20/04/2024

Me­ca­nis­mos dis­ci­pli­na­rios, dis­po­si­ti­vos de po­der y neo­li­be­ra­lis­mo: for­mas de in­ter­ven­ción so­bre la fuer­za de tra­ba­jo

"Indudablemente, la voluntad del capitalista consiste en embolsarse lo más que pueda. Y lo que hay que hacer no es discurrir acerca de lo que quiere, sino investigar lo que puede, los límites de este poder y elcarácter de estos límites" (Karl Marx)[1]

Introducción

En el campo de las Ciencias Sociales es muy difícil evitar que la difusión de ciertos conceptos se encuentre desprovista de cierta "complicidad espúrea". Cuando hablamos de "liberalismo" y particularmente de "neoliberalismo" involucramos, voluntaria o involuntariamente, distintas dimensiones sociales, de muy distinto orden y de manera no pocas veces equívoca. Es así como suele entenderse por tal concepto cierta forma, o momento, de la acumulación capitalista, la abolición de todo tipo de regulación económica, la flexibilización de las leyes laborales, etcétera.

En este artículo propondré abordar el tránsito del liberalismo clásico a lo que habitualmente se denomina "neoliberalismo" desde la perspectiva desarrollada por Michel Foucault durante los años 1977-1979, cuyas investigaciones se cristalizan en los dos últimos Seminarios publicados en Francia en octubre de 2004.[2]

Concretamente, me interesa señalar cuáles son las dimensiones que construyó Foucault para analizar el tránsito de un concepto al otro a partir, fundamentalmente, de una mutación epistemológica que analizaremos detalladamente: la transformación de la noción de salario en ingreso como fundamento material de la teoría del capital humano y la construcción de la noción de "empresario de sí mismo".

En lo que concierne a este último punto, quisiera aportar algunas consideraciones a la forma que asumió, en nuestro país, la expansión de tal teoría a partir de la ofensiva capitalista puesta de manifiesto en la política llamada de privatizaciones y en la gestión de la fuerza de trabajo que resulta de tal proceso social.

Pero para poder abordar con el rigor pertinente, y necesario, el tránsito que aquí nos ocupa, desde la perspectiva desarrollada por Michel Foucault, debemos hacer un poco de historia y analizar por qué, para el investigador francés, el liberalismo es antes que nada una doctrina de gobierno. Tal punto de partida nos obliga a exponer la relación que guarda el liberalismo con las disciplinas, para que podamos comprender la forma que asume la producción regulada de la libertad. Esto último guarda una relación directa con espíritu de tal doctrina de gobierno: el liberalismo es la doctrina de poder propia del panoptismo.

Liberalismo y biopolítica: el problema de gobernar multiplicidades

Al inicio de Seguridad, Territorio, Población, Foucault adelanta la preocupación que atravesará aquel brillante curso del ciclo lectivo 1977-1978. Abordará tres grandes ejes investigativos, estudiados hasta ese momento, y la relación que los mismos guardan entre sí. Aclaremos este punto:

Se podría decir, a simple vista y de forma esquemática: la soberanía se ejerce en los límites de un territorio, la disciplina se ejerce sobre el cuerpo de los individuos y la seguridad sobre el conjunto de la población. Límites del territorio, cuerpo de los individuos, conjunto de una población. Puede ser así, pero esto no pega. Y esto no pega porque el problema de las multiplicidades es un problema que se encuentra a propósito de la soberanía y a propósito de la disciplina […] La disciplina se ejerce, por supuesto, sobre el cuerpo de los individuos, pero yo intenté mostrarles cómo, de hecho, el individuo no es en la disciplina el dato primero sobre la cual esta se ejercía. Hay disciplina solamente en la medida en que hay una multiplicidad y un fin, o un objetivo, o un resultado por obtener a partir de tal multiplicidad. La disciplina escolar, militar, también penal, la disciplina en los talleres, la disciplina obrera, es una cierta manera de administrar la multiplicidad, de organizarla, de fijar sus puntos de implantación, las trayectorias laterales u horizontales, verticales y piramidales, la jerarquía, etcétera. El individuo es, para la disciplina, mucho más cierta manera de recortar la multiplicidad que la materia prima a partir de la cual se la construye. La disciplina es un modo de individualización de las multiplicidades y no algo que, a partir de los individuos trabajados a título individual, construiría una suerte de edificios de múltiples elementos. Por lo tanto, tanto la soberanía como la disciplina y la seguridad conciernen a multiplicidades[3].

Foucault en este Seminario intentará historizar una de las preocupaciones centrales de Occidente desde el siglo XVII en adelante. Tal preocupación no es otra que la noción moderna de "gobierno" en tanto que posibilidad de administrar tales multiplicidades a partir de la evolución, o sofisticación, de ciertas tecnologías de poder y la forma en la que éstas se articulan.[4]

Tomemos por caso el observable que construye Foucault para explicar la irrupción de la noción de "población", entre los siglos XVII y XVIII y las tecnologías de poder propias asociadas a tal desarrollo. Para ello analizará la forma en la que los fisiócratas intentarán resolver el problema de la escasez de granos. Escasez, por otra parte, cuyos peligros remiten a dos niveles que deben ser atendidos al mismo tiempo: a) el problema de la falta de alimentos; b) la amenaza permanente de grandes revueltas.

¿Qué hacer entonces frente a la posibilidad de acaparamiento de granos? La solución ya no se encuentra próxima a los recursos propios de los que se hubiese servido el poder soberano, mediante la confiscación de los productos faltantes. Si faltan granos, si los productores que acopiaron el producto escaso ante una mala cosecha no deciden ofrecerla en el mercado especulando con el aumento de su precio, de lo que se trata, entonces, es de abrir la importación, alentar el ingreso de granos de otros mercados para forzar a los productores locales a revisar su posición.

La irrupción de la población como problema, como sujeto político con características propias, anuda el objetivo del gobierno con las riquezas que produce un territorio determinado a través de un término que hoy difícilmente pueda ser asociado a su sentido original:

La constitución de un saber de gobierno es absolutamente indisociable de la constitución de un saber de todos los procesos que giran alrededor de la población en el más amplio sentido del término, lo que se llama precisamente la ‘economía’ […] La economía política pudo constituirse a partir del momento en el que, entre los diferentes elementos de la riqueza, apareció un nuevo sujeto que era la población. Es a partir de tomar esta red continua y múltiple de relaciones entre la población, el territorio y la riqueza que se constituirá una ciencia que se llama ‘economía política’ y, al mismo tiempo, un tipo de intervención característico del gobierno, el cual será la intervención en el campo de la economía y de la población. En resumen, el paso de un arte de gobernar a una ciencia política, el paso de un régimen dominado por las estructuras de soberanía a un régimen dominado por las técnicas de gobierno se producen en el siglo XVIII alrededor de la población y, en consecuencia, alrededor del nacimiento de la economía política[5].

