29/03/2024

Despedida a Johannes Agnoli

Por Bonefeld Werner , ,

Johannes Agnoli ha muerto. Murió el 4 de Mayo en San Quirico di Moriano, Toscana. Tenía 78 años. Desde su retiro de la Free University of Berlin en 1990, vivió en su Italia nativa, en una casa que había comprado en el momento en que la reacción de la Alemania Occidental contra los movimientos radicales de los `70 alcanzó su cima -el Otoño alemán de 1977. Tendríamos que preguntarnos si en ese entonces él pensó que podría alguna vez vivir realmente en su nuevo hogar. Y eso, no porque prefiriera los inviernos siberianos en Berlin sino por aquella reacción misma. Su camarada y amigo Toni Negri, y muchos otros camaradas italianos, fueron trasladados de la enseñanza del imperativo categórico de la emancipación humana a prisión. Su camarada Peter Brückner, con quien fue co-autor de The Transformation of Democracy en 1968 - al que cada uno contribuyó con un extenso capítulo-, había sido expulsado de su puesto docente en la University of Hannover. Luego de una larga y prolongada batalla por el derecho del profesor a abrazar y expresar pensamientos independientes, Brückner fue reincorporado en 1981. Murió poco tiempo después.

Agnoli fue uno de los pensadores del imperativo categórico más importantes en Alemania y más allá. Su experiencia del Otoño Alemán de 1977 puso a la vista, si así fuera necesario, la importante diferencia entre el trabajo intelectual y la lealtad a la constitución del poder político. Hay allí dos esfuerzos diferentes y conflictivos. Agnoli sostuvo que el trabajo intelectual no era para servir a los poderes existentes sino que su determinación entrañaba la crítica a todas las formas de poder constituido (Macht). Su tarea era, invocando la respuesta de Kant a un pedido de declaración de lealtad del Rey de Prusia, revelar la engañosa publicidad de un orden constituido y no contribuir a su mistificación.

Fue el teórico práctico de 1968 en Alemania Occidental y su The Transformation of Democracy dio expresión teórica a la oposición extra-parlamentaria de aquel entonces y a numerosas generaciones que tomaron en serio la agudeza de Marx: todos aquellos que viven de su trabajo y de la venta de su fuerza de trabajo "se encuentran directamente opuestos a la forma en la cual, hasta ahora, los individuos, de los que se compone la sociedad, se han dado expresión colectiva, esto es, el Estado; por lo tanto, a fin de afirmarse como individuos, deben derrocar al Estado" (Ideología alemana). El trabajo de Agnoli se orientó a la crítica de lo político, del poder constituido de las relaciones sociales capitalistas. Tal crítica no fue uno de los dictados de la moda académica, por así decir, por las condiciones de los movimientos extra-parlamentarios. Las condiciones cambian y muchos extra-parlamentarios se vuelven parlamentarios. El trabajo de Agnoli fue el del imperativo categórico de la emancipación humana, cualquiera sea el tiempo y cualesquiera sean las demandas del poder (Macht). El suyo fue el esfuerzo de la razón -ese arma de crítica que piensa la negación organizada de todas aquellas relaciones en las que el Hombre existe como un ser miserable, explotado y dominado.

Agnoli fue el pensador de la dignidad humana. No pensó con la cabeza inclinada a las formas existentes de dominación, buscando respetabilidad a través del criticismo crítico, donde todo lo que es criticado es también endosado como el mejor de todos los mundos. Su cabeza respiraba el aire limpio de la razón, esto es, la sociedad de los libres e iguales. Ni se arrodilló ante el altar del relativismo, donde la crítica de las relaciones existentes avanza junto con la convicción realista crítica de que las condiciones humanas miserables no necesitan ser cambiadas sino sólo interpretadas más benévolamente. La suya fue la crítica del pensamiento constructivo.

