28/03/2024

La política exterior argentina post 19 y 20 de diciembre

La Autoconvocatoria No al ALCA y las negociaciones gubernamentales por el ALCA

Entre 2001 y 2011 la política exterior argentina ha dado muestras de cambio. De las relaciones carnales con los Estados Unidos al conflicto – argentino estadounidense – por cargamento no declarado en un avión militar norteamericano, ha habido un giro que no puede comprenderse sino es a través del desarrollo de la lucha de clases de la década del noventa condensada en el símbolo “19 y 20”.
Los repertorios de lucha que siguieron a las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 permitieron hacer visible tanto la potencialidad como las limitaciones del ciclo de luchas antineoliberales en la Argentina. La imagen de un estado asambleario permanente, que inundara las calles de grandes conglomerados urbanos, como la Ciudad de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, Córdoba y municipios del conurbano bonaerense, denotaba el modo en que se había esparcido territorialmente la insurrección del 19 y 20. En las postrimerías de las asambleas, e incluso en el momento de mayor auge, se discutió tanto el alcance territorial como la capacidad de extenderse en el tiempo. Ambas cuestiones se presentaban como de importancia vital en relación a la capacidad de movilización social y transformación de los sujetos en lucha. Sin embargo, esas perspectivas no permitían ver la profundidad del ciclo de luchas antineoliberales condensado en la insurrección social de diciembre de 2001, en tanto que el valor de medida era la efectividad.[1] En ese sentido, tal vez, su potencialidad estaba determinada por su límite (y viceversa): el ser un ciclo de lucha contra el capitalismo neoliberal. Es en esa perspectiva dual, en la que el límite es su potencialidad y su potencialidad un límite, que debemos explorar lo que aquel ciclo de luchas nos ha dejado. 

El grito multidiverso condensado en la multiplicidad de sujetos y repertorios de luchas desplegado en lo que simbolizamos a través del “19 y 20” fue comprendido, retrospectivamente, por el gobierno de Kirchner como rechazo contra las formas de dominio neoliberal. Más específicamente, contra la política de ajuste dictaminada por “los centros de gravitación política mundial”, como gusta llamar la teoría dominante.

Asimismo, distintos movimientos sociales y políticos identificaban al dominio neoliberal, acorde a lo que se desprende de sus repertorios de luchas desplegados antes y luego del “19 y 20”, por la delegación de soberanía del Estado hacia organismos financieros internacionales, los cuales se hallaban –según esa perspectiva– en consonancia con los dictámenes del poder imperial de Estados Unidos. Esto se sintetizaba en la fórmula que consagraba al neoliberalismo como el producto de la aplicación de políticas emanadas del Consenso de Washington.
En síntesis, el símbolo “19 y 20” condensó, en su radicalidad, en su furia (tanto por arriba como por abajo), al ciclo de luchas antineoliberales que en Argentina se iniciara en 1996[2] con los piquetes neuquinos. Sin embargo, los repertorios de acción denotaban características prefigurativas que se condensaban en frases como “Buenos Aires en estado asambleario”. En tal sentido, tanto las acciones contra el neoliberalismo,[3] como las de tipo prefigurativas, coexistieron al interior del ciclo de luchas abierto en 1996. Y fue en esa coexistencia desde la cual emanó la radicalidad de la lucha, resumiéndose en la caracterización del ciclo como luchas destituyentes. Es en este sentido que entendemos que la potencialidad del ciclo se hallaba en sus límites.
El gobierno de Néstor Kirchner operó sobre esos límites, o mejor, logró incorporar las demandas emanadas de los repertorios de acción antineoliberales en el accionar (práctico-discursivo) del gobierno. Entendemos que la incorporación de estas demandas pueden ser identificadas en la política exterior argentina post 2001. Ella es un buen índice del modo en que desde el Estado se procesó la positividad (límites) de aquel ciclo de luchas.
En este sentido, el accionar del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner frente al cargamento no declarado, que mencionáramos en el primer párrafo, no es expresión de un gesto que pueda ser comprendido a la luz de la inmediatez electoral de este año. Mucho menos puede ser entendido como un acto de impericia de un canciller desquiciado. Más bien, ese gesto resume, en relación a la política exterior, uno de los modos en que desde el Estado se ha internalizado la lucha contra el neoliberalismo.
En lo que sigue intentaremos mostrar los cambios efectuados en la política exterior argentina post 2001 que, entendemos, son índice del modo en que esas luchas fueron procesadas estatalmente. Dos son los indicadores que tomaremos. Por una parte se presentará la experiencia de la Autoconvocatoria No al ALCA (ANoA) en tanto que en ella se condensa el rechazo a la política exterior identificada como neoliberal; por la otra, la detención de las negociaciones del ALCA en tanto que fueran señaladas como el punto más representativo de la política exterior de la argentina de las “relaciones carnales” con Estados Unidos.
 
