17/04/2024

Notas sobre la noción lacaniana de Discurso del Capitalismo

Por

 

Dr. Mario Kelman
Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario
 
 
La investigación presente[i] prosigue con la interrogación de lo político en la época contemporánea, caracterizada por la constitución de un mercado global que determina nuevas relaciones sociales y económicas en el marco de la hegemonía del capitalismo.
Lacan define el discurso como el lazo social fundado en el lenguaje. Luego define el surgimiento histórico de cuatro discursos que determinan en el espacio social cuatro modos de lazos: discurso amo o discurso político; discurso universitario; discurso de la histérica y discurso analítico.
En la conferencia de Milán del año 1972, Lacan propone un quinto discurso el discurso del capitalismo; que en realidad es un falso discurso. Paradojalmente el discurso del capitalismo va en contra del lazo y empuja al aislamiento del individuo moderno en su condición de consumidor y de resto.
El discurso del capitalismo o discurso del amo moderno reemplaza el discurso del amo antiguo o discurso político; arribando rápidamente a una crisis, aún hoy abierta.
La instauración del discurso del capitalismo se produce a partir de dos movimientos que transforman el discurso del amo. Ambos movimientos son situables en el matema que escribe la estructura de cada discurso.
El primer movimiento es la caída del significante amo que pasa del lugar del numerador del lado izquierdo al denominador. Es decir, caída del S1 del lugar del agente que comanda el discurso amo; caída de la imago paterna; caída de los semblantes de la ley; caída de lo simbólico en su conjunto.
El segundo movimiento es la elisión de la doble barra separando ambos términos del denominador entre sujeto y plus de goce en el discurso amo, que inscribe la imposibilidad de acceso directo del sujeto al goce.
Ambos movimientos modifican el discurso amo con consecuencias relevantes, en lo que respecta a la ruptura de lo simbólico y a una circulación de goce inédita.
En la presente investigación se propone el abordaje de ambos movimientos que determinan y caracterizan el discurso del capitalismo poniendo en diálogo a Lacan con Nietzsche. Se toma como referencia bibliográfica La voluntad de Poderde Nietzsche, el curso de Heidegger sobre Nietzsche, yLa frase de Nietzsche “Dios ha muerto”de M. Heidegger.
Por un lado, la caída del significante amo aprehendida por los efectos de la frase de Nietzsche “Dios ha muerto”.
Por otro lado, la circulación de goce sin regulación, embragada en el superyó como imperativo que empuja al goce, rasgo de la época. En el matema del discurso del capitalismo se escribe un vector que va desde el “a” notando el plus de goce al S(tachado) sujeto en el lugar del agente del discurso del capitalismo. Podríamos leerlo como el sujeto comandando el discurso del capitalismo, al que se le impone una voluntad de goce.
En consecuencia, cabe el abordaje comparativo y diferencial de la noción de Nietzsche de voluntad de poder y de la voluntad de goce, propia de la perversión; afectando el lugar del agente del discurso del capitalismo.
Anticipamos que es necesario discernir la escritura de Nietzsche de las interpretaciones que se han hecho de la misma, por ejemplo en la experiencia del nazismo. Precisamente he allí el punto decisivo.
 
