectual húngara. Aacentúan las raíces húngaras de Lukács y describen su participación en la vida cultural y política de Hungría. La así llamada cuestión judía fue tabú en Hungría entre 1949 y 1989, y con ello también el orígen judío y determinados aspectos de la obra lukácsiana.

Después de 1989[3] los investigadores húngaros intentaron equipararse con la investigación occidental. Sin embargo, para aquellos que se interesan por la historia y la sociología del judaísmo, Lukács no es un tema, puesto que él se convirtió sucesivamente, en primer término del judaísmo al cristianismo y más tarde al bolchevismo. Si se sigue el consejo de Lukács ("Opino que mi evolución ha ocurrido paso a paso, y creo que si uno se ocupa de ella, debería entonces proceder preferentemente en forma cronológica, porque en mi vida las cosas están muy fuertemente conectadas"), debemos comenzar entonces con los hechos (Lukács, 1981, pág. 39).

En los esbozos autobiográficos, que Lukács escribió en los últimos meses de su vida, figura la siguiente frase sobre la infancia y la escuela: "De una familia puramente judía…" En una entrevista con István Eörsi, Lukács fue interrogado sobre esta declaración. Lukács contestó:

Las cuestiones religiosas eran para las familias de Leopoldstadt completamente indiferentes. En consecuencia, la religión nos interesaba, en realidad, solo en tanto que ella era una parte del protocolo hogareño, que tenía un papel en el casamiento y en el desarrollo de otras ceremonias. No sé si he contado ya esta anécdota, mi padre al comienzo del movimiento sionista dijo que él quería ser cónsul en Budapest durante la constitución del Estado judío. En una palabra, entre nosotros reinó una completa indiferencia frente a la religión judía (ibíd.).

¿Qué significaba, desde un punto de vista histórico-sociológico, esta "familia puramente judía" a comienzos del siglo XX en Budapest? Los abuelos paternos de Lukács vivieron en la ciudad de Szeged, al sur de Hungría. El abuelo Jakob Löwinger era techista, y estaba casado con una tal Julia Pollak. Ellos probablemente formaron parte de aquella ola de inmigrantes judíos que ya antes del Acuerdo con Austria de 1867[4] habían llegado a Hungría, y, económica y políticamente, deseaban asimilarse en el sistema social existente. En las biografías de Lukács siempre se menciona un "talmudista" en la familia, quien no se habría ocupado de su familia, sino solo de la "Escritura". Lukács habría dicho que él seguramente heredó de ese tío su inclinación filosófica (cf. Hermann, 1985, pág. 9). El padre de Lukács, József Löwinger, fue primero un empleado bancario que estudió en forma autodidacta idiomas, economía e historia. A los 18 años se convirtió en corresponsal en jefe en un banco de Pest, y con 24 años ya en director de una filial bancaria de Pest. A comienzos de los años ochenta se casó con Adele Wertheimer, de Viena.

Un aspecto importante de la asimilación fue que la forma de vida y pensamiento de los alemanes y judíos que habitaban en Hungría era mucho más apta para el desarrollo capitalista que la de la nobleza húngara. Pero más allá de eso, no era posible asimilarse por completo al ser húngaro, sino solo a determinadas clases y estratos. Jacob Katz, quien nació en Hungría y vivó luego en Israel, escribió en su tesis: "Los judíos no se asimilaron al ‘pueblo alemán’, sino a cierto estrato de él, la clase media que acababa de emerger" (cf. Katz, 1984). József Löwinger estaba convencido de la posibilidad de la asimilación completa, hizo magiarizar su apellido y pasó a llamarse, por tanto, Lukács[5]. En 1899 le fue concedido el título de nobleza por el emperador Francisco José, como Szegedi Lukács. Los escritos de juventud de Lukács, como El alma y las formas (1911), fueron publicados bajo el nombre von Lukács. El bautismo fue el siguiente paso en el proceso de asimilación. En 1907 la familia se convirtió a la religión evangélica luterana. (Como ya lo señaló Heinrich Heine: este era el "boleto de entrada" a la civilización occidental). En el curso de una conversación entre Lukács padre y Bernat Alexander, en ocasión de la postulación frustrada de Georg a la Universidad de Budapest, Alexander habría señalado que la religión era más importante que la aptitud. A lo cual el padre de Lukács dijo: "pero Gyuri no es más judío", es decir que él había sido bautizado.