La lucha contra la política exterior neoliberal
 
El 6 de abril de 2001, en el Hotel Sheraton de Buenos Aires, se realizó la IV Reunión Ministerial de negociaciones del ALCA. Ese mismo día se efectuó una protesta callejera en la que se dieron encuentro organizaciones sociales que luego se articularán en la lucha contra el ALCA en Argentina. En ese año las luchas contra la firma del Tratado se hicieron fuertemente visibles a lo largo de todo el continente, especialmente en los países del Norte donde las revueltas callejeras contra su firma adquirieron presencia mediática. Después de la Reunión Ministerial, los ministros decidieron publicar por primera vez el borrador de negociación del ALCA.
A nivel continental el espacio de coordinación del activismo contra los tratados de libre comercio (TLC) fue la Alianza Social Continental (ASC), nacida en 1998 en el marco de la Primera Cumbre de los Pueblos en Santiago de Chile. Desde su emergencia, la ASC reclamó por la publicación de los documentos en negociación. Una vez conocidos los borradores, en el 2001, las protestas continentales se intensificaron. En esa sintonía se conformó la Campaña Continental contra el ALCA, con el objetivo de realizar en todos los países consultas populares para que ningún gobierno firmara el Tratado sin antes consultar a sus habitantes. Argentina tuvo su capítulo de la ASC, según se autodenominaban los activistas de la ANoA.[4]
Hacia mediados del 2002 nace ANoA en la Capital Federal (Echaide, 2005). La invitación inicial había sido promovida por Diálogo 2000, ATTAC-Argentina y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora con el fin de difundir la temática del ALCA como uno de los pilares del neoliberalismo. En la ANoA participaron organizaciones de diversas procedencias: la Conferencia Argentina de Religiosos y Religiosas (CONFAR), la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC), el Movimiento Territorial de Liberación (MTL) y Barrios de Pie, Madres de Playa de Mayo Línea Fundadora, el Partido Comunista (PC) y el Partido Humanista (PH); además participaron asambleas barriales, intelectuales, agrupaciones estudiantiles y pequeños empresarios agrupados en APyME. En definitiva, abarcaba un abanico de agrupaciones sociales y políticas cuyo denominador común quedó plasmado en los tres ejes –militarización (bases militares norteamericanas en la región), deuda externa y ALCA– de la consulta popular efectuada por la ANoA en noviembre de 2003. Esos tres ejes, al decir de sus activistas, eran comprendidos como “el actual modo del dominio neoliberal”.
La ANoA identificó al proyecto del ALCA como un objetivo del imperialismo norteamericano, el cual se apoyaba en la deuda externa y la militarización de la región (bajo la égida de las tropas norteamericanas del Comando Sur). Asimismo, el imperialismo norteamericano, condensado en el proyecto del Tratado, desde la perspectiva de la ANoA se encadenaba al neoliberalismo. Es decir, el neoliberalismo se constituía en una cadena de equivalencias con los significantes “ALCA”, “deuda externa” y “militarización”.[5] El rechazo de uno de los elementos implicaba a los otros.
De este modo, el objetivo de la ANoA fue constituir un colectivo de trabajo a nivel nacional que encarara el armado de una consulta popular contra el ALCA, la deuda externa y la militarización. La elección de los temas de la consulta popular tuvo que ver, según dos investigadores militantes de la ANoA, con los objetos de trabajo de los movimientos que compusieron la red (ANoA) (Ghiotto y Echaide; 2007).
La consulta fue realizada entre el 20 y el 26 de noviembre de 2003. Fue la segunda más grande del continente en cuanto a participación, con 2.300.000 votos, pues la brasileña obtuvo 10 millones de votos. La cantidad de participantes fue superior a la esperada por los activistas de la consulta, e incluso la cantidad de activistas superó a la contenida en la propia ANoA. De acuerdo con sus miembros los resultados de la votación expresaron un amplio rechazo a los tres ejes de la dominación neoliberal, enunciadas en las tres preguntas de las boletas.[6]
Los resultados de la consulta popular fueron entregados en una entrevista al presidente Néstor Kirchner en febrero de 2004, aunque promediando el 2003 había habido una reunión previa en la que se demandó por el armado de una consulta vinculante efectuada oficialmente. Así, a pesar de la fuerte negativa de la población expresada en la cantidad de votos efectuados y por los resultados que ellos arrojaban,[7] el gobierno no accedió a realizar una consulta (vinculante) a la población sobre la firma del ALCA, ni tampoco se realizaron campañas gubernamentales de difusión del tema.[8] Según declararan activistas presentes en la entrevista con el presidente Kirchner, éste les anunció que él y su gobierno no apoyaban el ALCA pero que mantendrían una política de negociaciones multilaterales.[9] No obstante, simultáneamente a la consolidación de la ANoA, desde el año 2003 se fueron incrementando los espacios y la participación de la “sociedad civil” al interior de la Cancillería argentina; ello se produjo, principalmente, con la creación del Consejo Consultivo de la Sociedad Civil, que coordinaba Hugo Varsky.[10]
 