Fue un pensador sincero y honesto. El conflicto, argumentó, conduce a la estabilidad de las relaciones sociales burguesas, por tanto tiempo como sea manejado constructivamente. Constructivamente manejados los conflictos no cambian las relaciones sociales de dominación existentes. Tales conflictos operan dentro de las formas de afirmación, más que de negación, del mundo burgués, dentro de las formas de dominación capitalista, tales como la forma del estado, en tanto instrumentos potencialmente útiles para el cambio "revolucionario" desde "adentro". Contra la noción de conflicto como medio para el logro del reconocimiento institucional, la aceptación y el poder, sostuvo que la incorporación del poder negativo en las instituciones burguesas mismas es un esfuerzo que acaba por autoanularse, pues al dirigirse ostensiblemente a abolir desde adentro o, con menos retórica revolucionaria, a transformar mediante un trabajo honesto y comprometido de reforma, vuelve al poder negativo impotente. Así pues, en lugar de la revolución de las instituciones, el poder negativo es institucionalizado y así, hecho responsable por la reproducción de las relaciones sociales capitalistas. ¿Y la conquista del estado y su uso como un instrumento de emancipación? El estado, arguyó, no es una forma neutral que pueda ser usada para intereses sociales diferentes y antagónicos. No es un estado en una sociedad capitalista sino un estado capitalista. Su conquista no conduce a la emancipación humana sino al empleo de su propia forma y función como un poder coercitivo, especialmente, en relación a aquellos que -ostensiblemente- son vistos como los objetos de emancipación. Tales objetos permanecen; lo que cambia es el modo de dominación. Contra las concepciones revolucionarias que operan sobre el terreno o dentro de las formas de la sociedad burguesa, él argumentó en favor de la autonomía social, es decir, la auto-determinación y la auto-emancipación del individuo social en las formas organizacionales de resistencia que anticipen la meta de la revolución: la emancipación humana.

Su crítica de lo político fue, así, una crítica en favor de las formas anti-institucionales de lucha y en favor de formas organizacionales de auto-determinación social humana, de la autonomía social de las masas dependientes en y en contra de las formas de dominación capitalista. La postura de Agnoli fue escasamente original. Él meramente acordó con el argumento de Marx según el cual la coerción de la sociedad burguesa está concentrada en la forma del estado. Lo que hizo que su posición fuera original fue que él analizó esa sugerencia en la sociedad contemporánea. La originalidad de Agnoli yace en su comprensión del trabajo de Marx como un juicio sobre la existencia, como una práctica social conceptualizada. Como Marx, rechazó las formas de anti-capitalismo que no se oponían, sino que más bien derivaban su racionalidad de las formas capitalistas constituidas. Eso explica su atención a la autonomía social. La enunciación de la "autonomía social" es tratada demasiadas veces como una suerte de abdicación romántica de la clase política trabajadora, una negativa a plantear la difícil cuestión del socialismo como la toma del poder en favor de la clase trabajadora. No obstante y nuevamente, el imperativo categórico de la emancipación humana defendido por Agnoli en tanto movimiento de autonomía social no fue original. Su originalidad radicó en su discusión en el contexto de las luchas de clase contemporáneas. Esta es la clásica enunciación de la autonomía en tanto poder negativo: "Toda emancipación es un retorno del mundo humano y de las relaciones humanas a los humanos mismos. La emancipación política es una reducción del hombre, por un lado, a un mero miembro de la sociedad burguesa, un individuo egoísta e independiente, por otro, a un mero ciudadano del estado, una persona moral. Hasta que el hombre real individual no recobre dentro de sí al ciudadano abstracto y, como un hombre individual, no transforme al ser genérico en su vida empírica, en su trabajo individual y relaciones individuales, hasta que el hombre no reconozca y organice sus "forces propres" como fuerzas sociales y, de ese modo, ya no separe las fuerzas sociales de sí mismo en la forma de fuerzas políticas, hasta que eso no suceda la emancipación humana no estará completa"(The Jewish Question). Alguno podría objetar que la cita es del joven Marx y, puesto que se dijo que Marx había madurado con los años, pedir entonces una cita del Marx maduro. "El señorío [económico] del capital sobre el hombre" debe ser abolido para que la reproducción social del hombre sea "controlada por él". ¿Y el estado? Su propósito es la "perpetuación de los trabajadores" - el "sine qua non de la existencia del capital". (Capital, vol. I).