Creo que las instancias encargadas de la designación de Lukács tenían ideas parecidas a las de aquellos que se opusieron a la designación de Simmel en Heidelberg. Como es sabido, en la famosa carta del historiador Dietrich Schäfer al ministro Böhm se lee: "Si el Prof. Simmel está bautizado o no, no lo sé, tampoco intenté averiguarlo. Pues él es un israelita de cabo a rabo, en su apariencia externa, en su comportamiento y su mentalidad [...]" (cit. en Gassen & Landmann, 1958, pág. 26).

Lukács asistió al bachillerato evangélico luterano, y lo recordó de la siguiente manera:

En el bachillerato evangélico Leopoldstadt era la aristocracia. Nunca tuve allí un papel como judío, sino como un joven de Leopoldstadt, que en esta escuela era considerado un aristócrata. Por lo tanto, no surgieron las cuestiones sobre el judaísmo. Que soy un judío, siempre lo supe, pero esto jamás tuvo una influencia esencial en mi evolución... Tomé mi judaísmo como un hecho de nacimiento, y con eso el asunto quedó resuelto... Naturalmente en la Hungría de entonces se hacían diferencias entre un judío y un no judío... En la generación siguiente, ya después de la dictadura [1919], fue una cuestión mucho más difícil. Antes de la dictadura no tuvo un papel serio (Lukács, 1981, págs. 45-46).

El primer escrito del bachiller de 17 años, una reseña de teatro del año 1902, contiene una toma de posición muy consciente sobre el judaísmo y sobre la personalidad judía. En la obra de teatro A föld [La tierra], se trata una importante cuestión social de la Hungría de entonces, la cuestión de la tierra. Lukács elogia que el autor con su obra haya proporcionado el drama típico de la Hungría contemporánea. Sin embargo, lo esencial en la crítica de teatro de Lukács pasó por el aspecto judío. Lukács opinaba que la representación de diferentes tipos de campesinos era aceptable, pero la representación de los judíos, malograda. Si el autor mismo no conoció a ningún judío, entonces él solo habría necesitado leer el editorial de un diario no judío para saber que el judío es un usurero y un chupasangre sin carácter, y no se mostraría en su obra cómo, al comprar la tierra, perdió dinero. Y nadie en el teatro se rió de eso, observa Lukács. Continua este: "El judío puede ser insensible, usurero, etc.; no necesita serlo absolutamente, en todo caso tiene los rasgos: perspicaz, austero, y de ninguna manera tonto, incluso al contrario en cuestiones de dinero [...]" (Lukács, s/f).

Como es sabido, en Hungría los judíos estaban fuertemente representados en las ciudades. En Budapest, más del 50% de los grandes industriales, comerciantes, los principales financistas, los médicos y abogados en 1910 eran judíos; sin embargo, su porcentaje de la población en Hungría ascendía aproximadamente a un 5 %. Hacia fines del siglo tuvo lugar la conquista de la tierra. Paul Szende escribió en 1920: "el 15 % de los grandes hacendados y terratenientes son judíos" (Szende, 1920).

Los años de peregrinaje de Lukács: 1911-1945[6]

Después de los planes fracasados para una carrera universitaria en Budapest, Lukács fue primero a Florencia y luego a Heidelberg, para trabajar con la ayuda de Max Weber y el generoso apoyo financiero de su padre (10.000 marcos imperiales anuales) en su trabajo de habilitación. Su padre escribió en 1909:

Tú mismo dices que te concedo generosa libertad en tu desarrollo. Lo hago a conciencia, porque confío ilimitadamente en tí y te quiero inmensamente. Estoy dispuesto a hacer cualquier sacrificio para verte grande, reconocido, célebre; será mi mayor dicha que se diga sobre mi que soy el padre de Georg Lukács (carta de József Lukács a Georg Lukács del 23/08/1909; en: Fekete & Karádi, 1981, pág. 148).

Con esto la situación de Lukács se asemeja a la de muchos judíos procedentes de un hogar de la gran burguesía; como escribió Hannah Arendt:

Benjamin [...] era un exponente típico de toda la clase de intelectuales judeo-alemanes [...]. La condición era la mentalidad de los padres, que siendo hombre de negocios exitosos no estimaban mucho sus propios éxitos y soñaban con que sus hijos estuvieran llamados a algo más alto [...] (Arendt, 1989, págs. 216-217).