Seguridad-población-gobierno. Sobre este eje se constituyen, edifican y expanden una serie de mecanismos cuya articulación sostiene el desarrollo capitalista: la población se constituye como problema que ofrece ciertas regularidades inherentes a su condición y que requiere formas de intervención específicas (incrementar la tasa de nacimientos y registrar las causas de las defunciones, elaborar formas de prevenir las enfermedades y evitar los contagios, etcétera.); pero también encontramos las multiplicidades inherentes a su composición, objeto de intervención del poder disciplinario. Por esto mismo es preciso analizar la articulación de los dispositivos de seguridad con los mecanismos disciplinarios a partir de la preocupación acerca de cómo administrar la creciente heterogeneidad que presenta el esbozo de la ciudad capitalista. Tal punto de articulación estará determinado no sólo por los alcances diferenciados a los que pueden acceder tanto los mecanismos disciplinarios cuanto los dispositivos de seguridad: es el objetivo mismo del tipo de intervención el que los une desde los extremos. Las disciplinas son "centrípetas", recortan un espacio donde poder ejercer el minucioso despliegue de sus mecanismos. Deben aislar, encerrar, apartar los cuerpos circunscribiéndolos en un territorio restringido donde sea posible la "anatomía política del detalle"[6] que las caracteriza. Una célula - un cuerpo. La mirada y el registro sus instrumentos por antonomasia.

Los dispositivos de poder, opuestos en un todo, son "centrífugos"; abren el espacio de intervención porque su objeto es una totalidad en movimiento cuya conexiones internas, necesariamente, se encuentran deslocalizadas. Las localizaciones son observables que se construyen a la vez que la población aparece, cada vez con mayor claridad, como preocupación político-tecnológica:

Se integran sin cesar nuevos elementos, se integra la producción, la psicología, los comportamientos, las maneras de hacer de los productores, de los compradores, de los consumidores, de los importadores, de los exportadores, se integra el mercado mundial. Se trata, pues, de organizar, o en todo caso dejar que se organicen circuitos cada vez más amplios[7].

Llave para la segunda diferencia, la que anima desde su interior la posibilidad de producir esa compleja doctrina de gobierno, el liberalismo. Las disciplinas reglamentan todo sin dejar el más mínimo detalle, y sobre todo esto último, librado al azar; desplazan la lógica de lo permitido-prohibido presente en el campo jurídico a lo prescripto-prohibido. Las disciplinas, aquello que las constituye y define, es la reglamentación de toda actividad humana; motivo por el cual aquello que no fue taxativamente prescripto deviene expresamente prohibido. Pero por el contrario, el dispositivo de seguridad "deja hacer", permite el aumento de los precios para tratar la escasez, no impide que ciertos procesos que hacen al desarrollo mismo de la población se manifiesten en todo su esplendor. La seguridad, su precondición misma de irrupción histórica, de formulación en tanto que problema, implica la aparición de la libertad y fundamentalmente de la libre circulación de personas, bienes y cosas: de allí, entonces, que la ciudad moderna sea su hermana melliza.

Esta libertad, a la vez ideología y técnica de gobierno, debe ser comprendida al interior de las mutaciones y transformaciones de las tecnologías de poder. De una forma más precisa y particular, la libertad no es otra cosa que el correlato de la implementación de los dispositivos de seguridad. Un dispositivo de seguridad sólo puede funcionar correctamente bajo la condición de que se lo provea de algo que es la libertad, en el sentido que este término toma en el siglo XVIII: ya no más las franquicias y los privilegios ligados a una persona sino la posibilidad de movimiento, desplazamiento, circulación de gente y de cosas. Es esta libertad de circulación, en el más amplio sentido del término, que es necesario entender por el término ‘libertad’, y comprenderla en tanto que uno de los rostros, de los aspectos, de las dimensiones de la implementación de los dispositivos de seguridad[8].

No sería correcto pasar al análisis de la producción, regulada, de la libertad sin incluir la variable que nos permita, finalmente, articular los mecanismos disciplinarios y los dispositivos de seguridad. Comenzamos a ver que el diseño mismo de la ciudad estará atado al destino que la evolución del comercio imprimió, indudablemente, tanto a la acumulación de cuerpos como a la acumulación de capital. Pero debemos avanzar en el conocimiento de la forma en la que se vuelve operacionalizable el registro de los gestos recortados en el espacio reticulado por el poder disciplinario. Y a su vez establecer una íntima correspondencia con esta tendencia centrífuga que caracteriza a los dispositivos de seguridad. Imposible, entonces, eludir el concepto de "normalización"[9].

La disciplina descompone, fragmenta, analiza, y fundamentalmente registra, abriendo un campo que comunica dos ámbitos diferenciados: el ámbito de lo perceptible con el de lo modificable; instancias estas que a su vez no pueden escindirse de un cierto objetivo a partir del cual la actividad humana deviene susceptible de ser analizada (observada, registrada y clasificada) hasta el extremo límite del más nimio de los detalles (jamás carente de importancia).[10]

La norma construye una clara y tajante división entre dos poblaciones: aquellos que son juzgados en tanto que "capaces", "aptos", "normales" y los que, por la razón que fuese, son considerados como sus contrarios exactos. La solidez de la expansión de las disciplinas es paralela a la legitimidad que va cobrando socialmente el modelo de conductas y comportamientos que se deriva de ellas, donde la división entre lo normal y lo patológico remite al lugar que ocupa cada cuerpo-sujeto a un determinado esquema de comportamiento.

En definitiva, Foucault se ocupa de investigar cuáles son las acciones sociales, a partir de cierto modelo que asume la forma de norma, que serán consideradas como adecuadas, propias de cierta configuración (lo normal), siendo su contrario todo aquello que cae fuera de tal esquema. Precisamente porque el carácter intrínseco de la expansión del poder disciplinario involucra el espacio de la sanción y de la corrección antes que el de la punición y del castigo ligada al campo jurídico, bajo la forma del derecho penal, la corrección ocupa un lugar central para esta particular modalidad de intervención sobre los cuerpos: corregir para usar más y mejor es la consigna. "Dicho de otra forma: hay un carácter primitivamente prescriptivo de la norma y es con respecto a esta norma impuesta que la determinación y el señalamiento de lo normal y de lo anormal devienen posibles".[11]

Veamos cuál es la particularidad que presenta la normalización en un dispositivo de seguridad.[12] Tanto frente a la peste como ante la lepra[13], el poder disciplinario opera una clara diferenciación entre el enfermo y aquel que no lo está, intentando preservar a la población sana de todo posible contagio de la enfermedad. Más allá de los procedimientos diferenciados, de las distintas formas de intervenir sobre los cuerpos alcanzados por una enfermedad u otra, ambos modelos comparten la forma cruda y tajante en la que se produce la separación entre sanos y enfermos.

Para explicar el desplazamiento que opera la irrupción de la población en cuanto al desarrollo de ciertas innovaciones tecnológicas que hacen a la forma de intervenir los cuerpos, Foucault toma el caso de la variolización y la vacunación. Esto es central porque para comprender la dimensión que asume tal dispositivo de poder, debemos apelar a la creciente importancia que irá adquiriendo esta técnica de conocimiento, y de indagación, propia del Estado moderno íntimamente ligada a la irrupción de la población: la técnica estadística, que determinaba que la tasa de mortalidad por dicha enfermedad era de 1 sobre 7.782 personas.[14]

Aquello que es juzgado normal en el caso de la epidemia de viruela involucra la densidad misma de la población como índice de análisis. Por lo tanto, las distribuciones territoriales, su densidad poblacional, su tasa de mortalidad infantil, sus condiciones de higiene, inciden directamente en la consideración de lo que puede ser juzgado en tanto que "normal". De allí que remarque Foucault que la medicina intervendrá ya no desde la epidemiología sino desde la medicina preventiva: ya no se trata de curar, de aislar o recluir, sino de construir índices de "normalidad" que registren el descenso de la epidemia hasta su posible supresión.