La política exterior argentina post 2001 y las negociaciones por el ALCA
 
El ciclo de luchas antineoliberales desplegado continentalmente modificó el tablero regional tanto a nivel interno de cada uno de los países como de los procesos de integración (regionales), y en ese sentido también se visualizan cambios en la política exterior argentina.
Asimismo, ese ciclo de luchas continentales puso en tela de juicio algunas de las herramientas de dominación impuestas en la ofensiva del capital contra el trabajo de la década de los noventa. Entre ellas la presencia norteamericana en la región, tanto a través de las llamadas “relaciones carnales” (en Argentina) como en la presión para firmar los acuerdos de libre comercio, primero el NAFTA, luego el ALCA que se proyectaba para el año 2005.
En el interinato de Duhalde, algunos hechos muestran el rumbo adoptado. Por ejemplo, el cambio del voto en Naciones Unidas sobre la cuestión de los derechos humanos en Cuba. Luego de una década de votar alineado a Estados Unidos (tanto por los gobiernos de Menem como el de De la Rua), la abstención señaló la ruptura de aquel alineamiento automático que tuviera lugar desde 1990 en adelante.
En materia de inserción regional y global la Argentina del gobierno de Kirchner cuestionó la apertura comercial unidireccional reclamada por Estados Unidos y los países europeos –en el marco de la Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC)– ya que no incluía la eliminación de subsidios a los productores agrícolas exigidos por los llamados países emergentes. Argentina y Brasil fueron la voz de los países latinoamericanos en el agrupamiento de naciones que enfrentó la postura defendida por el negociador comercial de Estados Unidos, Robert Zoelick, y el negociador europeo, Pascal Lamy, en la reunión de la Ronda Doha que tuvo lugar en Cancún en septiembre de 2003.
De ahí en más las discusiones por el libre comercio en la OMC influenciarían las negociaciones por el ALCA. En ellas Argentina, Brasil y Venezuela comenzaron a esbozar acuerdos que más tarde darían lugar a que se trabara la posibilidad de sancionar el Tratado de algún tipo de ALCA en 2005. Para sellar estos acuerdos, que enfrentarán la postura norteamericana en las cumbres regionales, el gobierno de Kirchner hizo suyas las demandas sociales antineoliberales, que en materia de política exterior implicaban un rechazo de las “relaciones carnales”, dando lugar a un estrechamiento de lazos con los países de la región. Este último gesto tuvo por efecto generar afinidades entre las demandas latinoamericanistas de los movimientos sociales y las necesidades del gobierno de enfrentar las políticas neoliberales librecambistas. En este sentido, los gobiernos de Lula y Kirchner comenzaron a planificar conjuntamente la inserción regional, a la vez que reconfiguraron el lugar del MERCOSUR en la política exterior de ambos países.[11]
A partir del Consenso de Buenos Aires, Argentina, Brasil y los países del MERCOSUR negociarían en bloque tanto en la OMC como en las cumbres de negociaciones del ALCA. Incluso llevarían planteos comunes a la ONU (a pesar de haber habido momentos de desacuerdos). Fue, pues, el inicio de una época de mayor entendimiento entre los principales socios del MERCOSUR poniendo el entendimiento común en política regional por encima de las tensiones generadas por los desequilibrios bilaterales comerciales recurrentes.[12]
En el Consenso de Buenos Aires primaron los intereses de ambos (Argentina y Brasil) en materia de política exterior y regional, particularmente en la utilización del MERCOSUR como herramienta de cohesión regional, en relación a Estados Unidos en general, a las negociaciones del ALCA y de la OMC. De este modo, los países del MERCOSUR, junto a Venezuela, comenzarían a ponerle límites al proyecto norteamericano del ALCA durante el bienio 2003-2005, hasta concluir con la detención de las negociaciones en la cumbre de Mar del Plata.