Durante sus "años de peregrinaje" el interés de Lukács por las cosas judías se intensificó. Se encontró en varias ocasiones con Martin Buber, tuvo correspondencia con él y escribió una reseña sobre publicaciones de Buber: La leyenda del Baalschen y La historia del rabí Nachmann, donde se dice:

El mayor mérito de estos libros radica en que ellos ponen fin al prejuicio -aparentemente fundado- de que las fuentes metafísicas del judaísmo estarían agotadas en los tiempo modernos; por lo tanto el judaísmo solo podría producir pensadores "agudos", "ingeniosos", pero no sería capaz de crear genios originales, creativos (Lukács, 1982, págs. 186-187).

El amigo de Lukács Béla Balázs menciona que en el pensamiento de Lukács se produjo un giro, que define de la siguiente manera:

La nueva filosofía del mesianismo de Gyuri. El medio homogéneo como destino de salvación [...]. Su gran transformación hacia la ética será el centro y la meta de su vida [...] ¡Gyuri descubre al judío en él! La búsqueda de sus antepasados. La secta de los Hassidim. Baalschem. Encontró ahora también a sus ancestros y a su raza (Balász, 1982, págs. 613-614).

La tentativa de una carrera universitaria en Alemania también fracasó. El decano de la Universidad de Heidelberg escribió a Lukács: "Me permito comunicarle que la Facultad de Filosofía, bajo las circunstancias actuales, no puede admitir a un extranjero, especialmente un ciudadano húngaro, para la habilitación" (07/12/18) (cf. Sauder).

Sabemos por Marianne Weber, Paul Honigsheim y Karl Jaspers que Weber estaba fascinado por los estudiantes orientales. Marianne Weber escribe: "Del polo opuesto de la concepción del mundo vinieron también algunos jóvenes filósofos orientales, que se hicieron conocer en esa época, sobre todo el húngaro Georg von Lukacz (¡sic!), y que trabó íntima amistad con Weber". En el llamado Círculo de Weber "solo algunos invitados, como Gundolf o Lukács, poseen tal maestría en la expresión de su mentalidad que llegaron a puntos de cristalización independientes" (Marianne Weber, 1984, pág. 76). Karl Jaspers se manifestó sobre la impresión que le produjeron Lukács y Bloch,

Lukács era considerado por algunos como una especie de santo... Bloch era más bien un joven elemental, muy sincero, que despertó simpatías a través de su calor y su espontaneidad. En Heidelberg se hablaba de ambos. El filósofo Lask hizo el chiste: ¿Quiénes son los cuatro evangelistas? Mateo, Marcos, Lukacz y Bloch... (Marcus Tarr, 1982, pág. 150).

En 1918 Lukács respondió en Budapest a una encuesta con la enumeración de los libros que habían ejercido una influencia decisiva hasta ese momento en su vida. Lukács escribió: "El primer libro con una influencia persistente en mí fue la Ilíada [...] que leí a los diez años [...]. Otros libros que leí de niño no produjeron una impresión profunda, con excepción del Génesis, que leí a los 13 años y que causó una crisis religiosa en mí" (Lukács, s/f, pág. 756).

A fines de noviembre de 1918, Lukács regresó a Budapest y se afilió al recientemente fundado Partico Comunista; se convirtió en subcomisario de Instrucción Pública en la República de los Consejos, que estaba bajo la conducción de intelectuales judíos, a semejanza de la República de los Consejos en Baviera. Max Weber, testigo presencial, dijo en 1919 que era una lástima que "en aquella época tantos judíos estuvieran entre los líderes revolucionarios". La irritación de la población contra los revolucionarios y sus "jefes judíos y extranjeros era grande", refirió también Marianne Weber.

Thomas Mann escribió: "Múnich, como Baviera, regida por literatos judíos. ¿Durante cuánto tiempo se tolerará esto? [...] ¡Esta es la revolución! Se trata casi exclusivamente de judíos" (Mann, 1979, pág. 63).