Para introducir el pensamiento de Nietzsche y siguiendo a Heidegger, formularemos tres proposiciones a modo de axioma.
-                     La voluntad de poder es el carácter fundamental del ser de lo ente.
-                     El ser es el eterno retorno de lo mismo.
-                     Ambas proposiciones precedentes se conjugan en la doctrina de la transvaloración de los valores.
Nietzsche refiere el Dios ha muerto a la producción del nihilismo, pérdida de valor de los valores supremos que releva de la situación histórica de Europa Occidental que le afecta y le acosa y no de una deducción filosófica.
Es posible mantener una doble lectura de la perspectiva filosófica de su escritura y la perspectiva de su escritura como experiencia subjetivante por la que intenta sostener una existencia, que finalmente sucumbe al estallido de la locura hasta el declive de su fallecimiento.
Nietzsche anuncia el fin de la metafísica, pero se trata de la metafísica de Platón caracterizada por la primacía de lo suprasensible materializado en Ideales.
Su procedimiento es la inversión como una forma particular de negación.
Nietzsche invierte la primacía, ahora afincada en lo sensible a cuyo servicio queda lo suprasensible. En su lugar Nietzsche promueve una metafísica de lo sensible.
La frase “Dios ha muerto” implica la producción de una nada, vacío, nihil por la caída de los Ideales suprasensibles. Es una negación que negativiza los valores de un modo entrópico, pérdida de valor de los Ideales.
Nietzsche distingue el nihilismo completo del nihilismo incompleto. En este último si bien hay caída de valores, se mantiene la posición de valores desde donde se los determina.
El procedimiento del nihilismo completo conlleva la pérdida de valor de los valores y de la posición de valor.
El nihilismo requiere de una respuesta: la transvaloración de los valores que en el devenir del ser como eterno retorno de lo mismo, conducido por la voluntad de poder, produce una nueva posición de valores.
Entonces el nihilismo no es una posición filosófica de ateísmo ni escepticismo, sino el funcionamiento de la negación de valores que soportan la vida, como entropía contrapuesta a la afirmación histórica de valores. Ambas fuerzas están siempre en continua pugna.
Es posible afirmar que Nietzsche elabora una metafísica de los valores, pero valores que provienen de la física, de lo sensible. Lo Dionisíaco como principio vital en la raíz de los valores.
Valor es punto de vista que implica la conservación de lo ente presentado en el campo de una mirada metafísica, que sostiene la conservación de lo ente. El valor se manifiesta como aumento o disminución de las formas, las magnitudes, traducibles en un quantum numérico.
Punto de vista que imprime determinación propia de la voluntad de poder al devenir del ser.
El número es un simbólico desprendido del campo semántico y designa un valor que emana de lo vivo.
La mirada metafísica lleva el valor al devenir del ser en el ámbito de la voluntad de poder.
Se subraya la mirada en función, sosteniendo el ámbito de lo representable de lo ente.
 Otra forma de definir el valor podría ser como un rasgo numérico de lo vivo que afecta el ser. Dicha mirada metafísica es la condición para la instauración de una nueva posición de valores y la transvaloración correspondiente.
Mirada que llama a la representación del ser en lo ente.
La voluntad de poder es principio del devenir del ser.
La voluntad de poder es un puro querer, inmanente al ser. Querer más.
Voluntad de poder es un pleonasmo. Poder es superación de sí inherente a la voluntad.
Superación, ir más allá de sí que es eterno retorno de lo mismo. Retorno en el que la voluntad de poder tiende al apoderamiento de lo racional-simbólico y de lo incondicionado de su esencia, lo irracional.
Lo eterno no debe leerse como duración ni el retorno como trayecto. Eterno retorno es un repercutirse del ahora.
El establecimiento del ser y de la esencia es representado como lo ente en el campo de la mirada.
Lo estable del ser requiere de certeza del ser, el aseguramiento de lo que es; introduciendo la dimensión de la verdad.
Recapitulando, producción de nihilismo que requiere de una salida que constituya una nueva posición de valores, una transvaloración que de soporte y ordenamiento a la vida.
La respuesta la promueve la voluntad de poder como movimiento inherente del ser.
El arte es la vía privilegiada de la voluntad de poder, y tiene un valor más elevado que la verdad, en tanto el arte integra a ésta.
En el aparecer del ser en lo ente, conducido por la voluntad de poder, el ser se presenta como apariencia, como desocultamiento en lo ente. La idea de verdad se corresponde con el desocultamiento del aparecer del ser en lo ente.
En el mismo campo se juega la noción de justicia, desprendida de lo jurídico y de lo moral. Justicia como adecuamiento de lo ente a la voluntad de poder.
El transhombre es el hombre que asume metafísicamente la orden que lo lleva como voluntad de poder, donde se despliega el señorío de sí.
Despliegue en dirección de la esencia del ser donde se produce existencia.
Los afectos, sentimientos y pasiones son formas de la voluntad de poder que circunscriben y manifiestan la parte no racional de la vida anímica.
La voluntad de poder se traduce en un plus. Pero se presenta como elevación que Nietzsche lee como autoafirmación.
Elevación es salida del plano, creación de existencia y de mundo de objetos.
Es una afirmación que se sostiene en una negación entendida como un “no” que ejerce poder.
Afirmación y negación, destrucción y creación; son dos momentos de la voluntad de poder.
El poder es leído como fuerza.
La vía del arte es la vía de la creación como producción.
Del ser no hay otra representación que el vivir mismo como forma de vida.
Nietzsche introduce la forma como elemento fundamental.
La vida humana es una vida con forma, que radica en el modo del vivir mismo.
A su vez, por el arte, la voluntad de poder se vuelve visible.
El arte es el contramovimiento del nihilismo al que Nietzsche arriba.