Su crítica de lo político y su crítica del conflicto constructivo corren juntas. A diferencia de sus adversarios marxistas ortodoxos, que se deleitaron en la dogmatización del pensamiento crítico y con ello, lo transformaron en un tipo de pensamiento ritualizado cuasi religioso, Agnoli, con gusto, planteó la revolución como una pregunta. Los esfuerzos ortodoxos, en cambio, detestan la crítica destructiva y son sospechosos de poca convicción en su posición puesto que, como un topo que corroe, socavan la creencia en la corrección de las condiciones y concepciones revolucionarias. La suya fue una teoría de la herejía, de la actividad crítica sensual, de la subversión y la revolución. No tuvo tiempo para certezas dogmáticas o ideas ortodoxas sobre la toma del poder estatal. Sostuvo el dictum de Marx según el cual, para que los individuos sociales sean libres de determinar sus propias condiciones, el estado debe ser abolido. El dictum de Marx según el cual la emancipación de la clase trabajadora sólo puede ser alcanzada por la clase trabajadora misma, fue su propio dictum. Su posición fue la de la sociedad de los libres e iguales, de la autonomía social en, contra, y más allá de las relaciones sociales capitalistas. A diferencia de muchos de sus camaradas de 1968, él no vio virtud alguna en la larga marcha a través de las instituciones y su crítica de la transformación de los movimientos sociales de los `70 dentro de la forma del Partido, los German Greens, fue de una calidad y previsión verdaderamente sobresaliente. Esto puso a la vista a un Profesor que se toma a sí mismo seriamente. El profesó. Aquellos que seriamente quieren la libertad pero combaten toda actividad desestabilizadora se contradicen a sí mismos.

Agnoli no escribió panfletos, ni se ocupó de la agitación y la propaganda. Su tarea fue de iluminación para que la pobreza y la miseria alcancen conciencia de sí -Iluminación en tanto conciencia subversiva y práctica revolucionaria. Sea en su crítica del Marxismo ortodoxo, su análisis del fascismo, de la tecnocracia, y de la recomposición del estado especialmente durante los ‘70, su crítica de la forma del partido como un medio de emancipación y de la forma del estado como un instrumento de revolución; sea en su crítica de la publicidad fraudulenta de la democracia liberal y sus transformaciones, sus contribuciones al pensamiento y práctica socialista; o bien sea en su trabajo sobre la historia del pensamiento subversivo y la tradición crítica de la Ilustración- en todo su trabajo se mantuvo, con encanto, paciencia revolucionaria e ironía, como un Profesor del antagonismo y la revolución.

No fue un administrador del pensamiento. El pensó. No leyó a Marx para poder citar su trabajo como si se tratara de una competencia. Agnoli fue el pensador de la negación organizada de las condiciones inhumanas. No injertó su habilidad subversiva sobre la sociedad capitalista y su estado - como si uno fuera capaz de criticar las cosas sin estar dentro de ellas. Él se involucró con las cosas mismas, planteando el imperativo categórico de la emancipación, analizando el antagonismo de clase y ocupándose de la lucha de clase. No se interesó por la industria académica de la innovación conceptual, que pretende que sólo es verdadero aquel pensamiento que se vende en el mercado. El pensamiento no fue para él una mercancía de moda, que encuentra sus medios y fines, su mercado, en el Zeitgeist[1]. Él pensó la subversión cualquiera sea el Zeitgeist. Su crítica ad hominem del capital y su estado abogó por la emancipación humana como el sine qua non del pensamiento que se toma a sí mismo seriamente y por ello, descubre y pone la mira en la raíz de la existencia humana. Mas para el Hombre la raíz es el Hombre mismo y el Hombre es el ser más elevado para el Hombre. Él tomo al imperativo categórico seriamente: todas las relaciones en las que el hombre sea un ser degradado, esclavizado, desamparado, despreciable deben ser derrocadas a fin de que el Hombre posea el control de sus propios asuntos, como individuos sociales emancipados que se relacionan entre sí como iguales en libertad. La sociedad de los libres e iguales donde cada uno recibe de acuerdo a sus necesidades constituyó para Agnoli el imperativo categórico de la crítica del capital y su estado.