En 1919, después del fracaso de la República de los Consejos en Hungría, siguió para Lukács la emigración hacia Viena, y los años de peregrinaje de Georg comenzaron. El llamado Círculo de los Domingos de intelectuales judíos en torno a Lukács en Budapest fue reconstruido en Viena. Lukács se ocupaba de literatura y política y escribió cerca de 50 artículos, reseñas e Historia y conciencia de clase -su magnum opus-, con el ensayo "La cosificación y la conciencia del proletariado", sobre el tema de la alienación: un tema muy arraigado en la tradición judía. No es casualidad que de todas las interpretaciones de Marx, el tema de la alienación haya sido tomado principalmente por intelectuales judíos. Max Weber und Karl Marx, de Karl Löwith, tiene un capítulo con el título "La interpretación marxiana del mundo capitalista-burgués en términos de la ‘autoalienación’ humana" (cf. Löwith, 1932). Jacob Taubes, en su tesis y magnum opus Abendländische Eschatologie [Escatología occidental] (1947), fue influido por Historia y conciencia de clase. Él había invitado a Lukács a Zúrich, y la última carta de Lukács estuvo dirigida a Taubes. Lukács fue bien recibido también en los círculos de intelectuales judíos socialistas de Nueva York en los años sesenta y setenta. Joseph Maier, amigo de Max Horkheimer, escribe en su artículo "Georg Lukács y la Escuela de Frankfurt: un caso de mesianismo secular": "Lukács compartía con los escritores de la Escuela de Frankfurt, por sobre todo, una filosofía sistemática de la historia, en cuanto historia de realización y salvación"; y Maier postula "la posibilidad de remontar la inspiración de Lukács y de los escritores de la Escuela de Frankfurt al misticismo y al mesianismo judíos" (cit. en Marcus/Tarr, 1989, págs. 58-59).

Cuando Lukács, en su exilio vienés, redactó el programa político de la llamada dictadura democrática, lo denominó "Tesis de Blum". Blum, un típico nombre judío, era su seudónimo. (El héroe judío en la novela Ulises de James Joyce se llama también Bloom y proviene de Hungría). Durante su exilio en Viena, Lukács se encontró con Theodor Adorno y Thomas Mann, cuya esposa Katia escribió en sus memorias sobre el encuentro:

Naphta no existió. Naphta es, tal como es, un personaje inventado. Pero en el año 1922 estábamos en Viena. Nos alojamos en el Hotel Imperial, y allí nos visitó Georg Lukács, quién vivía exiliado en Viena, ... cuando él me leyó el capítulo sobre Naphta con la descripción de su persona, dije: ¿Realmente has pensado allí en Lukács? ... Naphta me recuerda a él ... No tuve para nada esa intención, pero bien puede ser que tuviera presente a Lukács.. (Katia Mann, 1974, págs. 81-82)

Véase también la carta de Mann al Dr. Seipel:

Conozco también al propio Lukács. Una vez en Viena, durante una hora, me desarrolló largamente sus teorías. Mientras hablaba, tenía razón. Y si más tarde quedó la impresión de una abstracción casi ominosa, también quedó la impresión de la pureza y la nobleza intelectual (Mann, 1968, pág. 172).

1933-1945 Exilio en Moscú y regreso a Hungría

Simultáneamente a los procesos públicos de 1936 en Moscú, tuvo lugar una reunión privada de escritores alemanes en septiembre de 1936[7]. Lukács habló sobre la vida de los emigrados como una situación de desconexión con las grandes masas en la Unión Soviética (cf. Müller, 1991, pág. 196).

Después de su regreso a Budapest a la edad de 60 años, Lukács se entregó a una actividad febril. Fue miembro del Parlamento, profesor en la Universidad, miembro de la Academia de Ciencias, y tuvo un papel activo en la bolchevización de la misma. Sin embargo, Lukács escribió a su amigo Míjail Lifschitz que él regresó a Budapest con la idea de trasladarse luego a Viena (cf. Lifsic & Sziklai, 1989). Surge la pregunta: ¿se sintió Lukács finalmente en casa, o permaneció también como un extranjero en Budapest? En 1949 él habría dicho en Weimar: "Si tuviera en Budapest un alumno que me entendiera, entonces sería optimista […]"[8]. Sin embargo, todavía ahora permaneció como promotor de la literatura clásica (Goethe, Mann) contra el Kitsch socialista soviético; pero también fue responsable de la supresión del modernismo en literatura (Kafka, Joyce, Proust), en filosofía (de Heidegger a Wittgenstein) y en el arte plástica.