El arte es acontecimiento de lo ente en tano creación. Por ello, el arte es la tarea metafísica por excelencia.
La estética es el saber del comportamiento de lo humano a partir de lo sensible, cuya determinación es lo bello.
Nietzsche busca en el arte la salida del nihilismo, tanto en el plano de su filosofía como en la producción de su existencia.
Lleva lo vivo al lugar de principio fundamental: lo dionisíaco.
El tratamiento de este movimiento que Nietzsche efectúa, tiene una ambigüedad manifiesta.
Hace lugar a lo vivo, pero luego reduce lo sensible a una fisiología del arte.
Heidegger considera un movimiento absurdo llevar lo vivo a un principio fisiológico que nunca termina de explicitar. Esta ambigüedad señala un límite de la producción de su filosofía y de su existencia.
Una hipótesis es que la búsqueda de una razón fisiológica responde a la necesidad de encontrar un control, una regulación de lo sensible, de lo vivo.
Por otra parte, manteniendo la referida ambigüedad, Nietzsche hace lugar a lo vivo en el estado de embriaguez como condición del arte, que toma de Wagner.
A diferencia de Wagner que propone la embriaguez como un torbellino que lleva a lo absoluto, Nietzsche lo plantea como un estado estético, un sentimiento de acrecentamiento de fuerza tendiente a la plenitud.
Dicho acrecentamiento también se lee como elevación. La embriaguez es un estado de templanza que permite el dejarse llevar por el ascenso, la subida. Salida del plano que configura existencia, mundo.
El estilo es lo que conjuga la embriaguez con la forma.
La embriaguez es fuerza creadora de forma. Pero a su vez, implica la irrupción de lo sensible sin forma.
Nietzsche llegado a este punto, resuelve la ambigüedad en forma imprecisa, mediante el paso a lo numérico y a la fisiología.
Del sentimiento pasa a la idealización que define como monstruosa extracción de trazos capitales.
Crear es extraer trazos fundamentales.
Trazo, rasgo, escritura.
Nietzsche busca en el arte una salida del nihilismo que permita la inscripción de trazos capitales que estabilicen una existencia propia y un mundo humano vivible.
Lamentablemente, un año después de la propuesta del arte como vía de la voluntad de poder y salida del nihilismo, se deteriora y cae en la locura.
Ha sido un límite de su filosofía y de su subjetividad.
Concluyendo el recorrido, la voluntad de poder no responde al apoderamiento perverso.
El recorrido de Nietzsche está sostenido en una posición ética indudable, en el que estaba en juego no sólo su producción creativa sino su producción de existencia, para lo cual se requiere de una escritura que genere la estructura.
En el discurso del capitalismo la caída del significante amo ocasiona la ruptura de lo simbólico y el desanudamiento real-simbólico-imaginario.
Partimos de la existencia de un cinismo en la relación de la subjetividad de la época con el goce y las convenciones simbólicas.
Por una parte, dicho cinismo proviene de la objetalización y uso del sujeto humano en la producción de riqueza, en tanto la fuerza de trabajo se incluye en el mercado como una mercancía.
Por otra parte, la disimulada apropiación de plusvalía que Marx oportunamente anuncia.
Lacan asimila la función plus de goce con la noción marxista de plusvalía. Ello nos permite inaugurar una lectura de la economía política en términos de economía de goce.
El discurso del capitalismo formula la apropiación de plusvalía o plus de goce como ley del mercado, en tanto la fuerza de trabajo participa del mismo como mercancía.
El mercado se define como un campo de circulación de términos de goce con leyes propias, que se constituye a partir de una sustracción de goce primordial –renuncia al goce- y los modos de recuperación de plus de goce.
Una moderna versión de la máxima perversa del derecho al goce es llevado al lugar de la ley. Ley perversa que establece en su lugar la extracción de plusvalía sin medida.
Ello constituye el sesgo sadiano del discurso del capitalismo que da lugar al cinismo político. El discurso del capitalismo lleva la perversión al campo social.
Se acepta la ley y el Estado de Derecho en el modo de su renegación perversa, ley a la cual subtiende la máxima de referencia.
Este es el punto de inflexión de una inadecuación de estructura de Democracia Moderna y capitalismo.
Se invocan cuestiones de institucionalidad y defensa de las formas de Derecho cuando en realidad se defienden modos de apropiación de plusvalía.
La siguiente cuestión es que si bien no hay imposibilidad, imposibilidad no es imposible. La ruptura de lo simbólico produce un efecto de desanudamiento de las dimensiones del ser hablante –real, simbólico, imaginario- de lo cual resulta un real no anudado, que irrumpe en forma de catástrofe, promoviendo locura en el campo social.
En forma opuesta a la búsqueda de Nietzsche que tendía a la salida del nihilismo y la escritura de rasgos capitales singulares que fundamentaran una existencia, en el discurso del capitalismo se tiende a lo inverso. Borramiento de los rasgos fundamentales y caída en un nihilismo caótico sin otra salida que el estallido periódico.
Circulación de goce en sus variados modos sin regulación simbólica, acelerado por los efectos de la producción de la ciencia y la técnica que enloquecen los cuerpos.
He allí la producción de nuevas problemáticas clínicas que afectan la subjetividad de la época, dando lugar a una nueva casuística que demanda nuevas respuesta clínicas.
 
Bibliografía.
HEIDEGGER, M. Nietzsche, Tomos I y II, Ediciones Destino, 2001, Madrid.
HEIDEGGER, M. La frase de Nietzsche “Dios ha muerto” en el sitio webHeidegger en castellano,www.heideggeriana.com . [Consulta 20 de agosto de 2012]
LACAN, J. Kant con Sade, en Escritos T II. Siglo Veintiuno Editores, SA, 1978 Mexico.
LACAN, J. Conferencia de Milan de 1.972 (PDF), en sitio web El psicoanalista lector http://elpsicoanalistalector.blogspot.com.ar/2013/03/jacques-lacan-del-discurso.html [Consulta 20 de agosto de 2012]
NIETZSCHE, F. La voluntad de Poder, Biblioteca Edaf, 2011 Madrid.
 
 
 


 

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