19/04/2024

Colectiva feminista La Revuelta. Una bio-genealogía

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Mónica Reynoso. Con la colaboración de Ruth Zurbriggen

Herramienta: Buenos Aires, 2011, 348 págs.

 

La obra versa sobre la historia del grupo feminista neuquino La Revuelta, uno de los colectivos argentinos fundamentales en la lucha por los derechos en general y los de las mujeres en particular, que acaba de cumplir diez años de actividad (colectiva porque feminizaron el sustantivo). A través de las páginas nos informamos acerca de los orígenes, formación y transformaciones del grupo en su activa vida que va de los años 2001 al 2011. Sin embargo, no solo comunica sobre las actividades y abordajes del grupo frente a los distintos modos de violación de los derechos de las humanas, sino que muestra cómo se pueden crear nuevos recursos pedagógicos para ser aplicados políticamente. Quienes lo lean, aunque no sean feministas, tendrán ejemplos para aplicar a su campo de interés formas de acompañamiento de las víctimas y modos de enseñanza novedosos.     

Mónica Reynoso periodista y escritora feminista, nativa de Bariloche y radicada en Neuquén, ha sido la encargada de entretejer un sinnúmero de tramas: las biografías de las fundadoras de La Revuelta (Graciela Alonso, Valeria Flores y Ruth Zurbriggen), sus intervenciones del espacio público, las acciones pedagógicas reparadoras y justicieras, las etapas por las que atravesó el grupo en sus diez años de vida, y las historias relacionadas. Utilizando palabras de la autora se trata al mismo tiempo de “…la reunión de las discretas vidas privadas (las biografías) y de las enormes gestas públicas (las genealogías)…” (p. 252) Las características y alcances del libro quedan claramente planteados en la Presentación con la que abre la obra.

A la Presentación le sigue el Prólogo “No pienses que estás sola” de Mabel Bellucci, primera experta invitada para brindar sus conocimientos y dialogar con las revueltas neuquinas. Ella nos hace revivir el contexto social e histórico en el que surgió el grupo, recuerda los acontecimientos de la década 2001 a 2011 y sus conexiones con sucesos anteriores.

Los capítulos son siete: los dos primeros están dedicados a las presentaciones de las dos lideresas Graciela y Ruth (Valeria está integrando otro grupo, aunque está presente en los primeros tiempos). Retratos, historias de vida y modos de acción de dos activas feministas teóricas y militantes que, aunque ellas prefieran hablar de “prácticas”, son ejemplo de la articulación entre teorías y prácticas feministas. Son docentes cabales que luchan desde el gremio por distintas causas y por el acontecimiento del asesinato de Carlos Fuentealba… para que la falta de justicia no lleve al olvido.

El capítulo tres muestra las interacciones de una típica reunión del grupo, seguido de los testimonios de algunas de las revueltas y la nómina de las que, por distintas razones, entran y salen del grupo.

Los capítulos cuatro y cinco son centrales para la comprensión de cuáles son sus intereses, cómo y en qué trabajan. El cuatro se refiere a tres casos paradigmáticos para las mujeres: la violación marital, el abuso sexual temprano (generalmente por un miembro adulto de la familia) y el abuso en los consultorios médicos. Quizás el segundo caso es el que ha sido más abordado por distintos medios en los últimos tiempos, seguido de la violencia y la violación dentro de la pareja, y del que menos se habla es de lo que ocurre en algunos consultorios médicos.

Muchas veces hablan de “pedagogías reparadoras” que significa en palabras de Graciela Alonso “…Reparar allí donde hubo y hay violencias. Siguiendo las ideas de Graciela Guilis, quien utiliza el término en el campo jurídico y la relación con los derechos humanos, vamos a sostener que etimológicamente ‘reparar’ deriva del latín reparare: ‘disponer de nuevo’. Disponer de nuevo de la propia existencia sin terror, sin impunidad. Pero ‘de nuevo’ no quiere decir recuperar un estado anterior, sino acceder a un estado nuevo. Con este aporte, nos referimos a la llamada reparación simbólica: el trabajo que permita disponer de nuevos recursos para cicatrizar lo dañado” (p. 174)

Utilizo las palabras de Alonso no solo para aclarar qué entienden por pedagogías reparadoras sino porque es un ejemplo de cómo juegan dialécticamente entre teoría y praxis y cómo se inspiran en otros campos para recrear conceptos que derivarán en prácticas.

Para su accionar, el grupo utiliza al menos cuatro métodos aunque no necesariamente en forma separada:

“1) dar la palabra a las mujeres, dejar decir, abrir los íntimos espacios necesarios para la libre expresión (servicios de conserjería Socorro Rosa, Socorro Violeta, jornadas, seminarios, conferencias); producir sus propios medios de comunicación y emitir sus propios discursos en los medios tradicionales (periódico Sin Sostén, programas de radio Sin Closet y Radiactivas, página web, intervenciones directas en diarios, radio y televisión como fuentes habilitadas por el periodismo); 3) asaltar el espacio público para conquistarlo, las más de las veces en forma efímera, con sus propios mensajes (Bigotes a la cárcel, Novias de la decepción, entre otras performances); 4) insertar al grupo en redes feministas locales, nacionales e internacionales para recibir y emitir mensajes a favor de los derechos de las mujeres.” (pp. 211-212)

El capítulo seis está compuesto por testimonios de las revueltas y de quienes han coincidido con ellas en actividades, campañas, discusiones teóricas. También se publica un artículo Fernando Aiziczon sobre sus formas de acción basado en el que apareció en la revista Mora.

Por último en el capítulo siete se presentan documentos de distintos eventos en los que intervinieron sus creadoras, que aclaran su forma de pensar y actuar. El final es una declaración Acá estamos, en esos diez primeros años que seguramente se continuarán en el espacio y el tiempo.

No debo dejar de mencionar un elemento que añade inteligibilidad a lo leído: el anexo de fotografías que nos hablan de su historia desde lo visual; de sus intervenciones, sus reuniones, sus presencias en las marchas y escraches.

 

Ana María Bach

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