En su "Destruction as the Determination of the Scholar in Miserable Times" (1992/2003) argumentó con mordaz ironía contra los esfuerzos constructivos del Zeitgeist. Volvió a este tópico en tres de sus últimas publicaciones: The Negative Potential (2002), "Emancipation: Paths and Goals" (2002), y "The Transformation of the Left" (2000). El último título ofrece un giro llamativo. Su Transformation of Democracy de 1968 mostró la necesidad de políticas extra-institucionales como la única salvaguarda confiable contra la desaparición de las políticas institucionales y sus conflictos constructivos, los cuales, por muy críticos que sean de las formas existentes de dominación, meramente afirman y no niegan a la sociedad burguesa y sus instituciones. Todos vivimos en la sociedad burguesa. Sin embargo, ésta no puede ser dejada atrás por el solo hecho de vivir dentro de ella. La negación revolucionaria de la sociedad burguesa se mueve en y contra sus formas constituidas. Ese es el sitio del antagonismo de clase y de la lucha de clase. Sólo la negación organizada es capaz de transformar la existencia de la lucha de clase en y contra las relaciones sociales burguesas dentro del más allá de la historia humana. En su "Transformation of the Left" (2000) analizó la idea de la auto-determinación nacional en tanto forma de oposición socialista a la globalización. ¿Qué es lo anti-capitalista en el anti-capitalismo que busca regular el capital sin tocar las relaciones de explotación, que plantea al estado nacional como el poder soberano que pone controles al capital para asegurar el bien común nacional? ¿Qué es el bien común nacional? La función y rol del estado es alcanzar la homogeneidad de las condiciones nacionales. En su concepción liberal, esto equivale a la igualdad de todos ante la ley. En la concepción leninista, equivale a la igualdad del trabajo. En su versión nacionalista, significa igualdad como nación, como Volk[2]. En esencia, la concepción leninista de la igualdad equivale a una economía del trabajo, la concepción liberal de igualdad a la muy elogiada democracia de oferta y demanda, y la concepción nacional de igualdad en términos de Volk entraña la proyección de una "comunidad nacional" sin clases, cuya existencia es amenazada por el "enemigo externo" que está dentro de ella. La afirmación del estado nacional, en lugar de criticar la globalización a través de formas organizadas de resistencia, que anticipen en sus medios los fines de la sociedad de los libres e iguales, sacrifica la causa en favor de formas de igualdad abstractas e incluso regresivas, buscando la salvación mediante la fortificación del estado nacional como instrumento de anti-globalización. El propósito del capital, sostuvo Agnoli, es generar ganancia, y no crear empleo. La entidad política de tal objetivo es el estado. En contraste, la proyección del estado nacional como instrumento de anti-globalización afirma al estado como si éste fuera un "ser independiente que posee sus propias bases intelectuales, éticas y libertarias"(Critique of the Gothaer Programme). Así las cosas, esto comporta una mera rebelión en pos de un estado virtuoso - es decir, un estado que asegure los "intereses comunes" de la sociedad burguesa. Tal como Agnoli arguyó, a pesar de sus formas históricamente cambiantes la función del estado burgués ha sido siempre asegurar los "intereses comunes" de una forma capitalista de reproducción social: la acumulación capitalista.

Su último trabajo, The Negative Potential, consiste en una serie de entrevistas hechas en los años 2000 y 2001. Se concentra en los temas de la auto-emancipación humana, los medios y fines de la revolución, el propósito del trabajo intelectual, la negación y la subversión, la crítica del capital y su estado, y la crítica de un anti-capitalismo sin anti-capitalismo, esto es, un anti-capitalismo que busca meramente reformar la regulación institucional de la explotación del trabajo. The Negative Potential: tal fue su trabajo, un esfuerzo que no puede ser mercantilizado ni comercializado. El diario Frankfurter Allgemeine sostuvo, luego de la reedición de su Transformation of Democracy en 1990, que sus escritos no encontraban las demandas del mercado. Tenían razón. Aunque un podría preguntarse si efectivamente se entendió su valor. El pensamiento subversivo es aquel que la sociedad de mercado, de oferta y demanda, falla en comercializar y absorber.