Tenemos con esto, por consiguiente, algo que parte de lo normal y que se sirve de ciertas distribuciones consideradas, si se quiere, como más normales que las otras. Son estas distribuciones las que servirán de norma. La norma es un juego al interior de normalidades diferenciales. Lo primero es lo normal y es la norma lo que se deduce de ello, o es a partir de este estudio de las normalidades que se fija la norma y juega su rol operatorio. Por lo tanto, yo diría que en este caso no se trata de una normación, en el sentido estricto del término, sino más bien de una normalización[15].

Así, pues, nos vamos acercando, paulatinamente, a las múltiples formas que involucran tecnologías diferentes de intervención ya sea sobre los cuerpos o la población y que jamás deberán disociarse de una preocupación central: el gobierno de las multiplicidades que encierra la población. Pero lo esbozado hasta aquí no indica, ni mucho menos, que los tránsitos o las diferentes evoluciones, la permanente sofisticación de las tecnologías de intervención tanto sobre los cuerpos como sobre la población supongan períodos históricos que puedan cortarse arbitrariamente en "edades" en las cuales se encuentren, únicamente, tales o cuales modelos. Creo que, precisamente, si algo nos enseña Foucault a los investigadores en Ciencias Sociales es a la necesidad de articular distintos ámbitos en la producción de lo social con la evolución y sofisticación de las tecnologías de poder, siempre a partir de un análisis táctico-estratégico[16]:

En consecuencia la idea de un gobierno como gobierno de la población agudiza más aún el problema de la fundación de la soberanía y agudiza también la necesidad de desarrollar las disciplinas. De modo que es necesario comprender esto no como el reemplazo de una sociedad de soberanía por una sociedad de disciplina, y luego una sociedad de disciplina por una sociedad de gobierno. Tenemos, de hecho, un triángulo: soberanía, disciplina y gestión gubernamental; una gestión gubernamental cuya mira principal es la población y cuyos mecanismos esenciales son los dispositivos de seguridad […] Por lo tanto es necesario remarcar estos tres movimientos: gobierno-población-economía política los cuales constituyen, a partir del siglo XVIII, una serie sólida que, por cierto, aún no fue disociada.[17]

Foucault nos advierte, casi al pasar, sobre un hecho que es central: tanto para los fisiócratas como para Adam Smith, la libertad remitía al respeto irrestricto a cierta mecánica natural, interna e intrínseca de los procesos económicos antes que al reconocimiento de libertades individuales, susceptible de inscribirse en el campo jurídico. Es precisamente esta dimensión la que debe constituir el centro de la preocupación gubernamental: a partir del conocimiento acabado de la dinámica que adquiere el desenvolvimiento de los procesos económicos, garantizar que su desarrollo no se vea obstruido por intervención gubernamental alguna.

Pero como ya señaláramos oportunamente, la noción de gobierno no puede escindirse de las multiplicidades que habitan al interior de la población. A este fenómeno debemos incorporar dos dimensiones que vuelven mucho más complejo al análisis que estamos llevando a cabo.

Por un lado tales multiplicidades serán portadoras de intereses divergentes; por lo cual, uno de los desafíos centrales de todo gobierno es lograr encauzar, bajo el criterio que guía a la racionalidad política liberal, intereses divergentes (contradictorios, incluso) sin que se altere la dinámica misma de los procesos que los construyen (y los posibilitan).

Por otro lado, el ámbito natural en el que aquellos se expresan es el mercado, un lugar de verdad y de verificación por excelencia dado que es el intercambio el que determina el valor de las cosas y es aquel el espacio en el cual la divergencia de intereses se manifiesta con toda claridad.[18] Espacio que, por otra parte, debe ser mantenido al margen de todo tipo de intervención gubernamental.

Es así entonces como el concepto de libertad va surgiendo de múltiples determinaciones que signan no sólo su irrupción y su posterior desarrollo, sino la posibilidad misma de aplicación. Analicemos lo que sigue para acercarnos, paulatinamente, a la comprensión del eje liberalismo-panoptismo que ocupa las investigaciones de Michel Foucault durante este período:

La libertad en el régimen del liberalismo […] es algo que se fabrica a cada instante. El liberalismo no es lo que acepta la libertad, es lo que se propone fabricarla a cada instante, suscitarla y producirla con todo un conjunto de restricciones, problemas de costo que plantea esta fabricación. ¿Cuál será, entonces, el principio de tal costo de la fabricación de la libertad? El principio de cálculo es lo que se llama la seguridad. Es decir que el liberalismo, el arte liberal de gobernar, va a encontrarse restringido a determinar, exactamente, en qué medida y hasta qué punto el interés individual, los diferentes intereses individuales, en lo que tienen de divergentes los unos de los otros, eventualmente de opuestos, no va a constituir un peligro para el interés de todos. Problema de seguridad: proteger el interés colectivo contra los intereses individuales. Inversamente lo mismo: será necesario proteger los intereses individuales contra todo lo que podría aparecer, con respecto a estos, como invasión viniendo del interés colectivo. Es necesario que la libertad de los procesos económicos no sea un peligro, un peligro para las empresas, un peligro para los trabajadores. La libertad de los trabajadores no tiene que devenir un peligro para la empresa y la producción. Hay que evitar que los accidentes individuales, que todo lo que pueda ocurrirle en la vida a alguien, ya sea la enfermedad o esto que llega de todas formas y que es la vejez, constituya un peligro para los individuos y para la sociedad. En resumen, que a todos estos imperativos - vigilar que la mecánica de los intereses no provoque peligro alguno tanto para los individuos como para la colectividad - les correspondan estrategias de seguridad que son, en cierta forma, el reverso y la condición misma del liberalismo. La libertad y la seguridad, el juego libertad y seguridad, es lo que se aloja en el corazón mismo de esta nueva razón gubernamental de la cual yo les di los caracteres generales. Libertad y seguridad; es esto lo que va a animar, desde su interior, los problemas de lo que yo llamaré la economía de poder propia del liberalismo[19].

No es paradójico; hace a la producción misma de la libertad sobre la que se apoya el capitalismo, nutre su fuerza para expandirse: la libertad para que devenga tal necesita ser encauzada, protegida, cercenada, precisamente para protegerla de su propia expansión sin resguardo de ningún orden.[20] Pero es así como aparece como reverso de la medalla la dimensión que asume el resguardo de la difusión de la libertad: la gestión de los peligros, la delgada línea sobre la cual se asientan los mecanismos de seguridad-libertad cuya pretensión es exponer a la población a la menor cantidad de riesgos posibles. "No hay liberalismo sin cultura del peligro".[21]

Menos paradójico aún, y sobre la densidad de lo que sigue reposa la lucidez estratégica de este notable investigador, es que la extensión de los procedimientos de coacción y control van a construirse como la contrapartida necesaria, y su contrapeso requerido, de las libertades que estamos analizando. Sobre el cuerpo de los individuos se ejerce esa "anatomía política del detalle". Detalle que, por otra parte, adquiere una creciente importancia en la medida en que se profundiza la observación de los comportamientos y el control del proceso productivo deviene cada vez más complejo. La disciplina no intenta la exclusión que encontramos en el modelo de la lepra. Su objetivo es bien diferente: lejos de apartar, ahora se trata de fijar a los individuos a diferentes aparatos disciplinarios: la escuela fija al individuo a un aparato que se ocupa de transmitir un saber establecido, la fábrica fija los cuerpos a un aparato productivo, el hospital psiquiátrico los pone bajo la tutela de un dispositivo de cura.