En la extraordinaria Cumbre de las Américas de Monterrey, en febrero de 2004, ya se avizoraba que el enfrentamiento entre Estados Unidos y varios gobiernos de la región, no tenía vuelta atrás. Fue una Cumbre de presidentes convocada para intentar acelerar lo que en las negociaciones de la letra chica, llevada a cabo por cancilleres y secretarios de comercio, estaba profundamente trabado.[13] Estados Unidos intentó dividir la unidad regional que se venía gestando en Sudamérica, ubicando a Venezuela en el eje del mal con Cuba. Chávez se acercó más al MERCOSUR y en conjunto con Kirchner y Lula mantuvieron posturas comunes en las negociaciones. EL ALCA se seguía empantanando.[14]
En la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata, el ALCA sería rechazado definitivamente por varios gobiernos de la región. El rumbo en política exterior de Kirchner quedaba sellado en los posicionamientos de Argentina en la Cumbre. Días previos a la Cumbre, el tablero regional se sacudía en función de la inminente reunión de Mar del Plata. Estados Unidos venía lanzando la estrategia de negociaciones bilaterales o por mini bloques sabiendo que el ALCA no tendría aceptación en toda la región.[15] El canciller argentino, Rafael Bielsa, daba una señal de cómo sería la postura argentina en las negociaciones, en relación a la posibilidad de acuerdos bilaterales como pasos previos al ALCA: “Afortunadamente no lo suscribimos. Hemos manejado el ALCA en el marco del MERCOSUR” (La Nación 8/10/05). Sobre la posibilidad de firmar el ALCA en Mar del Plata, el canciller respondía ante la prensa:
No. Imposible. Que hoy se cierre el ALCA es imposible [porque] enfrenta posiciones arancelarias contra una batería de subsidios a la producción, subsidios domésticos a la exportación y encubiertos, es que eso llega en un momento en que se transforma en guarismo. (La Nación 29/10/05).
En la Cumbre se enfrentaron el ciclo de luchas antineoliberales mediado por los gobiernos del MERCOSUR y Venezuela con los Estados Unidos en tanto que representante de una estrategia de dominio y acumulación neoliberal, que encontraba respaldo de los gobiernos de México, Colombia, Chile, Perú, Costa Rica, entre otros. El ALCA se posponía sin nuevo aviso.[16]
Las palabras del presidente Kirchner eran índice del modo en que el ciclo de luchas contra el neoliberalismo condicionaba la política exterior de su gobierno y de los de la región. Así, en su discurso producía la misma cadena de equivalencias que produjera la ANoA (en tanto que representante de la lucha antineoliberal en su dimensión internacional): el ALCA, nuevamente, era identificado con el neoliberalismo (y sus políticas de ajuste). En ese sentido, Kirchner, abordaba el rol de los organismos internacionales de crédito y del FMI durante diciembre del 2001 en Argentina en la crisis política y económica:
Lamentablemente no contamos con la ayuda del FMI, que sí apoyó hasta semanas antes del colapso el sistema de convertibilidad. En un gesto perverso, se le dieron fondos a un gobierno que seguía gastando. Nosotros no hemos solicitado nuevos préstamos ni obviamente pensamos hacerlo. Para la Argentina que corría al abismo hubo ayuda. Para el país que quiere salir de la crisis cumpliendo sus obligaciones no. (Clarín 5/11/05).
Sobre el papel de Estados Unidos en la región destacaba:
Su rol de primera potencia mundial es insoslayable. El ejercicio responsable de ese liderazgo en relación a la región, debe considerar necesariamente que las políticas que se aplicaron no sólo provocaron miseria y pobreza, sino que agregaron inestabilidad institucional regional que provocaron la caída de gobiernos democráticamente elegidos. (Clarín 5/11/05).
Esta última parte del discurso anunciaba la centralidad que post-Mar del Plata adquieran las nuevas instituciones regionales como la UNASUR. Su importancia se revela en la producción de mecanismos de gobernabilidad (estabilidad) regional. Finalmente, sobre la integración de todos los países de América, Kirchner, recalcaba:
 
La integración posible será aquella que reconozca las diversidades y permita los beneficios mutuos. Un acuerdo no puede ser un camino de una sola vía de prosperidad en una sola dirección. (Clarín 5/11/05).
 