Su enseñanza y escritura fueron un apasionado asunto de controversia. La divisa de Marx, dudar de todo, fue también de Agnoli. Dudar es desvelar, es decir, que los misterios teóricos encuentren sus explicaciones racionales en el entendimiento y la comprensión de la práctica social humana. Él tuvo poco tiempo para las demandas de la academia: publicar en revistas con referato, conseguir fondos para la investigación, hallar respetabilidad como miembro reconocido de la profesión, inventar un nuevo concepto y monopolizar el mercado al acomodar la agenda de investigación, alcanzar fama al menos por un breve momento, haciendo críticas sin involucrarse en ellas, etc. A diferencia de los conferenciantes de moda, fue un profesor de la verdad incómoda y en contraste con las demandas del mundo racionalizado, donde la comunicación de los pensamientos se transforma en una expresión de grises estandarizados, él fue un orador. El pensamiento crítico, insistió, consiste en la pregunta planteada - no en las respuestas a preguntas no formuladas. ¿Por qué las relaciones sociales humanas toman la forma de relaciones entre cosas y qué se requiere para alcanzar la emancipación humana de una práctica social cuya existencia se halla pervertida en tanto personificación de cosas? Él indagó sus preguntas con encantadora ironía, avalando el esfuerzo auto-contradictorio del pensamiento que, ostensivamente crítico, busca respetabilidad ofreciendo propuestas positivas para efectuar la humanización del mundo capitalista. Tal humanización es, en sí misma, bienvenida. Sin embargo, sólo la oposición radical al capital y a su estado, arguyó, es capaz de obtener concesiones humanitarias - la pacificación efectuada a través de lo que Marx llamó, en su análisis de la lucha por la reducción de la jornada laboral, la cadena de oro de la regulación legal.

Uno podría preguntarse qué tendría para decir Agnoli a los actuales críticos del capital globalizado - mejor: frente a la sociedad mundial del capital - quienes declaran que la solución de su crisis de desarrollo puede ser hallada en el establecimiento de un sistema económico más efectivo- ¿sugeriría la idea de Trotsky de la militarización del trabajo en tanto expresión tradicional de tal esfuerzo, o hubiera preguntado, de manera marxista, qué debe entenderse por "economía"? ¿No fue Marx quien dijo que su obra comportaba una crítica del sistema completo de las categorías económicas? ¿No fue Hegel quien dijo que el rechazo del pensamiento utópico equivalía a un 'pissendes Denken' [pensamiento basura]? ¿Y las ideas de la democracia cosmopolita? ¿Podría haber argüido que la democratización es algo bueno pero que tal tipo de democratización presupone la explotación del Hombre por el Hombre como algo eterno? ¿La humanización de las condiciones inhumanas, arguyó una y otra vez, presupone condiciones inhumanas y es eso lo que requiere la transformación democrática - la asociación democrática de los productores directos- para que el Hombre esté en posesión de sí mismo como sujeto, es decir, como un individuo social auto-determinado que, sobre la base del reino de la libertad regule el reino de la necesidad libre de coerción, esto es, que a través de medios democráticos de organización regule la cooperación humana? La emancipación humana y la idea de la humanización de las instituciones burguesas pertenecen a mundos diferentes. Para él, la emancipación humana implica una sociedad sin clases, una sociedad donde la dominación del Hombre sobre el Hombre sea abolida. La idea de la humanización de las relaciones de explotación pertenece a una concepción de progreso que no rompe el continuum de la pre-historia humana, donde el Hombre permanece condenado en tanto objeto de su propia práctica social alienada. A fin de cambiar el mundo, la dominación del Hombre sobre el Hombre debe ser abolida. Esta es, pues, la emancipación humana de su pre-historia de dominación, explotación y miseria, de relaciones que, aunque producidas y reproducidas por la práctica social humana, esclavizan a los productores de tal mundo social a ser meras personificaciones de reglas abstractas, al mundo de las cosas y a su emancipación política en la forma del estado.

La idea de que la democratización de las instituciones políticas a escala global tornará efectiva la humanización de las condiciones inhumanas, es presentada corrientemente como la solución a la injusticia y a la iniquidad. Es una pena que aquellos que defienden el nuevo cosmopolitismo de la sociedad civil global fallen por completo en ofrecer, y ello contra el antecedente de cualquier incremento de la productividad del trabajo, alguna idea sobre cómo la riqueza acumulada en el mundo desarrollado puede ser usada para liberar a millones y millones de personas, no sólo en las sociedades "desarrolladas" sino también en los centros de riqueza, de las condiciones de miseria y pobreza; y sobre cómo el trabajo socialmente necesario puede ser organizado para hacer frente a las necesidades humanas. En su última publicación en inglés, Agnoli volvió a plantear el tema del imperativo categórico de la emancipación humana, insistiendo en que los medios de la resistencia deben anticipar, en su forma de organización, los fines de la emancipación humana.

El estudio de Agnoli sobre la negación seguramente habrá de ser extrañando. Agnoli fue unos de los pocos auténticos pensadores de la emancipación humana. Hemos perdido un amigo, un camarada, un maestro y tendremos que arreglárnosla sin su encanto e ironía. Sobre todo, tendremos que ingeniárnosla sin su exquisita y siempre desafiante formulación de imperativo categórico de la negación, de la emancipación humana. Adiós!