La normalización, la corrección y el control se expanden con la callada fuerza que parasita la proclamación de las grandes libertades, herederos de cuya articulación fuimos construidos en tanto que individuos.

Yo insistí bastante sobre el hecho que estas famosas grandes técnicas disciplinarias que toman a su cargo el comportamiento de los individuos en el día a día y hasta el más mínimo detalle son exactamente contemporáneas en su desarrollo, en su explosión, en su diseminación a través de la sociedad, de la edad de las libertades. Libertad económica, por un lado y liberalismo y técnicas disciplinarias, por el otro: allí se encuentran dos cosas que están perfectamente ligadas entre sí. Este famoso panóptico que al comienzo de su vida, en 1792-1795, Bentham presentaba como debiendo ser el procedimiento por el cual se iba a poder, al interior de instituciones determinadas como las escuelas, los talleres, las prisiones, vigilar la conducta de los individuos aumentando la rentabilidad, la productividad misma de su actividad; hacia el fin de su vida, en su proyecto de codificación general de la legislación inglesa, Bentham lo presentará como debiendo ser la fórmula del gobierno en su conjunto diciendo: "el panóptico es la fórmula misma de un gobierno liberal porque, en el fondo, qué debe hacer un gobierno? Debe, por supuesto, dejar lugar a todo lo que puede ser la mecánica natural de los comportamientos y de la producción. Debe dejar el lugar a estos mecanismos y no debe tener sobre ellos ninguna otra forma de intervención, al menos en primera instancia, que la de vigilancia. Y es únicamente cuando el gobierno, limitado primero a su función de vigilancia, verá que algo no ocurre como lo quiere la mecánica general de los comportamientos, de los intercambios, de la vida económica, que deberá intervenir". El panoptismo no es una mecánica regional y limitada de las instituciones. El panoptismo, para Bentham, es una fórmula política general que caracteriza a un tipo de gobierno […] Además de la relación entre las disciplinas y el liberalismo, está también la aparición, en este nuevo arte de gobernar, de mecanismos que tienen por función producir, insuflar, aumentar las libertades, introducir un plus de libertad por un plus de control de intervención. Es decir que allí el control no es más, simplemente, como en el caso del panoptismo, el contrapeso necesario a la libertad. Es su principio motor"[22].

La libertad para su expansión, en tanto que tecnología de poder específica, requiere de la vigilancia y el debido encauzamiento que hace no sólo a la forma en que esta se expresa y vuelve posible, sino en tanto que elemento correlativo de los dispositivos de seguridad.

Tales libertades animan, desde su interior, tanto a una doctrina de gobierno que la preconiza desprovista de toda determinación externa como a la producción de una individualidad acorde al desarrollo la formación social capitalista. En cierta forma, creo que el párrafo que acabamos de leer resume el proyecto investigativo que Foucault se propone a principios de 1973: la relación plusvalía-subpoder. De allí el interés por no limitar este análisis al campo de la fabricación de cuerpos productivos y extender nuestra inquietud a la producción misma de individualidad. Es decir, creo que es preciso hacer jugar dos niveles perfectamente articulados: la producción de individualidad, que abarca niveles tan diferentes como la educación escolar, la organización de lo que se conoce como "familia" y la cristalización del individuo en el campo jurídico, con la relación social que innegablemente detenta la primacía, la constituye en el motor mismo de la formación social capitalista: la compra-venta de fuerza de trabajo, dimensión que involucra la permanente creación de cuerpos-fuerza de trabajo.

A partir de lo expuesto hasta aquí, propongo que pasemos al análisis de los lineamientos generales presentes en nuestra investigación sobre la privatización de ENTel (Empresa Nacional de Telecomunicaciones) para poder pensar la posibilidad de extender el esquema teórico expuesto hasta aquí a una situación, particularmente traumática e inhumana, que toca a nuestra historia reciente

La teoría del Capital Humano en el tránsito del liberalismo al neoliberalismo: las privatizaciones de empresas públicas en Argentina

Durante la primera mitad de los años 90’, la literatura concerniente al análisis de las privatizaciones estuvo ampliamente dominada por una preocupación estrictamente económica. No era para menos, dado la magnitud de bienes sociales acumulados por generaciones enteras en empresas que fueron rematadas de forma tal que, aún al día de hoy, no hay registro en el mundo de un proceso de características similares. Durante la segunda mitad de la década pasada - situemos tal punto de inflexión en 1995 - se produce un desplazamiento sensible hacia el problema que instala, con toda razón, el crecimiento exponencial del desempleo y la destrucción sistemática de puestos de trabajo.

Recuperando estas dos grandes preocupaciones, mi interés investigativo se orientó a reconstruir la estrategia de Telefónica para imponer una nueva identidad en el trabajo[23]. Es decir, la forma en la que paulatinamente se fue construyendo una nueva cultura laboral y los pasos tácticos mediante los cuales tal estrategia se fue realizando. Por esto mismo me pareció fundamental comenzar por analizar una relación muy particular: la relación "viejos trabajadores" - "nuevos trabajadores".[24]

De las empresas que asumieron la exENTel a su cargo había, en aquel momento, tres grandes identidades: los techint, los city-bank y los españoles. El primer grupo detentaba el área de Recursos Humanos, el segundo la actividad financiera y los últimos la gestión operativa, es decir, la provisión del servicio telefónico. Los exENTel no presentaban mayores particularidades entre sí para el campo privado, más allá de las evidentes diferencias que esta enorme población de trabajadores presentara a su interior: si eran técnicos, administrativos o jerárquicos; antigüedad en la empresa, sexo, edad, etcétera. Para el campo privado todos eran exENTel y eso era lo único que importaba.

Me pareció central comenzar una investigación desde el problema que instala las identidades en el trabajo dado que permitió observar varias dimensiones diferentes al mismo tiempo y la forma en la que estas mismas se articulaban:

a) En primer lugar, advertí con cierta sorpresa inicial la forma en la que eran estigmatizados los exENTel; estigmatización que, por otra parte, suponía el reverso de una medalla: si los exENTel era "lentos", "vagos", "perezosos" e "indolentes", la fuerza de trabajo que era reclutada por la empresa estaba constituida por jóvenes que expresaban los atributos contrarios.[25] A partir de este fenómeno, intenté comenzar a producir ciertos avances teóricos referidos a la relación capacidad de nombrar - iniciativa política - neutralización política ante la cual nos enfrentábamos.

b) A su vez el discurso construido por la empresa sobre los exENTel estaba fuertemente impregnado de tintes biologicistas, propios de los dispositivos de seguridad que se construyen para evitar contagios determinados; motivo por el cual en el presente artículo intentamos historizar tales dispositivos para que adquieriese sentido la presente observación. Los exENTel no eran "aptos" para adecuarse a los cambios, portaban el "germen" del "sindicalismo", podían "contagiar" los "vicios" del Estado a la población "pura" que "venía de afuera", etcétera.[26]

c) Este último punto me advirtió la difusión de tecnologías morales[27] en el diagrama de poder diseñado por la empresa para construir nuevos cuerpos en el trabajo. La amenaza de despido no era un factor de coerción menor en una sociedad donde se triplicó, prácticamente, la tasa de desempleo desde 1990, momento de la privatización de la empresa, a mayo de 1995.[28]

Tales mutaciones referían a ciertos tránsitos que rediseñaban claramente las relaciones sociales al interior de la empresa: en primer lugar era evidente el paso del "obsoleto" mundo de lo estatal a la "eficiencia" privada; consecuencia de esto encontramos la irrupción de un término sumamente interesante que no es otro que el concepto de "cliente", en detrimento del siempre maltratado "usuario". Pero la noción de cliente no se limita al individuo que recibe el servicio telefónico y paga su factura. Cliente será también aquel que reciba un cierto trabajo realizado por no importa quien y que pasará a ser "proveedor interno" si es quien provee de trabajo a otros.