Hoy es importante para nosotros no perder de vista su disputa con los intelectuales burgueses radicales sobre el fascismo húngaro. Fueron presentadas dos concepciones diferentes de la burguesía húngara, que estaban ligadas a la cuestión judía. Lukács vió el problema central en la dictadura y la corrupción del capital, y de allí se derivó su evaluación del fascismo: para muchos otros, el antisemitismo era el núcleo de la contrarrevolución y la causa del consiguiente fascismo. Para el marxista Lukács, la dictadura del gran capital estaba en el centro del fascismo emergente, y de esta manera quedó en consonancia con la definición de Dimitrov. En consecuencia, Lukács no pensó el combate del antisemitismo como la tarea primaria, sino como un fenómeno concomitante. Según Lukács, quien quiere la democracia en Hungría, y por cierto una democracia sin antisemitismo, debe ayudar a quebrar la dictadura (judía) de Fellner-Ullman (cf. Lukács, 1948, págs. 192 ss.)

Hace poco el historiador István Deák escribió:

en Budapest, los dueños de las fábricas y los banqueros, que eran judíos, obtenían enormes ganancias por la producción de armas para los ejércitos alemán y húngaro (durante la Segunda Guerra Mundial). Cada vez que Hitler exigía a Horthy que tomara medidas drásticas contras los 800.000 judíos húngaros, Horthy respondía que eso provocaría el colapso de la industria armamentística húngara. Cada vez que el gobierno húngaro planeaba una resistencia más laxa a las demandas alemanas, los líderes judíos húngaros presentaban un pedido de mayor colaboración con el fin de salvar a la comunidad judía (cf. Deak, 1996, págs. 85-86).

Continúa Deák: "En la actualidad, a nadie le gusta hablar de este tema, pero debe decirse aquí que el interés inmediato de los judíos, concretamente la supervivencia, no era necesariamente idéntico al interés de los Aliados, que era derrotar a Alemania".

En 1967 Lukács fue visitado por intelectuales de Alemania occidental (Abendroth, Holz y Kofler), y consultado sobre política, literatura y filosofía. Entre otras cosas también sobre la cuestión judía. Lukács dijo:

… hay ahora en Semprun [autor de la novela El gran viaje] algo que yo resaltaría con mucho gusto, porque se refiere a un caso de aquel terrible suceso del fascismo, es decir la cuestión judía … yo tengo por falso que hoy en Alemania persista la tendencia a reducir la superación del fascismo a la cuestión judía. Este es solo un episodio, y Semprun ha representado el asunto hermosa y muy valientemente, también como autocrítica del judaísmo; a saber, hay en ella un judío comunista alemán que llega a Francia, lucha entre los partisanos franceses, como partisano cae, y respecto de eso Semprun escribe: "No quiero una muerte judía". Es decir, la muerte judía fue esto, que cientos de miles y millones fueron arrojados en las cámaras de gas, sin el menor intento de resistencia… (Pinthus, 1967, pp. 54-55)

Para terminar, queda abierta la pregunta, que no puede ser unilateralmente contestada, por si Lukács fue un marxista consecuente, un "judío no-judío" (Isaac Deustcher), o un representante del "mesianismo secularizado" (Joseph Maier), o si se trató de un caso de autoodio judío, como lo definió Ernst Bloch:

Hay un antisemitismo imitado por los judíos, para darse una coartada. Pero en Marx, Weininger, Kraus no se recuerda a Luegger, sino a Isaías, la antigua polémica de los profetas contra la apostasía y la usura, y contra la hija de Sion. Tal odio judío en el judío puede ser una señal de que él es un auténtico judío (Marcus Tarr, 1982, pág. 178).

Bibliografía

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* "Georg Lukács zur Judenfrage". Trad. de Esteban Ruiz. Publicado por gentil autorización del autor.

[1] La traducción ha sido levemente modificada.

[2] La traducción ha sido levemente modificada.

[3] En el original: "Nach der 1989 Wende…"; Wende [cambio, giro] es la expresión habitual para designar la caída del llamado comunismo real (NdT).

[4] Acuerdo entre el Imperio de Austria y el Reino de Hungría a partir del cual ambos Estados, bajo la órbita de los Habsburgo, formaron una monarquía dual con un monarca común: Francisco José. (NdT)

[5] Magiares, grupo étnico de Europa del Este, correspondiente a los actuales pobladores de Hungría. El autor verbaliza el adjetivo: magyar, magyarisieren. (NdT)

[6] En el original: "Lukács’s Meisters Wanderjahre...", el autor alude a la conocida novela de formación de Goethe Años de peregrinaje de Wilhelm Meisters. (NdT)

[7] . El autor se refiere a los Procesos de Moscú (1936-38), contra Nicolai Bujarin y otros. (NdT)

[8] Comunicación personal del Prof. Dr. Knut Borchardt, Múnich.

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