Terminada la Cumbre, el canciller argentino Rafael Bielsa, ratificaba la postura argentina:
Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay y Venezuela encuentran que no están dadas las condiciones para seguir negociando en términos equitativos”, para agregar que: “Hace 20 meses que no hay nuevas negociaciones del ALCA y si no hay condiciones pueden pasar muchos meses más. (Clarín 6/11/05).
 
El 19 y 20 argentino en el fin de las negociaciones del ALCA
 
Mucho se ha analizado sobre el modo en que el ciclo de luchas antineoliberales ha sido procesado estatal y gubernamentalmente. Distintos análisis han dado cuenta que ese ciclo ha tenido una dinámica que ha excedido los límites nacionales. Su desenvolvimiento ha tenido tanto un carácter americano, como global.[17] En ese sentido, los procesos de institucionalización de aquel ciclo de luchas han seguido una dinámica en la que los procesos nacionales se han proyectado sobre la institucionalidad regional.
En Argentina el “19 y 20” fue el símbolo en el que se condensó, a través de una insurrección social, el ciclo de luchas antineoliberales. El “19 y 20” ha sido tomado por el gobierno nacional, como expresara públicamente la presidenta Cristina Fernández de Kirchner,[18] como la llave de bóveda que permite comprender la reconstrucción del poder estatal. Esta reconstrucción no sólo involucraba cambios a nivel de la política nacional, sino también en la política exterior. El gesto producido alrededor de los cargamentos del avión norteamericano en el verano argentino de 2011 no ha sido, pues, un mero gesto electoralista. En él, entendemos, se resume toda una década de experimentos gubernamentales desde los cuales se ha intentado reconstruir el poder estatal.
La reconstrucción, del poder estatal, ha sido posible en la medida en que las demandas sociales contenidas en el ciclo de luchas antineoliberales fueron capturadas en su positividad.[19] En este sentido, es que hemos tomado la experiencia de la ANoA, entendiendo que ni su accionar, ni el de la ASC, ha sido definitorio de la detención de las negociaciones por el ALCA, sino que en ellas se expresa el nivel del rechazo de las políticas exteriores de los gobiernos cuestionados por el ciclo de luchas antineoliberales.
La importancia de la ANoA, para la experiencia argentina, radica en que permite ver la dimensión de la política exterior cuestionada por aquel ciclo de luchas y que en sus demandas se produce una cadena de equivalencias entre “neoliberalismo”, “consenso de Washington”, “Estados Unidos”, “FMI”, “ALCA”, “deuda externa” (con la excepción de la militarización) que fuera compartida por el gobierno nacional en las negaciones por el ALCA,[20] y posteriormente en el entramado institucional regional.
Asimismo, que hayamos tomado el desarrollo de las negociaciones del ALCA tiene, para nosotros, el mismo interés que el análisis de la ANoA. En él se condensa, pues, todo aquello que en los repertorios de lucha se identificara con la política exterior neoliberal. En este sentido puede entenderse que la detención de las negociaciones en noviembre de 2005 y la manera en que se presentó estatalmente el pago de parte de la deuda externa cesanteada en 2001,[21] fueron dos gestos que representaban el modo en que el ciclo de lucha de clases, condensado en diciembre de 2001, fuera internalizado por el Estado argentino.
A esta altura otros gestos del gobierno de Kirchner pueden ser comprendidos más cabalmente. Así, que en 2003 se sellara un acuerdo entre el gobierno de Argentina y el de Brasil con el nombre de Consenso de Buenos Aires, tal vez, fuera una anticipación del modo en que los gobiernos comenzaban a constituir apoyaturas regionales para terminar de dar forma a la normalización del conflicto nacional luego del ciclo de luchas antineoliberales.
Una última pregunta puede ser efectuada. ¿El ciclo de luchas contra el capitalismo neoliberal condensadas en el símbolo “19 y 20” de diciembre ha desaparecido? Visto desde la detención de las negociaciones del ALCA y la posterior emergencia instituciones regionales, junto a la revitalización del MERCOSUR que comenzara a operar como apoyatura de los gobiernos de la región para sus políticas internas y externas, podemos afirmar que aquel ciclo de luchas aún existe bajo formas pervertidas: institucionales.
La persistencia del “19 y 20” fue enunciada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner:
nos fue muy mal a todos, a los que gobernaban, a los que éramos oposición, porque cuando estábamos en el Congreso, ese día de 2001, la gente afuera no distinguía y decía este es del gobierno y este votó en contra, nos quería matar a todos, a todos nos querían matar en el año 2001, a todos los políticos, a los oficialistas y a los opositores, a todos.[22]
 