Es decir que la creación de la noción de "cliente interno" en detrimento del "compañero de trabajo" resignifica el espacio laboral no sólo a partir de la destrucción de relaciones sociales involucradas en esta mutación epistemológica extraordinaria sino que también inaugura relaciones sociales de una originalidad remarcable.[29]

Vemos así la íntima relación existente entre el hecho de detentar la iniciativa política y la capacidad de construir un nombre. Tal nombre no remite a una calificación determinada sino a un horizonte posible de conductas cuyos contornos ya están formulados en la atribución de tal acto identitario.

Veamos la mutación epistemológica de mayor importancia o la que, en definitiva, más nos acerca a la posibilidad de pensar el tránsito al neoliberalismo desde la perspectiva que estamos ofreciendo. Uno de los pilares sobre los que se fundó la legitimidad del modelo de integración social conocido como "Estado de Bienestar" era el pleno empleo. Imaginemos el peso que tal noción tenía entre los exENTel: para no pocos de ellos su desempeño profesional en la empresa del Estado fue la única experiencia laboral que habían tenido en sus vidas y tampoco eran escasos los que acumulaban 30 o 40 años de trayectoria en la empresa del Estado. La expropiación que hace Telefónica de la noción "empleo de por vida" constituye uno de los cimientos sobre los que se edifica tanto una nueva identidad laboral como un modelo de sociedad, lisa y llanamente. La noción de "empleabilidad", como el concepto que se le opone radicalmente a "empleo de por vida", marca la profundidad del modelo social que se pretende instalar.

La noción de "empleabilidad" revela, entre muchas otras, dos dimensiones claramente diferenciadas e intrínsecamente articuladas entre sí. En principio encontramos una suerte de condena, o más correctamente de punto de partida ya imposible de vulnerar: para trabajar en una empresa privatizada, particularmente vinculada al núcleo duro del gran capital, todo cuerpo debe soportar la observación permanente que supone una instancia de examen continuo. Si hubo algo que la empresa se encargó de remarcar permanentemente es que la antigüedad en la empresa no sólo ya no era un factor de promoción sino que pasaba a ser un concepto a destruir inmediatamente.

Pero articulado con esto último, la noción de "empleabilidad" instala un tipo de registro que culmina en un cuerpo atomizado, escindido de los otros de un territorio común y de antigua pertenencia, allí donde la identidad se formó a partir de un enfrentamiento con otro bien definido; cuerpo sometido a una permanente instancia de examen, aislado y desgajado por completo de un poder colectivo que era preciso fragmentar al máximo. La empleabilidad marca la doble acepción que el término "competencia" tiene en la lengua española: ya nos remitamos a la competencia en tanto que "aptitud"; ya acudamos a ella en cuanto a disputar con otro por un mismo puesto de trabajo, cual es este caso.

Detengámonos en la empleabilidad como necesidad de renovar permanentemente, para esa mirada sin rostro que observa y califica todo el tiempo, una serie de aptitudes.

"Ellos trabajan, por supuesto, para tener un salario. Ahora bien, ¿qué es un salario? Un salario es simplemente un ingreso. Desde el punto de vista del trabajador, el salario no es el precio de venta de su fuerza de trabajo, es un ingreso. Y entonces allí, los neoliberales [norte]americanos se refieren a la vieja definición que data de principios del siglo XX y que pertenece a Irving Fisher, quien decía: ¿qué es un ingreso? ¿Cómo puede definirse un ingreso? Un ingreso es simplemente el producto o el rendimiento de un capital. E inversamente, se llamará ‘capital’ a todo lo que pueda ser, de una manera o de otra, fuente de ingresos futuros. En consecuencia, a partir de allí si se admite que el salario es un ingreso, el salario es, pues, el ingreso de un capital. Ahora bien, ¿qué es este capital cuyo salario es un ingreso? Es el conjunto de todos los factores físicos, psicológicos, que vuelven a alguien capaz de ganar tal o cual salario; de suerte que, visto por el lado del trabajador, el trabajo no es una mercancía reducida por abstracción a la fuerza de trabajo y al tiempo durante el cual se la utiliza. Descompuesto desde el punto de vista del trabajador, en términos económicos, el trabajo comporta un capital, es decir, una aptitud, una competencia; como ellos dicen [los neoliberales]: es una ‘máquina’. Y por otro lado es un ingreso, es decir un salario o más bien un conjunto de salarios; como ellos dicen: un flujo de salarios.[30]

Así, Foucault marca en la mutación epistemológica que determina considerar al salario como el ingreso que puede generar un capital uno de los aspectos que determina el tránsito del liberalismo al neoliberalismo. Observemos que Telefónica no sólo se ocupará de instalar la noción de empleabilidad sino que, a su vez y paralelamente a esto, elaborará toda una política de poner "fuera de convenio" a trabajadores que accedan a ciertos escalafones. Esto persiguió, claramente, dos objetivos:

a) Que los trabajadores negociaran en forma individual sus condiciones laborales con la empresa (particularmente aquellos que detentaban cierta identidad "profesional" y que podían ser reclutados en tanto que "agentes de cambio").

b) Evitar por todos los medios cualquier tipo de "contaminación" sindical.

De modo tal que lo que observamos es la paulatina construcción de un sujeto a cuyo cuerpo se le otorga, mediante distintas tecnologías que van desde dispositivos discursivos a cristalizaciones en el campo jurídico, la potestad, suscitada, para asumirse como un "empresario de sí mismo"[31]. Múltiples intervenciones convergen en esta extraña figura alentada por un desplazamiento sensible del homo-œconomicus clásico al neoliberal. Analicemos lo que sigue a continuación:

No es una concepción de la fuerza de trabajo esto que estamos describiendo. Es una concepción del capital-competencia que recibe, en función de diversas variables, un cierto ingreso que es un salario, un ingreso-salario, de modo que es el trabajador mismo el que aparece como siendo para él mismo una suerte de empresa. Y con esto se ha llevado al extremo este elemento que yo les había ya señalado en el neoliberalismo alemán, y hasta cierto punto en el neoliberalismo francés, esta idea de que el análisis económico debe reencontrar, como elemento de base de tales desciframientos, no tanto al individuo, no tanto procesos o mecanismos, sino empresas. Una economía hecha de unidades empresas: es esto que es, a la vez, el principio de desciframiento ligado al liberalismo y a su propia programación para la racionalización de una sociedad y de una economía [...] En el neoliberalismo, y esto no solo no se oculta sino que se proclama, reencontraremos también una teoría del homo œconomicus pero que ya no será un socio del intercambio. El homo œconomicus es un empresario y un empresario de sí mismo. Y esto es tan verdadero que, prácticamente, será la apuesta de todos los análisis que hacen los neoliberales de substituir, a cada momento, el homo œconomicus socio del intercambio por un homo œconomicus empresario de sí mismo, siendo él mismo su propio capital, siendo para él mismo su propio productor y siendo para él mismo la fuente de sus ingresos.[32]

Vemos esto claramente al analizar los cursos de capacitación de la empresa, fundamentalmente en lo que concierne tanto a la reificación de las innovaciones tecnológicas cuanto al carácter de examen que las mismas asumen para la selección de la fuerza de trabajo[33]. Esto en absoluto supone ningún tipo de voluntad de adherir al "fin del trabajo" o a la universalización de este tipo de lazo. Mi objetivo es más modesto y se limita a señalar el soporte teórico de cierta concepción de la fuerza de trabajo que se impuso con particular virulencia en nuestro país y que se prolonga hasta nuestros días sin encontrar obstáculos visibles a su permanente desarrollo y diversificación.

