29/03/2024

Extractivismo, despojo y crisis climática. Desafíos para los movimientos sociales y los proyectos emancipatorios de Nuestra América, de José Seoane, Emilio Taddei y Clara Algranati Buenos Aires

Por ,

 
Buenos Aires  -  Ediciones Herramienta / El Colectivo / Grupo de estudios sobre América Latina y el Caribe
2013, 336 págs.
 
Transcurrida poco más de una década del siglo XXI, dos fenómenos  claramente identificables amenazan la vida y la autodeterminación de los pueblos de América Latina y el Caribe.
 
En las últimas tres centurias, los efectos de la acción humana sobre el medio ambiente global han ido in crescendo. En la actualidad, los humanos explotan alrededor del 40% de la superficie del planeta –lo cual ha acelerado la desaparición de selvas tropicales, las emisiones de dióxido de carbono y la extinción de numerosas especies– y utilizan más de la mitad de toda el agua potable disponible. En la agricultura se utilizan más fertilizantes nitrogenados de los que se encuentran fijados naturalmente en todos los ecosistemas terrestres. A la par del necesario crecimiento y de la aceleración en la producción y circulación de mercancías, el consumo de energía se ha multiplicado por 16 sólo en los últimos cien años. Así, las emisiones anuales de dióxido de azufre y óxido nítrico, y la concentración de gases de “efecto invernadero”, sobrepasan con creces la suma de emisiones naturales, y han alcanzado los niveles más altos de los últimos 400 mil años. Las consecuencias son, entre otras, cambio climático, acidificación de los océanos, agotamiento del ozono de la estratósfera, saturación de la circulación biogeoquímica (el ciclo del nitrógeno y los ciclos del fósforo), pérdida de biodiversidad, contaminación química. Debe destacarse que, si bien la población mundial se ha decuplicado hasta superar los 6 mil millones –y se espera que alcance los 10 mil millones hacia fines del presente siglo–, estos efectos deben imputarse a la acción del, a lo sumo, 25% de la población más rica del planeta. En suma, esta afectación humana de las condiciones medioambientales relativamente benignas que han existido en los últimos 10-12 mil años (la era del Holoceno), ha inclinado a algunos científicos a denominar Antropoceno al período iniciado a fines del siglo XVIII, junto con la Revolución Industrial.
Esta crisis se interpenetra con el desarrollo de una “carrera por lo que queda” –race for what’s left, al decir de Michael Klare– entre viejas potencias y los así llamados “países emergentes”, que es acicateada tanto por el ingreso a una era de escasez generalizada y sin precedentes de recursos naturales indispensables para la acumulación de capital –que tracciona al alza el precio de los productos de la periferia–, como por la conversión de éstos en activos financieros sujetos a extraordinarias inversiones y presiones especulativas. En las condiciones actuales de la economía-mundo capitalista, y por su dotación de recursos energéticos, minerales metalíferos, agua potable, biodiversidad, etcétera, América Latina y el Caribe adquieren renovado protagonismo como receptores de inversiones extranjeras, que combinan el afán de lucro de empresas transnacionales con los intereses estratégicos de los Estados centrales.
La reversión de los términos de intercambio, históricamente deficitarios para el Tercer Mundo, ha colaborado para recomponer la acumulación de capital en la región luego de la crisis de los proyectos neoliberales, y ha revitalizado la ilusión de una “vía capitalista” al desarrollo. De esta manera, las clases dominantes locales renuevan su vínculo asociativo con este histórico proyecto de saqueo, colonialidad y dependencia, garantizando el crecimiento de diversas actividades primario/extractivas y, en general, la súper-explotación de la naturaleza –y de la fuerza de trabajo, claro está.
Extractivismo, despojo y crisis climática. Desafíos para los movimientos sociales y los proyectos emancipatorios de Nuestra América, constituye un aporte imprescindible de cara a los desafíos que esta situación plantea a los y las militantes del continente.
En la primera parte los autores reconstruyen los vínculos históricos del extractivismo actual, la relación estructural de éste con las formas de acumulación capitalista en la fase neoliberal –que nos retrotraen a los mecanismos violentos de despojo que Marx analizara en el célebre capítulo XXIV de El capital–, y sus tendencias expansivas entre 2003-2008, y con posterioridad a la crisis mundial. En este marco, se plantea una primera aproximación crítica a los llamados “movimientos socioambientales”, interrogándose acerca de las relaciones que los unen y diferencian respecto de aquellos sujetos sociales y organizaciones que protagonizaron las luchas que pusieron en crisis la legitimidad del neoliberalismo.
Este problema se retoma en la segunda parte, dedicada a analizar la emergencia, las programáticas y las formas de lucha de las organizaciones y movimientos continentales que enfrentaron y enfrentan la depredación de los bienes comunes de la naturaleza. El abordaje se organiza, a su vez, en un corte transversal que agrupa a las luchas por el agua y la defensa de la biodiversidad, contra la megaminería a cielo abierto y el agronegocio, y por el dominio soberano de los hidrocarburos, y la reducción de su dependencia en términos energéticos y económicos.
Finalmente, la tercera parte del trabajo sintetiza a las dos anteriores, y les da una proyección prospectiva. En primer lugar, porque se propone una crítica de la narrativa del desarrollo, que el extractivismo ha rehabilitado, y de sus falsas dualizaciones asociadas –como la separación entre “lo ambiental” y “lo social”–, así como también de las “alternativas” propuestas por el paradigma del capitalismo verde, en el marco de una crisis que desborda lo meramente económico, y adquiere proporciones civilizatorias. En segundo término, y lo más importante, porque de la crítica teórica y de la práctica sociopolítica de la resistencia emergen alternativas y proyectos emancipatorios que actualizan la programática de izquierda, allanan el camino hacia una transición post-extractivista, y prefiguran relaciones sociales post-capitalistas.
La recuperación no dogmática ni esencialista de estos temas, debates y experiencias al servicio de la praxis transformadora es, sin dudas, el aporte más enriquecedor del trabajo. Es plenamente cierto que “las condiciones actuales de la neoliberalización capitalista colocan al ambiente, la naturaleza y la vida humana como centro del despojo y la devastación. De esta manera, hoy más que en el pasado, la tarea de la emancipación social no puede abordarse ni resolverse a expensas o por fuera de lo ambiental y viceversa”. Por esta razón, los autores se proponen construir “un diálogo entre las diferentes tradiciones y corrientes teóricas y políticas del cambio social”, y así aportar herramientas que las enriquezcan. El libro cumple con creces este objetivo, y plantea una incitación que lo trasciende: la de incorporar este nudo gordiano de la emancipación en nuestro siglo a un programa radical de transformación nacional y continental. Y este es un desafío por el que tendrá que responder la militancia popular.
 
Diego Pérez Roig
Universidad de Buenos Aires
Universidad Nacional de Quilmes
 

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