Bibliografía
 
Echaide, Javier 2005 “Informe final del concurso: ALCA, procesos de dominación y alternativas de integración regional” CLACSO, Http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/becas/2005/alcajov/echaidem.pdf
Pascual, R.; Ghiotto, L. y Lecumberri, D. (2007): El libre comercio en lucha. Más allá de la forma ALCA, Bs. As., Ediciones Centro Cultural de la Cooperación.
Kan, Julián Julián Kan, “Vuelta previa al 2001. La devaluación del real de 1999 y algunas implicancias en la burguesía argentina” en Alberto Bonnet y Adrián Piva (Comps.) Argentina en Pedazos. Luchas sociales y conflictos interburgueses en la crisis de la convertibilidadBuenos Aires, Ed. Continente/Peña Lillo.
Kan, Julián 2011 “De Cancún a Mar del Plata. Las disputas y alineamientos entre los gobiernos de la región y Estados Unidos en la derrota del ALCA”, en Ciclos de la Historia, la Economía y la Sociedad, Nº 37/38 Año XX, Vol. XIX, Bs. As., FIHES-IDEHESI.
Pascual, Ghiotto y Lecumberri, 2007 El libre comercio en lucha. Más allá de la forma ALCA, Bs. As., Ediciones Centro Cultural de la Cooperación.
Simonoff, Alejandro 2009 “Regularidades de la Política Exterior de Néstor Kirchner” en Confines 2009, vol. 5, n° 10, México. 