Pasemos a la elaboración de ciertas consideraciones finales que nos permitan articular la densidad de lo expuesto, muy brevemente, en este artículo.

Reflexiones Finales

Consideré necesario historizar la relación mecanismos disciplinarios - dispositivos de poder para abordar la compleja tarea que supone construir, al interior de un espacio físico compartido, dos poblaciones humanas radicalmente diferentes atravesadas por el mandato de "preservarse de la mezcla". La relectura de la articulación que intenté exponer de la forma más simple posible, entusiasma a cualquier investigador sensible en la formación y realización del poder por las formas de intervención que la empresa adoptó sobre la población exENTel[34]. Y la manera en que, paulatinamente, fue normalizándose una situación de profunda inhumanidad.

Analicemos la relación "norma", "normal" y "normalizacion". Consideramos que tal articulacion solo es posible a partir de involucrar el concepto de "iniciativa politica", el cual proviene del campo de la guerra. En tal sentido, aquello que hace a la norma, los comportamientos susceptibles de ser observados, registrados, controlados y vigilados que no deban faltar a la fidelidad que el despliegue de tal concepto involucra, no solo fue construido, deliberadamente, en el espacio de trabajo analizado sino que fue progresivamente reajustado en virtud de los requerimientos precisos a la forma que debía asumir la producción de plusvalía. Recordemos algo que puede parecer trivial y de trivial no tiene nada: el objetivo deliberado del dispositivo de poder montado por Telefónica fue construir cuerpos lo más productivos posible. Es solo a partir de esta premisa que puede pensarse el diseño de una complejísima estrategia montada para alcanzar tal objetivo. La fidelidad a la norma, entonces, no puede escindirse de los múltiples logros que va produciendo la empresa al instalar las mutaciones epistemológicas que construyen el tránsito de una "filosofia empresaria" a otra, de una "cultura" a otra. Así, la normalización no puede siquiera concebirse por fuera de la intensidad con la que son impuestos tales cambios y la forma en la estos son asumidos por los cuerpos.

En tal sentido debemos mencionar el peso enorme que tiene la normalizacion del sufrimiento como mecánica interna al proceso que estamos analizando[35]. La normalización del sufrimiento se articula con el dispositivo de poder cuyo objetivo es neutralizar políticamente a los cuerpos. ¿Donde observamos tal articulación? En la medida en que el sufrimiento construye un encierro subjetivo, la imposibilidad de construir un lazo con el otro a partir de negar el propio sufrimiento para poder "seguir luchándola", obstruye la capacidad de asumir tanto el sufrimiento propio como el del otro, requisito fundamental para iniciar cualquier tipo de acción colectiva. Pero esto no debe confundirse, ni sospecharse ni lo que fuere, con cualquier tipo de sanción moral de ningún orden. La retaguardia de la ofensiva capitalista fue alimentada por dos dimensiones de cuyo permantente entrelazamiento obtuvo una inocultable eficacia la política de amenaza de despido constante:

a) El aumento exponencia del desempleo.

b) La transformación de las leyes de protección del trabajo.

No obstante, como señalé oportunamente, estas dimensiones no explican mecánicamente la adhesion voluntaria que generó la empresa a los objetivos comerciales, políticos y de diversa índole que fue imponiendo a sus "agentes"[36]. Creer que una Organización de estas características suscita semejante energía libidinal entre los cuerpos sólo a partir del aumento de la tasa de desocupación o de la amenza de despido es un error garrafal que solo puede justificarse por mera pereza intelectual.

La empresa estimula, suscita, emociona, premia, recompensa y también castiga, construyendo un espacio de mutuo reconocimiento en torno a objetivos impuestos; investidos libidinalmente de una energía que fácilmente descarta la unívoca explicación de la amenaza del despido como fuente de tal nivel de adhesión[37]. De la misma forma que no hay identidad sin el Otro, frente al cual cada sujeto se determina, no hay identificación sin afecto. Negar o pasar por alto estos núcleos teóricos, supone menospreciar un dato relevante del que se vale el funcionamiento del poder desde sus fibras más íntimas.

Lo expuesto hasta aquí altera, necesariamente, la noción misma de "dispositivo". Un dispositivo de poder debe ser observado, tal es mi criterio y como fruto directo de esta investigación concreta, como la forma que asume la realización política de la victoria de uno de los bandos de la confrontación. En tal sentido, esta conclusión final anticipa un trabajo futuro, sobre el cual estoy trabajando, que describa una perspectiva crítica de la lectura que Foucault hace de Clausewitz y que a su vez involucre la premisa teórica que persiguió, orientó e incluso inspiró esta investigación: "la lucha de clases comienza por un enfrentamiento entre los cuerpos".[38]

"Allí donde hay poder hay resistencia y está jamás está en una posición de exterioridad con respecto al poder".[39] De acuerdo. Pero fundamentalmente esto último no puede ser escindido jamás ni del pertrechamiento moral para librar el combate ni de la retaguardia de la cual un combatiente es su expresión acabada. Es posible que, a partir de los observables recolectados en esta investigación, podamos articular dos dimensiones que, al menos a mi criterio, mantienen estrechas vinculaciones: el intento de aniquilar la retaguardia del movimiento obrera mediante el terror genocida y la posibilidad de operacionalizar un dispositivo de poder cuyos lineamientos generales intenté describir en este artículo. Pero entiéndase bien: no se trata de formular certezas a partir del peligro especulativo que acecha al entusiasmo; baste pues con instalar una posible línea investigativa.

Resumamos, pues, la hipótesis que cobra fuerza como avance de esta investigación exploratoria: el neoliberalismo es la formalización, y la consecuente instrumentalización, de un dispositivo de poder que supone el momento de la realización política de la victoria del bando que ganó la guerra mediante la voluntad político-militar de perpetrar un genocidio. De esta forma, la teoría del capital humano y la construcción del empresario de sí mismo, son producciones tecnológicas fruto de tal determinación, no figuras que las preceden. Las mutaciones epistemológicas que analizamos no son simpáticos desplazamientos semánticos que atormentan la afiebrada mente de los estetas del lenguaje: son radicales transformaciones de las relaciones sociales que alteran la sociabilidad humana y que reposan sobre la normalización de un sufrimiento callado que hace lazo social de su permanente represión y coacción.

En este artículo intenté, y con toda humildad, abrir la posibilidad de involucrar nuevos observables a la hora de registrar el enfrentamiento entre los cuerpos a partir de ciertas situaciones. Desde luego esta investigación exploratoria espera, y requiere, del aporte de aquellos que se sientan convocados por la pasión que inspira el avance en la construcción de conocimiento y el deber ético de enfrentar lo inhumano que nos circunda.

Acepto que no espoco.

Obras de Michel Foucault

- Libros y Seminarios

- Histoire de la sexualité I. La volonté de savoir. Paris, Ed. Gallimard, 1976. (Historia de la sexualidad. 1. La voluntad del saber. Buenos Aires, Siglo XXI ed., 1990.)