Traducción de Mónica Menacho

Bibliografía

(Principales publicaciones en alemán)

Die Transformation der Demokratie und andere Schriften zur Kritik der Politik , Ca Ira, Freiburg, 1990.

Der Staat des Kapitals und weitere Schriften zur Kritik der Politik, Ca Ira, Freiburg,1995.

Subversive Theorie. 'Die Sache Selbst' und ihre Geschichte, Ca Ira, Freiburg, 1996.

Faschismus ohne Revision, Ca Ira, Freiburg, 1997.

1968 und die Folgen, Ca Ira, Freiburg, 1998.

Politik und Geschichte, Ca ira, Freiburg, 2001

Burgmer, Ch., Das Negative Potential. Gespräche mit Johannes Agnoli, Ca ira, Freiburg, 2002.

Otras publicaciones en alemán

Agnoli, J., C. Brendel, I. Mett, Die revolutionären Aktionen der russischen Arbeiter und Bauern. Die Kommune von Kronstadt, Karin Kramer Verlag, Berlin, 1971.

'Rosa Luxemburg heute', en C. Pozzoli (ed.) Rosa Luxemburg oder the Bestimmung des Sozialismus, Surhkamp, Frankfurt, 1974

'Versuch, Strafkammer und Staatsanwaltschft über Faschistoides and Form Staat aufzuklären', en Da ist nur freizusprechen. Die Verteidigungsreden im Berliner Mescalero-Prozeß, Rowohlt, Reinbeck, 1979.

Mandel, E., J. Agnoli, Offener Marxismus. Ein Gespräch über Dogmen, Orthodoxie und die Häresie der Realität, Campus, Frankfurt, 1980.

Agnoli, J., 'Jesuiten, Kommunisten und Indianer', en Zwei Kulturen? Tunix, Mescalero und die Folgen, Ästhetik und Kommunikation, Berlin, 1978.

Gespräch mit Johannes Agnoli, en Sozialistisches Jahrbuch, ed. by W. Dreßen, IVA, Tübingen,1979.

'Zwischen Bewegung und Institution', TAZ, 18.2.83

'Lockerungen für ein neues linkes Denken', TAZ, 31.1.85.

Agnoli, J. (2000), 'Die Transformation der Linken', DIE ZEIT, 17.2.00.

Libros de homenaje

Bruhn, J., M. Dahlmann and C. Nachtmann (eds.) Geduld und Ironie. Johannes Agnoli zum 70. Geburtstag, Ca ira, Freiburg, 1995.

Bruhn, J., M. Dahlmann and C. Nachtmann (eds.) Kritik der Politik. Johannes Agnoli zum 75. Geburtstag, Ca ira, Freiburg, 2000.

Publicaciones en inglés

'Political Parties and Parliament in West Germany', International Socialist Journal, vol. 3, no. 15, 1966.

'Destruction as the Determination of the Scholar in Miserable Times', en Common Sense, no. 12, 1992; traducción revisada y reinpresa en Bonefeld, W. (ed.) Revolutionary Writing, Autonomedia, New York, 2003.

'The Market, The State and the End of History, en Bonefeld, W. y K. Psychopedis (eds.) The Politics of Change, Palgrave, London.

'Emancipation: Paths and Goals', en Bonefeld, W. y S. Tischler (eds.) What is to be Done?, Aldershot, Ashgate.

Publicaciones en español

Mandel, E. y J. Agnoli, Marxismo abierto. Una conversación sobre dogmas, ortodoxia y la herejía de la realidad, Editorial critica, Grupo editorial Grijalbo, Barcelona, 1982.

‘La emancipación: caminos y metas’, en Bonefeld, W. y S. Tischler (compiladores), Ediciones Herramienta y Universidad Autónoma Puebla, Buenos Aires/Puebla, 2003.

Para más bibliografía, incluyendo publicaciones en otros idiomas, sobre sus textos hasta 1995, ver Geduld und Ironie.


* Traducción para Herramienta de Mónica Menacho.

[1] Respetamos el uso del término alemán en el texto original, cuyo significado en español es "Espíritu de una época" (N. del T.)

[2] En español, "pueblo" (N.del T).

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