[1] La crítica efectivista, propia de la razón instrumental, que se esbozara en aquel momento tal vez pueda ser hoy relativizada.
[2] Tomamos esta fecha como punto de comienzo del ciclo de luchas que se condensara en el 19 y 20 de diciembre. No obstante, previamente a esa fecha hubo otros hechos, como el Santiagazo de 1993, que se anticiparían al ciclo de luchas en cuestión.
[3] Estas acciones pueden ser comprendidas como dominadas por una racionalidad instrumental, en ese sentido se diferenciarían de acciones prefigurativas como las desplegadas a través de formas horizontales de lucha.
[4] Enfatizamos en que los activistas se autodenominaban como el capítulo argentino de la ASC en la medida en que ello implicaba un posicionamiento continental-regional de la disputa. En ese sentido, se puede rastrear el continentalismo (latinoamericanismo) que en algún modo amalgamaba a sectores tan diversos como ATTAC, CTA, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y Barrios de Pié, por sólo mencionar a algunos de ellos.
[5] “Aquí podemos aportar que esta vinculación tiene que ver con un entendimiento práctico de las tres principales formas de dominación del capital sobre América Latina: la libertad de circulación de los capitales (mayormente norteamericanos) [que sería posibilitado por el ALCA], el pago de las deudas externas y la garantía de los dos términos anteriores a través de la fuerza militar (norteamericana)” (Ghiotto y Echaide; 2007: 183).
[6] La consulta popular constó de tres preguntas: 1) ¿Está de acuerdo con que la Argentina ingrese al ALCA?; 2) ¿Está de acuerdo con que la Argentina siga pagando la Deuda Externa?; 3) ¿Está de acuerdo con que Argentina autorice el ingreso al territorio nacional de militares de EEUU para bases o ejercicios conjuntos? Los resultados a estas preguntas mostraron un No rotundo: 96% en la primera pregunta; 88% en la segunda, y 97% en la tercera.
[7] Véase el pie de página anterior.
[8] Aun así, el movimiento Barrios de Pie y el Partido Comunista Congreso Extraordinario, constituyentes de la ANoA, a poco tiempo de realizada la consulta popular pasaron a ocupar cargos oficiales en distintos niveles de la administración kirchnerista.
[9] La plataforma de Kirchner, en 2003, enfatizó que lo que buscaba era alejarse de “una supuesta autarquía o aislamiento, lo que significa que la Nación debe recuperar la capacidad de decisión y de discernimiento acerca del modo en que nuestro país debe insertarse en el mundo globalizado, discriminando entre sus elementos positivos, a los que nos sumaremos, y neutralizando el impacto de sus aspectos negativos” (Citado en Simonoff, 2009: 72).
[10] En 2007 llegó a estar conformado por más de ochocientas organizaciones, que se aglutinaban en decenas de comisiones de trabajo. Ver http://www.cancilleria.gov.ar
[11] Véanse los documentos firmados por ambos mandatarios: “Consenso de Buenos Aires”, de octubre de 2003 (en http://alainet.org/active/4878) y “Consenso de Río” y “Acta de Copacabana” de marzo de 2004 (en http://www.redtercermundo.org.uy/texto_completo.php?id=2455).
[12] Éstas, si bien continuarán en toda la primera década del siglo XXI, tendrán un trato diferente al que le dieron los gobiernos de la década del noventa, sobre todo cuando la devaluación del Real de 1999 afectara profundamente a la industria argentina (Kan, 2009).
[13] Nos referimos a las reuniones o Mini cumbres del ALCA de noviembre de 2003 en Miami y la que tendría lugar, inmediatamente luego de Monterrey, en Puebla, en febrero de 2004.
[14] Días antes de la reunión de Monterrey, el mensaje de Bush a través de sus funcionarios era claramente dividir a los gobiernos de la región, sobre todo a Argentina y Brasil de Venezuela. El secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, le había indicado lo siguiente al por entonces ministro de Defensa argentino, José Pampuro: “Queremos un gesto para saber si estarán con Chávez y Castro o con nosotros. Trasmítaselo a su presidente”.
[15] El secretario de Comercio de Estados Unidos, Carlos Gutiérrez, afirmaba que el ALCA “Es el gran objetivo. Mientras tanto vamos a avanzar con otras negociaciones, ya sean multilaterales o bilaterales. Pero el objetivo siempre ha sido el comercio libre en las Américas” (Clarín 15/10/05).
[16] La palabras de Bush dos días antes de la Cumbre sintetizaron la idea que perseguían Estados Unidos y sus seguidores mediante el ALCA: “Voy a decirle a la gente, a los líderes y a todo el que quiera escucharme allí abajo que nuestros mercados están abiertos, siempre y cuando ustedes abran sus mercados. En otras palabras, vamos a abrir los mercados” (La Nación 2/11/05). La contrapropuesta del MERCOSUR no se hizo esperar: “Reconocemos que no se han dado las condiciones necesarias para lograr un acuerdo de libre comercio a nivel hemisférico equilibrado y equitativo (…) Instruimos a nuestros responsables de comercio a evaluar el proceso y presentar recomendaciones” (La Nación 3/11/05). La suerte del ALCA estaba echada.
[17] Como expresión de ello puede tomarse el surgimiento de la revista Observatorio Social de América Latina del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Desde su primer número en 1999 hasta la fecha ha seguido el desarrollo del conflicto social de países de Latinoamérica y del Caribe. 
[18] Véase el discurso de inauguración del 128° período de Sesiones Ordinarias del Congreso.
[19] Con positividad de la lucha nos referimos al carácter afirmativo que, junto al carácter negativo, coexistieron en el ciclo de luchas antineoliberales.
[20] Si bien es apresurado decir que el devenir de la política exterior también coincidió con la posterior trayectoria de la ANoA, que luego de los acontecimientos de Mar del Plata 2005 se transformara en el Movimiento Por la Integración y Soberanía de los Pueblos (MOSIP, según su auto denominación de las siglas), cuyo objetivo es la integración de los pueblos de América, no menos cierto es que sus objetivos fueran asumidos como propios en instituciones como la UNASUR y el proyecto del Banco del Sur.
[21] Si se toma como indicador los resultados de la consulta popular hecha por la ANoA, puede verse, anticipadamente, el apoyo que el gobierno de Kirchner recibiera primero con la detención de las negociaciones del ALCA y luego con el pago de la deuda con el FMI.
[22] Último párrafo del discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la inauguración del 128° período de Sesiones Ordinarias del Congreso. lunes, 01 de marzo de 2010.

 

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