- Surveiller et punir. Paris, Ed. Gallimard, 1975. (Vigilar y castigar. México, Siglo XXI ed., 1985.)

- Il faut défendre la société. Cours au Collège de France (1976). Paris, Ed. Gallimard-Seuil 1997.

- "La vérité et les formes juridiques". Paris, D.E. I. Quarto-Gallimard (1974). Pags 1406-1514. (La verdad y las formas jurídicas. México, Gedisa, 1988.)

- "Sécurité, Territoire, Population". Cours au Collège de France (1977-1978). Paris, Ed. Gallimard-Seuil, 2004. (Seguridad, territorio, población. Buenos Aires, FCE, 2006.)

- "Naissance de la biopolitique". Cours au Collège de France (1978-1979). Paris, Ed. Gallimard-Seuil, 2004.

- Artículos

- "La société punitive" (1973). In Dits et Ecrits I (1954-1975). Ed. Quarto Gallimard, Paris, 1994.

- "Un problème m’intéresse depuis longtemps, c’est celui du système pénal" (1971). In Dits et Ecrits I.

- "L’extension sociale de la norme" (1976). Dits et Ecrits II.

- "Bio-histoire et bio-politique" (1976). Dits et Ecrits II.

- "Le pouvoir, une bête magnifique" (1977). Dits et Ecrits II.

- "La «gouvernementalité»" (1978). Dits et Ecrits II.

- "Naissance de la biopolitique" (1979). Dits et Ecrits II.

 

Bibliografía General

Clausewitz, K.V.: De la Guerre. Paris, Ed. de Minuit, 1984.

Dejours, C. : La Souffrance en France: la banalisation de l’injustice sociale. Paris, Ed. du Seuil, 1997. (La banalización de la injusticia social, Buenos Aires, Editorial Topia, 2006.)

- : La psychopathologie du travail. Paris, Ed. Entreprise Moderne d’Édition, 1985.

Dubar, C. : La socialisation. Construction des identités sociales et professionnelles. Paris, Ed. Armand Colin, 1991.

-: La crise des identités. L’interpretation d’une mutation. Paris, Presses Universitaires de France, juin 2000.

Marin, J.C.: La nocion de "polaridad" en los procesos de formacion y realizacion de poder. Serie Teoria - Buenos Aires, Analisis N°8. CICSO, 1985.

- : Leyendo a Clausewitz. Buenos Aires, Serie Teoria N° 12. CICSO, 1984.

Marx, K.: Le capital. Paris, Presses Universitaires de France, 1970. (El capital, México, Siglo XXI ed., 1988)

-: Salario, precio y ganancia. Buenos Aires, Ed. Anteo, 1987.

Pierbattisti, D.: "Destruction et reconstruction des identités au travail en Argentine: la privatisation d’ENTel 1990-2002". Lille, A.N.R.T., 2005.

-: "La privatización de ENTel y la transformación de las identidades en el trabajo: génesis del dispositivo neoliberal en Argentina 1990-2001". http://www.iigg.fsoc.uba.ar/Publicaciones/JI/JI10.pdf

Sainsaulieu, R.: L’identité au travail. Paris, F.N.S.P., 1991.



[1] Karl Marx: Salario, precio y ganancia. Buenos Aires, Ed. Anteo, 1987, pág. 69. El subrayado pertenece al original.

[2] Nos referimos a Sécurité, Territoire, Population y Naissance de la biopolitique, ambos publicados por Gallimard-Seuil, Paris, 2004. Sécurité, Territoire, Population fue recientemente editado en español por el F.C.E.

[3] Michel Foucault, M.: Sécurité, Territoire, Population. Paris, Gallimard-Seuil, 2004, págs. 13-14. En adelante STP.

[4] Es por este motivo que se remontará a los orígenes mismos del poder pastoral. Foucault remarca que si bien en el Mediterráneo Oriental ya existía la noción del pastor y del rebaño, el cristianismo inaugura una nueva forma de Gobierno a partir de dicho modelo. A tales efectos, sugerimos la lectura de las lecciones del 8, 15 y 22 de febrero de 1978.

[5] Michel Foucault: STP, pag 109.

[6] "La disciplina es una anatomía política del detalle". Foucault, M.: Surveiller et punir. Paris, Gallimard, 1975, pág. 163.

[7] Michel Foucault: STP, pág. 46.

[8] Michel Foucault: STP, pág. 50.

[9] Ver capítulo III de Vigilar y Castigar ("Disciplina") para una adecuada comprensión de la articulación norma - normal - normalización y las técnicas que caracterizan al poder disciplinario. La lectura del curso final del Seminario Il faut défendre la société (publicado en español bajo el título Genealogía del racismo) del 17 de marzo de 1976 permite analizar la evolución que sigue en las investigaciones de Michel Foucault la relación "mecanismos disciplinarios - dispositivos de seguridad".

[10] En un curso de formación de Telefónica, de julio de 2001, se prescribe la forma en que debe comportarse el "personal de contacto" (trabajadores que atienden al público), a partir de la caracterización que haya asumido cada cliente, entre cuatro posibles: "Dominante", "Expresivo", "Conservador" y "Analítico". Mediante la observación de diversos gestos (tono de voz, ampulosidad en la gestualidad manual, forma de pararse, etc.) las características que definen a cada una de las tipologías construidas son acompañadas por "sugestiones" que debe asumir el personal de contacto. Ver mi tesis de doctorado: Destruction et Reconstruction des identités au travail en Argentine: la privatisation d’ENTel (1990-2002). Lille, Francia, A.N.R.T., 2005. Hay un ejemplar en la biblioteca de la Facultad de Cs. Sociales de la U.B.A.

[11] Michel Foucault: STP, pág. 59. El autor crea un neologismo y llama a esto "normación", ya no más "normalización". Ver el curso del 25 de enero de 1978.

[12] Considero central una breve exposición de este problema para comprender la complejidad y la magnitud del dispositivo que construyó dos poblaciones claramente diferenciadas al momento de la privatización de ENTEL: los "viejos" y los "nuevos". La intención de mantener a los segundos lo más alejados posible de los primeros, para no ser "contaminados" ni "contagiados" por los "virus" y los "vicios" del Estado, encuentra su raíz en el dispositivo que pasaremos a describir oportunamente.

[13] "Contra la peste que es la mezcla, la disciplina hace valer su poder que es de análisis". Michel Foucault: "Surveiller et punir". Op. Cit. pág. 231. Sobre las diferencias entre ambos modelos, ver el final del capítulo III ("disciplina") de dicha obra: el panoptismo.

[14] Para una lectura en profundidad de la "estadística" en tanto que técnica ligada al ejercicio del poder estatal, ver particularmente el curso del 15 de marzo de 1978.

[15] Michel Foucault: STP, pág. 65.

[16] Hacia el final expondré algunos comentarios críticos a la lectura que Foucault hace de Clausewitz. Tal debate merecerá antención en trabajos posteriores.

[17] Michel Foucault: STP, pág. 111.

[18] Este punto constituirá una de las preocupaciones centrales del Seminario de 1978-1979 que lleva por título "Naissance de la biopolitique"(en adelante NBP). El curso del 17 de enero de 1979 gira en torno a la siguiente pregunta: ¿cuál es el valor de utilidad del Gobierno y de todas sus acciones en una sociedad en la que es el intercambio el que determina el valor de las cosas?

[19] Michel Foucault: NBP, págs. 66-67.

[20] Para explicar que la limitación del principio de libertad es la forma que asume la posibilidad de que la libertad se vuelva operativa, Foucault toma el ejemplo de la libertad de comercio y de la libertad del mercado de trabajo. Michel Foucault: NBP pags 65-66.

[21] Foucault recuerda la campaña de inicios del siglo XIX sobre las cajas de ahorro, reseñada en la quinta conferencia de La verdad y las formas jurídicas al momento de referirse a la evolución y desarrollo de las instituciones de secuestro. Pero extiende el análisis a las campañas que refieren a la relación enfermedad - higiene, a la sexualidad y el temor al degeneramiento del individuo y la familia, etc. Ver la lección del 24 de enro de 1979.

[22] Michel Foucault: NBP, págs. 68-69.

[23] Para profundizar, sugiero consultar mi Documento de Trabajo publicado en la página Internet del Instituto de Investigaciones "Gino Germani" de la U.B.A.: Ver Pierbattisti, D.: "La privatización de ENTel y la transformación de las identidades en el trabajo: génesis del dispositivo neoliberal en Argentina. 1990-2001". http://www.iigg.fsoc.uba.ar/Publicaciones/JI/JI10.pdf

[24] Al momento de la privatización se estima que ENTel contaba con una planta de 46.000 trabajadores, que fueron repartidos en partes iguales entre ambas empresas. Hoy en día, sumando todos los ex-ENTel que se encuentran trabajando en ambas empresas y subsidiarias, no suman siquiera el 25% de aquel total … Sin que se produjera ni un solo despido. Más aún, los tristemente célebres "Retiros Voluntarios" a partir de 1995, momento en el que la gran mayoría de los trabajadores comienza a priorizar la estabilidad laboral (a partir de los primeros indicios de fracasos rotundos de otros trabajadores que habían optado por aceptarlos para iniciar diversos negocios privados), pasan a llamarse "Retiros Voluntarios… Inducidos". Tal cristalización semántica no oculta la capacidad, y el interés, por valerse de ciertos "métodos" para que la "libre" voluntad no sea tan inflexible. De dónde habrá surgido esta curiosa mutación epistemológica? Que destacamento habrá impuesto esta peculiar definición?

[25] Que las leyes que expropiaron al movimiento obrero una retaguardia jurídica que daba cuenta de decenas de años de lucha se llamen de "flexibilidad laboral" no es ninguna casualidad; remite directamente a la reconstrucción de la ofensiva capitalista que intenté reconstruir en mi tesis de doctorado.

[26] Discurso presente en prácticamente todos los informantes claves, ya se trate de cuadros de Recursos Humanos de la empresa, empleados de distinto rango o dirigentes sindicales. Desde luego, cambiaba radicalmente la consideración de cada actor social sobre este discurso desde la posición que cada uno ocupase en tales registros; sobre lo que no había discusión alguna es que se trataba de un fenómeno que era juzgado "objetivo" por todos ellos.

[27] Las que no sólo se ocupan de construir al buen trabajador y mantenerlo alejado de aquel que está contaminado por el virus del sindicalismo; también es preciso remarcar la coerción fundada en la amenaza de despido y en las múltiples formas de castigo presentes al interior de tal diagrama de poder. Entiendo por tecnología moral no sólo a la que alude a la construcción de un cuerpo disciplinado sino también a la que paralelamente construye el desarme moral, entendiendo por esto la expropiación de la voluntad de combatir, el objetivo de la guerra. Aquí es donde ubico un desplazamiento central de la lectura que Foucault hace de Clausewitz y que por razones de espacio no trataré en este trabajo.

[28] Según la EPH de octubre de 1990, un mes antes de la privatización de ENTel, la desocupación era del 6,3%. En mayo de 1995, lapso durante el cual se implementan, al interior de la empresa, los cambios estructurales que fueron objetos de mi investigación, la tasa de desempleo trepó al 18,4%. Fuente: INDEC.

[29] El término "reconversión" puede ser comprendido desde una matriz identitaria, construida fundamentalmente a partir de la estigmatización perpetrada por el bando que detentaba la iniciativa política, pero también como una instancia de examen que llamamos la "táctica de la suposición". Ver mi Documento de Trabajo ya mencionado.

[30] Michel Foucault: NBP, págs. 229-230. Con respecto e este último punto, me permito remitir al lector al debate que Marx sostiene con los liberales en el ya citado "Salario, precio y ganancia".

[31] Creo que ahora puede comprenderse el motivo por el cual remarqué que el objetivo de la disciplina es fijar a los cuerpos a distintos aparatos disciplinarios. La construcción de la noción de "empleabilidad" y de "empresario de sí mismo" implica, necesaria e ineludiblemente, el correlato de un dispositivo de seguridad cuyo objetivo será el origen de la reproducción material de la vida de esos cuerpos que ya no accedan al aparato productivo. Lo cual no quiere decir, en lo más mínimo, que se hayan debilitado las disciplinas, que debamos reificar los dispositivos de seguridad o que sólo de las nociones mencionadas se deriven los dispositivos de seguridad que se erigen en tanto que correlatos imprescindibles de las libertades. Sólo quiero indicar, más a título de futuras investigaciones que a certezas forzadas, que la difusión social de unidades cuerpo-empresarias puede advertirnos sobre el reforzamiento de ciertos dispositivos de seguridad que pongan un celo especial en la fidelidad a la disciplina laboral, madre de los hombres decentes. Tan sólo una advertencia.

[32] Michel Foucault: NBP, págs. 232-233.

[33] En Telecom existió un "Manual de Competencias" que estipulaba los grados de asimilación de ciertos conceptos que debían encarnarse en cada cuerpo. Se le otorgaba particular importancia a los siguientes conceptos: "empleabilidad", "pro-actividad", "polivalencia", "flexibilidad" y "autocompetencia".

[34] Me permito remitir al lector a mi Documento de Trabajo para analizar el mandato con el que fueron investidos los "Jóvenes Profesionales", en tanto que "agentes de cambio", ante los ex-ENTel.

[35] Sugiero la lectura del excelente trabajo del Profesor Christophe Dejours: La banalización de la injusticia social, Bs. As. , Ed. Topía, 2006.

[36] Retomando la preocupación por observar la forma que asume la imposición de la noción de empresario de sí mismo, notemos que paralelamente a la imposición de la noción de cliente interno y de empleabilidad, el trabajador deja de ser tal para pasar a ser un "colaborador" sobre cuyas espaldas pesa el desafío constante de "autocompetirse a sí mismo".

[37] Soy conciente de que pude acercarme bastante e incluso hasta haber logrado instalar una perspectiva de investigación. Pero el conocimiento acabado, y riguroso, de cómo un sujeto "se pone la camiseta", creo que estoy aún muy lejos de lograrlo.

[38] En lo que concierne a mi lectura de Clausewitz, aunque no sólo del general prusiano, soy tributario del excelente trabajo del Prof. Juan Carlos Marín cuya lectura recomiendo expresamente: Leyendo a Clausewitz. Serie Teoria N° 12. CICSO. Buenos Aires, 1984. Con respecto a la articulación de los conceptos de Estado, guerra y lucha de clases, ver Marín, J.C.: La noción de "polaridad" en los procesos de formacion y realizacion de poder. Buenos Aires, Serie Teoria - Analisis N°8. CICSO, 1985.

[39] Michel Foucault: "Histoire de la sexualité I: La volonté de savoir". Paris, Gallimard, 1976, págs. 125-126.

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